Estudio-vida de Deuteronomiopor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6649-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El sexto mandamiento es el mandamiento de no matar (Dt. 5:17).
El séptimo mandamiento es el mandamiento de no cometer adulterio (v. 18). El adulterio perjudica la humanidad.
El octavo mandamiento es el mandamiento de no hurtar (v. 19).
El noveno mandamiento es el mandamiento de no testificar contra nuestro prójimo como testigo de cosas vanas (v. 20). Este mandamiento prohíbe la mentira. En lugar de mentir, debemos hablar la verdad.
El décimo mandamiento tiene que ver con la codicia. “Ni codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su campo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada de lo que pertenezca a tu prójimo” (v. 21). La codicia puede llevarnos a hurtar. Primero podríamos codiciar cierta cosa, y luego, decidimos hurtarla. Así que, hurtar es satisfacer nuestra codicia.
Deuteronomio 5:32—13:18 constituye una extensa sección que contiene consejos y advertencias generales. Moisés, debido a su carga, preocupación y amor, habló aquí de una manera detallada y repetitiva.
En 6:1-3 Moisés exhortó a los hijos de Israel a que guardaran los mandamientos, estatutos y ordenanzas de Dios para que sus días fuesen prolongados, para que les fuese bien y para que fuesen aumentados en gran manera, en una tierra que fluye leche y miel. Los estatutos proveen los detalles suplementarios de la ley. Cuando un juicio es añadido a un estatuto, el estatuto se convierte en una ordenanza. Mientras que a los hijos de Israel se les encargó guardar los mandamientos, estatutos y ordenanzas, hoy nosotros debemos guardar Cristo.
En 6:4-9 Moisés les dijo además que amaran a Jehová su Dios con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas, que guardaran las palabras de Dios en su corazón, que las enseñaran diligentemente a sus hijos, que las ataran como señal en sus manos, que fueran por frontales entre sus ojos y que las escribieran en los postes de sus casas y en sus puertas. Hoy en día nosotros debemos amar a Cristo, guardar Cristo, enseñar Cristo a otros, revestirnos de Cristo y escribir Cristo en otros.
Los versículos del 10 al 12 dicen: “Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres, a Abraham, Isaac y Jacob, que te daría, una tierra con ciudades grandes y buenas que tú no edificaste, y casas llenas de todo bien que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies, cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud”. A Moisés le preocupaba que el pueblo, en medio de su disfrute, se olvidara de Jehová su Dios. Además, en los versículos del 13 al 15, él les encargó que temieran a Jehová, le sirvieran y no anduvieran en pos de otros dioses para que no se encendiera la ira de su Dios, quien es un Dios celoso.
Los versículos del 16 al 19 contienen una palabra adicional en cuanto a la preocupación que tenía Moisés. En estos versículos él encargó a los hijos de Israel que no pusieran a prueba a Jehová su Dios, que guardaran diligentemente Sus mandamientos, testimonios y estatutos, y que hicieran lo recto y bueno ante Sus ojos, para que les fuera bien y pudieran entrar y poseer la buena tierra que Él les prometió.
En los versículos del 20 al 25, Moisés le dijo al pueblo qué transmitirle al hijo que preguntara acerca del significado de los testimonios, estatutos y ordenanzas. Debían decirle que ellos habían sido esclavos de Faraón en Egipto, que Jehová los había sacado de Egipto con mano poderosa para introducirlos en la tierra prometida y que Jehová les mandó que pusieran por obra Sus testimonios, estatutos y ordenanzas, a fin de que le temieran para que les fuera bien y para que Él les conservara la vida y a fin de que esto les fuera tenido por justicia.
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