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Mensajes de la verdadpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6894-0
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Actualmente disponible en: Capítulo 3 de 21 Sección 2 de 3

SOMOS PERFECCIONADOS
EN UNIDAD AL OBTENER MÁS ORO

En ningún otro pasaje de la Biblia se nos revela el Dios Triuno de una manera tan práctica como en el capítulo 17 de Juan. Los diferentes pronombres usados —Yo, Nosotros, Tú— indican que el Dios Triuno está relacionado con la unidad de los creyentes. Es en el Dios Triuno que somos perfeccionados en unidad. Ser perfeccionados implica obtener más oro. Sólo después que las tablas fueron debidamente recubiertas de oro, fueron perfeccionadas en unidad. Esto muestra que ser perfeccionados en unidad significa obtener más de Dios. Sin duda alguna, las enseñanzas acerca de la unidad por sí solas no pueden hacernos uno.

La unidad no es un asunto superficial. Para poder experimentarla, tenemos que sumergirnos profundamente en el Dios Triuno hasta ser plenamente revestidos de oro. Todos necesitamos obtener muchísimo más de Dios. No es suficiente poseer una delgada capa de Él. Si realmente somos iluminados con respecto a nuestra necesidad de ser revestidos de oro, nos arrepentiremos y diremos: “Señor, me arrepiento de estar cubierto de una capa tan delgada de oro. Aún no he sido debidamente revestido de oro. Lo que he experimentado de Ti no es más que una delgada capa de oro; ésta sólo sirve para que otros me admiren, pero no es suficiente para experimentar la verdadera unidad, para unirme a los demás creyentes. Cada vez que surge un pequeño problema, mi delgada capa de oro no basta para sostenerme y, como resultado, la unidad sufre daño. Señor, por causa de la unidad, revísteme de la cantidad de oro que necesito”.

Cuanto más seamos revestidos de oro, más unidad tendremos. Nada puede dañar la unidad que proviene de ser revestidos de una generosa cantidad de oro. Cuanto más Dios poseemos, más se fortalece nuestra unidad.

DIOS REVISTE DE SÍ MISMO
A SU PUEBLO RECOBRADO

Recientemente, algunos de entre nosotros cayeron en disensión, pese a que afirmaban haber visto el terreno de la unidad y estar en pro del recobro del Señor. Debido a que no habían sido suficientemente revestidos de oro, infligieron daño a la unidad. Lo mismo puede suceder en el futuro a cualquiera que no esté plenamente revestido de oro. El hecho de no poseer la debida cantidad de Dios puede crear serios problemas en cuanto a la unidad. El recobro del Señor no es un movimiento. No buscamos atraer a un gran número de personas. En el recobro nos preocupa principalmente tener el verdadero peso de oro. La pregunta más crucial que debemos hacernos es: ¿cuánto de Dios hemos obtenido? El recobro del Señor consiste en que Dios reviste de Sí mismo a Su pueblo recobrado.

Siempre que veo a algunos caer en disensiones, siento lástima por ellos. Al mismo tiempo me doy cuenta de que en dicha situación uno es probado, puesto al descubierto y purificado. Esto pone a prueba lo que verdaderamente es real, nos muestra en realidad cuánto oro poseemos. Todos necesitamos obtener más oro. No es suficiente tener un buen corazón, conocer la verdad y mostrar un verdadero interés por el recobro del Señor. Todo depende de cuánto oro tengamos. Si no tenemos suficiente oro, cualquiera de nosotros puede caer en disensión. Esto debe ser una advertencia para todos nosotros. Repito una vez más que la unidad genuina es posible únicamente estando en el Dios Triuno.

LA MEJOR PORCIÓN DE DIOS

Debemos ahora decir algo acerca de los anillos de oro. Aun después de que las tablas fueron recubiertas de una espesa capa de oro, no podían mantenerse juntas sin los anillos, los cuales eran llamados los sostenedores. El oro que recubre es el oro común, pero los anillos de oro son la porción superior del oro. Esto nos muestra que necesitamos tener la mejor porción de Dios. A fin de experimentar la unidad de manera práctica necesitamos esta porción especial de Él. A fin de que hubiera unidad entre las tablas del tabernáculo, era imprescindible que cada tabla tuviera esta porción. Los anillos que estaban hechos de esta porción de oro eran los que sostenían las barras que unen.

Si estudiamos con la debida seriedad el cuadro de las tablas erguidas del tabernáculo descrito en Éxodo 26, nos causará una profunda impresión ver cuán escasos estamos de Dios. Desde 1925 he estado leyendo los artículos publicados en diversas revistas cristianas acerca de la vida vencedora. Si bien estos artículos brindan ayuda en cuanto a cómo ser victoriosos, ninguno de ellos nos dice que necesitamos más de Dios. En realidad, lo que necesitamos no es aprender una gran diversidad de métodos, sino simplemente sumergirnos en el Dios Triuno y ganar más de Él. Dios es nuestra verdad, nuestro camino, nuestra vida y nuestro todo. Si no tenemos a Dios, no tenemos nada. Nuestro problema estriba en que estamos escasos de Dios, y nuestra verdadera necesidad es ganar más de Él.

Quizás usted sea alguien que está firme en la vida de iglesia. Esto sin duda es algo muy bueno, pero ¿qué acerca de la unidad que se experimenta en el Dios Triuno? Todos necesitamos una porción adecuada de Dios para que las tablas sean recubiertas de oro y de la mejor porción de Dios para tener los anillos que sostienen las barras que unen. Si poseemos el oro común y la porción superior del oro, no tendremos problemas con respecto a la unidad. Sin embargo, si no obtenemos el oro necesario, tarde o temprano tendremos problemas. Necesitamos la unidad que se manifiesta de manera concreta. Esta unidad consiste en la medida adecuada de Dios que hayamos obtenido. No confíe meramente en las enseñanzas ni en las doctrinas; más aún, tampoco dependa de su amor o afecto natural. Ni siquiera una voluntad firme es confiable para guardar la unidad. Sólo hay una cosa en la cual podemos confiar con respecto a la unidad, y es ésta: poseer la medida adecuada de Dios. Así como las tablas erguidas sólo podían ser una sola entidad en virtud del oro, nosotros sólo podemos ser uno si nos sumergimos completamente en Dios.

Hoy el Señor requiere la unidad genuina. Si no poseemos esta unidad, no podremos seguir adelante en el recobro. Por lo tanto, el asunto más importante y vital es la unidad genuina. La única manera de ser guardados en esta unidad verdadera y concreta es que obtengamos una buena medida del Dios que experimentamos. Ésta es nuestra necesidad hoy en día.


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