Carne y el espíritu, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-793-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Ahora consideremos la importancia de nuestro espíritu humano. Zacarías 12:1 dice que Dios extendió los cielos, fundó la tierra, y formó el espíritu del hombre dentro de él. En todo el universo, aparte de Dios, sólo hay tres cosas cruciales: los cielos, la tierra y el espíritu humano. Job 32:8 dice: “Ciertamente espíritu hay en el hombre”. Tenemos un espíritu en nosotros, y ése es el órgano con el cual nos relacionamos con Dios y le recibimos.
Proverbios 20:27 dice que el espíritu del hombre es la lámpara del Señor. Esta lámpara necesita aceite. Nuestro espíritu es la lámpara de Dios, y Dios es el aceite para esta lámpara. Juan 4:24 dice que Dios es Espíritu, y los que le adoran, deben adorar en espíritu. Si queremos tocar a Dios, adorarle, necesitamos hacerlo en el espíritu.
Juan 3:6 dice: “Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. Después de nacer de nuevo, nuestro espíritu no es simplemente un espíritu humano debido a que ahora tiene al Señor Jesús y al Espíritu Santo. El Espíritu da testimonio juntamente con nuestro espíritu (Ro. 8:16). Esto significa que el Espíritu Santo obra juntamente con nuestro espíritu humano. Nuestro espíritu también tiene gracia dentro de sí. Nuestra carne es una composición, constituida del pecado, la muerte y Satanás. Nuestro espíritu también es una composición, constituida de Cristo, el espíritu y la gracia.
El hombre tiene dos órganos: el cuerpo, un órgano externo, y el espíritu, un órgano interno. Entre esos dos está nuestra persona, es decir, el alma humana (1 Ts. 5:23). Nuestra alma es nuestro yo, nuestra persona. El cuerpo es el órgano externo con el cual percibimos las cosas físicas o materiales. Nuestro espíritu es el órgano interno con el cual nos relacionamos con Dios. Por medio de la caída el diablo, Satanás, entró en nuestro órgano externo, el cuerpo humano. Cuando fuimos regenerados, el Señor Jesús entró en nuestro órgano interno, nuestro espíritu humano.
También tenemos que comprender que como cristianos tenemos tres personas. La primera persona es uno mismo en su alma, su ser. La segunda persona es Satanás, quien está en la carne de uno. La tercera persona es Cristo, quien está en el espíritu de uno. Esta clase de verdad ha sido ignorada hoy, nadie la ha visto. La mayoría de las enseñanzas y sermones que se predican están en la esfera de la ética y la moralidad, no en la esfera que Pablo presentó en el libro de Romanos. En el libro de Romanos no hay conceptos morales ni éticos, sino el concepto que hoy en nuestro espíritu están Jesucristo, el Espíritu y la misma gracia de Dios. Dios no desea que seamos simplemente éticos y morales, pero sí que caminemos según este maravilloso espíritu compuesto. Dios quiere que vivamos en este espíritu compuesto y que nos conduzcamos cada minuto en conformidad con el espíritu compuesto.
La Biblia es completamente consistente. Comienza con un hombre frente a dos árboles, el árbol del conocimiento y el árbol de la vida (Gn. 2:29). Al final vemos en Romanos que el árbol del conocimiento entró en la carne del hombre, y que el árbol de la vida entró en el espíritu del hombre. Los dos árboles están dentro de nosotros los cristianos. El problema hoy no radica en si uno se conduce éticamente o no. El problema radica en el árbol al que uno acude, sea el árbol del conocimiento o el árbol de la vida. ¿Vive, anda y se conduce usted todos los días según la carne o según el espíritu? Si usted obra de acuerdo con la carne, ello quiere decir que está comiendo del árbol del conocimiento. Poner la mente en las cosas de la carne es muerte (Ro. 8:6a). La muerte viene cuando comemos del árbol del conocimiento. Pero si uno anda en conformidad con el espíritu, toca el árbol de la vida. Poner la mente en el espíritu es vida (v. 6b), y la vida siempre viene cuando comemos el árbol de la vida.
Necesitamos entender que estos dos árboles están dentro de nosotros. Externamente, tenemos el árbol del conocimiento en nuestra carne. Internamente, tenemos el árbol de la vida en nuestro espíritu. Ahora toda la situación depende del árbol al que acudamos, ya sea el árbol del conocimiento o el árbol de la vida. ¿Andaremos, obraremos y nos conduciremos en la vida de la iglesia de acuerdo a la carne o de acuerdo al espíritu? Si experimentamos la vida de la iglesia según la carne, el resultado será muerte. Nuestra vida de iglesia matará a los santos debido a que no concuerda con el espíritu sino con la carne.
La carga que tengo es que comprendamos que Satanás está en nuestra carne, y que Cristo está en nuestro espíritu. Tenemos un enemigo en nuestra carne, y un amado Salvador en nuestro espíritu. ¿Qué hemos de hacer? ¿Nos volveremos a nuestro enemigo para cooperar con él? ¿Coordinaremos con él, o acudiremos a Cristo y seremos uno con El? Tal vez digamos: “Por supuesto que no voy a seguir a Satanás sino a Cristo”. Yo sé que usted dirá estas palabras, pero es fácil decir esto. En realidad necesitamos ser muy quebrantados y derrotados, lo cual nos forzará a darnos cuenta de que no hay esperanza en la carne. La carne sólo sirve para forzarlo a uno a volverse a Cristo en el espíritu.
Algunos santos de más edad podrían decir a los jóvenes que necesitan aprender a ser pacientes. De hecho, los jóvenes no necesitan aprender a ser pacientes; necesitan ser derrotados. Necesitan perder el control y tener mal genio. Esto hará que se desesperen y se vuelvan al Señor en su espíritu. Si los hermanos de edad enseñan a los jóvenes a aprender a ser pacientes, ninguno de ellos triunfará. Nadie puede graduarse en esta clase de escuela. Pero después de dos años, muchos de los jóvenes se graduarán en la escuela de los fracasos. Algunos dirán: “Renuncio. No puedo seguir viviendo en la casa donde viven los hermanos. No tengo tanta paciencia”. Yo diría: “Aleluya por su fracaso”. Usted tiene que fracasar y volverse al Señor en su espíritu.
Nuestra vida matrimonial también es usada por el Señor. El propósito de Dios es usar la vida matrimonial de uno para forzarlo a volverse al espíritu. Sin nuestra esposa y sin nuestros hijos no podemos ganar mucho de Cristo. Las esposas ayudan a los esposos a volverse a Cristo, y los esposos ayudan a las esposas a volverse a Cristo. Alabado sea el Señor por las dificultades. Alabado sea el Señor por los fracasos y los quebrantos. Alabo al Señor por tantas veces que dije: “Renuncio, no puedo más”. Alabo al Señor por las frustraciones. Esta es la razón por la cual sin estas cosas negativas, nunca seremos forzados a volvernos al espíritu. Nunca estaremos conscientes de que necesitamos a Cristo. Necesitamos a Cristo minuto a minuto. Tenemos que regresar una y otra vez al espíritu.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.