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Levantarnos para predicar el evangeliopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-8726-2
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TESTIMONIOS ACERCA DE
LA PREDICACIÓN DEL EVANGELIO

En enero de 1933, el Dr. Sung fue a Chifú para predicar el evangelio, y yo fui a escucharle. No pude evitar sacudir la cabeza cuando oí su predicación. Él utilizó como ejemplo la mujer que tenía flujo de sangre (Mr. 5:25-34). Dibujó un corazón en la pizarra y dijo: “Esto es un corazón humano, y es el corazón de ustedes, un corazón negro. Oh, yo vine y hablé acerca de cómo la sangre preciosa lava el corazón del hombre, cómo lava el corazón del hombre. Ustedes fueron conmovidos y su corazón se volvió ferviente por el Señor. Pero unos pocos días después que me fui, el ardor cesó, y el flujo de sangre comenzó, es decir, la sangre preciosa le salió fluyendo, fluyendo...”. Él interpretó el flujo de sangre de la mujer como la preciosa sangre de Cristo. Eso verdaderamente era absurdo. No obstante, sus palabras eran muy cautivadoras. Por una hora y media él continuó recalcando este tema, que la sangre preciosa lava nuestro corazón y la sangre preciosa fluye desde nuestro corazón. El salón estaba repleto de más de mil personas. Yo sacudí mi cabeza al oír su predicación porque lo que él decía era totalmente erróneo. La Biblia no nos dice que la sangre del Señor Jesús limpia nuestro corazón, sino que nos lava de nuestros pecados. Aunque la enseñanza del Dr. Sung era inexacta, el público fue conmovido. Muchos pasaron al frente llorando, y confesaron y se arrepintieron, diciendo: “Oh Señor, mi sangre fluyó. ¡Oh Señor!”. Con esto podemos ver que la eficacia del evangelio no yace en el razonamiento, sino en la liberación del espíritu.

Mi intención no es animarles a hablar doctrinas erróneas, sino mostrarles que necesitan ejercitar su espíritu. En cierta ocasión el Dr. Sung fue a predicar el evangelio en Hankow, y la segunda de mis hermanas fue a oírle. Cuando regresó nos dijo que después que el Dr. Sung hubo hablado por un tiempo, de repente él tomó una vara de madera y señaló a una joven que estaba en la audiencia, diciendo: “¡Usted es la amante de alguien!”. La mujer se volvió enfurecida y dijo para sí: “¿Cómo pueden ustedes los cristianos comportarse de esta manera? Invitan a la gente para venir a oír el evangelio, pero les reprenden”. De hecho, ella era una concubina, la amante de alguien. Ella pensó que alguien le había contado al Dr. Sung sobre su caso, por lo que estaba enojada y resentida. Sin embargo, después que ella regresó a casa, el Espíritu operó en ella, diciendo: “¿Por qué culpas al predicador? Considéralo, ¿acaso no eres una concubina? ¿Acaso no eres una pecadora? ¿Por qué aborreces al predicador?”. Después que ella fue iluminada, se arrepintió. Al día siguiente regresó para escuchar el evangelio nuevamente y fue salva.

Por ende, quisiera decirle que cuando predique el evangelio, si sólo le interesa hablar correctamente y de modo placentero, no espere conducir a las personas a la salvación. Esto no quiere decir que le animo a no hablar correctamente y a reprender a las personas. Lo que quiero decir es que debería prestar atención al espíritu de la predicación del evangelio y permitir que su espíritu sea liberado. Al predicar el evangelio no puede ser como alguien viejo y pedante, con una expresión severa y una actitud pretenciosa. Más bien, a fin de conducir a las personas a la salvación, usted necesita tener piel gruesa, una boca abierta y un espíritu liberado.

EL ESPÍRITU DEL EVANGELIO
ES UN ESPÍRITU DE ESTAR FUERA DE SÍ

Los chinos son naturalmente conservadores y bien educados, así que cuando ellos se congregan, todos son reservados y apropiados. Esto no significa que está mal comportarse adecuadamente. Sin embargo, muchas veces cuando usted es bien educado, se vuelve firme y rígido y, por tanto, restringe, reprime, el espíritu. Esto está mal. Pablo dijo que nosotros como cristianos que somos debemos estar fuera de nosotros delante de Dios y sensatos delante de los hombres (2 Co. 5:13). Ser sensatos significa controlarnos a nosotros mismos en amor por el bien de otros. Deberíamos ser sensatos delante de los hombres, pero ¿alguna vez hemos estado fuera de nosotros delante de Dios? Cuando estamos a solas sin que nadie esté alrededor nuestro, ¿estamos fuera de nosotros delante de Dios? Si lo estamos, entonces cuando vamos a la reunión no necesitamos gritar fuertemente: en el momento en que oremos, otros podrán percibir que estamos fuera de nosotros delante de Dios. Pablo era sensato delante de los hombres, pero cuando estaba a solas delante de Dios, estaba fuera de sí. Él es nuestro modelo.

Por la misericordia del Señor, soy una persona que a menudo está fuera de sí, una persona que muchas veces está “loca”. A veces, después de orar tan solo dos o tres frases, me he vuelto loco, rebosando de gozo. He sentido que la gracia de Dios es tan grande y Su misericordia es tan abundante que no puedo evitar estar loco. Si nadie está conmigo, no importa si hago cosas tales como rodar, saltar, postrarme y dar volteretas. Pero en cuanto entro en la presencia de ustedes, me vuelvo sensato. Me veo limitado por sus ojos y restringido por las regulaciones humanas. Es correcto tomar cuidado de los sentimientos de otros, pero como cristianos que somos, diariamente deberíamos orar y estar fuera de nosotros delante de Dios.

Si usted es una persona que está fuera de sí delante de Dios, no estará callado en las reuniones. Al contrario, usted manifestará algunas señales de “locura”. Podemos ilustrar esto con Pedro, cuya verdadera identidad fue revelada por su acento galileo (Mt. 26:73). Si a menudo usted está fuera de sí cuando ora a Dios en privado, entonces tan pronto usted venga a la reunión y abra su boca, su hablar “loco” revelará su verdadera condición. Esto no significa que usted ore y cante con una voz estrepitosa. Más bien, significa que usted está lleno de alabanzas, acciones de gracias, salmos, himnos y cánticos espirituales, y usted está lleno del poder del Espíritu Santo. De este modo, otros sabrán que usted es una persona que ha estado loca delante de Dios. Esto se debe a que lo que verdaderamente está en usted será manifestado. No se puede fingir estar loco si no lo está.

El espíritu del evangelio es un espíritu de estar fuera de nosotros mismos. A fin de tener el espíritu del evangelio, necesitamos estar “locos” en nuestro espíritu. No preste demasiada atención a las reglas, y no se preocupe demasiado por los sentimientos de otros. A veces cuando estamos sentados en las reuniones, miramos a los hermanos y hermanas que están a nuestro alrededor y nos sentimos abochornados de hacer cualquier cosa. Cada vez que tenemos esta clase de consideración, nuestro espíritu está restringido y no tiene manera de liberarse. Espero que cada vez que nos reunamos, rompamos todas las reglas, rituales y formalidades, permitiendo así que nuestro espíritu sea liberado.


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