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EL ESPIRITU RESIDENTE
Y EL ESPIRITU DE MANTO

En el siglo pasado, los maestros de la asamblea de los Hermanos en Inglaterra vieron estos dos aspectos hasta cierto punto. Ellos llamaron al Espíritu en el día de la resurrección el Espíritu residente. Luego llamaron al Espíritu en el día de Pentecostés “el Espíritu de manto”. El Espíritu de manto es el Espíritu como la vestidura exterior, el uniforme. Los maestros de la asamblea de los Hermanos británicos vieron en Lucas 24:49 que los discípulos habían de esperar en Jerusalén hasta que fueran investidos con poder desde lo alto. La palabra investidos les recordó el manto de Elías, el cual era un símbolo del poder del Espíritu (2 R. 2:13-14). El aspecto del Espíritu de manto, el cual es exterior, es diferente al Espíritu residente, el cual es interior. La enseñanza de ellos nos ha ayudado grandemente, pero por la misericordia del Señor, estando sobre los hombros de ellos, hemos subido un poco más para ver que este Espíritu residente como el aliento de vida es el Cristo resucitado mismo. Los maestros de la asamblea de los Hermanos no vieron esto por completo.

El Espíritu vivificante, quien todavía es el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, es el Cristo neumático, el Cristo resucitado. Este Cristo, quien es la corporificación de Dios mezclado con el hombre, incluso todos Sus procesos, es el Espíritu todo-inclusivo y vivificante. El Señor también nos ha mostrado que el Espíritu de manto es el propio Cristo exaltado. El Espíritu residente es el Cristo resucitado, y el Espíritu derramado es el Cristo exaltado. Este Cristo en exaltación es el Espíritu de manto, el cual es el Espíritu de poder y el Espíritu de autoridad. Tanto el Cristo resucitado como el Cristo exaltado son el Espíritu todo-inclusivo con estos dos aspectos: el aspecto del residir y el aspecto del manto.

INVESTIDOS DE PODER DESDE LO ALTO

Aunque estos ciento veinte habían recibido al Señor como vida esencialmente, todavía no habían sido equipados y capacitados para llevar a cabo la economía de Dios. Todavía necesitaban ser investidos de poder desde lo alto (Lc. 24:49). Después de despertarnos por la mañana, el desayuno nos llena de vida esencialmente. Aunque hemos sido llenados de vida esencialmente, todavía no estamos capacitados para venir a la reunión a hablar algo por el Señor. Necesitamos lavarnos, peinarnos y ponernos ropa adecuada. Ahora no sólo estamos constituidos intrínsecamente, esencialmente, sino que también estamos equipados económicamente. Si un policía no tuviera uniforme, nadie lo respetaría ni lo reconocería. Cuando una persona está manejando su automóvil y ve a un hombre con uniforme de policía, se convierte en un chofer muy cuidadoso. El uniforme significa mucho para el policía porque representa al gobierno para el cual está trabajando. Este es su autoridad el cual lo capacita para llevar a cabo la administración de su estado o gobierno.

Después de que el Señor se había soplado a Sí mismo como el Espíritu todo-inclusivo y vivificante dentro de los discípulos en el atardecer del día de Su resurrección, los discípulos fueron llenados interiormente del Espíritu, pero aún no habían recibido su uniforme. No tenían la vestidura adecuada para llevar a cabo la administración de Dios, la economía de Dios. En Lucas 24:49 el Señor les dijo a los discípulos: “He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto”. Después de su entrenamiento de cuarenta días, los ciento veinte todavía necesitaban el uniforme. Así que el Señor les ordenó que esperaran en Jerusalén hasta que fueran investidos de poder desde lo alto. Este poder desde lo alto era el Espíritu derramado quien es el Cristo ascendido y neumático. Este poder desde lo alto era el uniforme celestial para ser puesto sobre el pueblo escogido y preparado de Dios para su competencia para llevar a cabo la administración de Dios.