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Manejo de la iglesias por parte de los ancianos, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7182-7
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Actualmente disponible en: Capítulo 9 de 15 Sección 4 de 6

VII. LOS LÍMITES EN CUANTO
A LOS ASUNTOS PRÁCTICOS

Los ancianos deben también reconocer el límite en cuanto a los asuntos prácticos. Hay ciertos asuntos en los cuales los ancianos no deben intervenir, pues una vez que intervienen, traspasan un límite. Hay otros asuntos que los ancianos deben considerar, porque están dentro de su jurisdicción. Muchas veces recibo cartas de hermanos y hermanas que han salido a otros lugares. Cuando las leo, mi impresión es que ellos ciertamente tienen un buen corazón y que están a favor del Señor, de Su obra, y aún más a favor de Su iglesia. Pero la manera en que las cartas se escriben me muestra que realmente no ven ningún límite, por lo que mezclan todas las relaciones y no hacen una distinción clara en cuanto a nada. Esto fácilmente puede causar problemas en la iglesia.

La iglesia es una entidad duradera. No es que existe hoy y desaparece el día de mañana. No aparece por un tiempo y después pasa en un instante. No, la iglesia estará aquí en la tierra permanentemente. Si el Señor tarda Su venida, es probable que ella todavía esté aquí en cincuenta u ochenta años. Si una persona llega a ser un anciano a la edad de cuarenta o cincuenta, él al menos será un anciano por otros diez o veinte años. Si usted no puede distinguir los límites en cuanto a los asuntos prácticos, con el tiempo se producirá toda clase de confusión. Por lo tanto, ustedes deben siempre aprender a trazar una línea clara de separación en todos los asuntos prácticos.

Recordemos que cuanto más clara sea la línea de separación que ustedes tracen, más sólida será la unidad y coordinación de la iglesia. Sólo así la edificación de la iglesia será conducida por buen camino. Debido a que los ancianos han aprendido las lecciones apropiadas de trazar los límites en cuanto al tiempo, el espacio y los asuntos prácticos, ellos sabrán a quién le corresponde cada asunto. Cada vez que les informen de ciertas cosas, ellos enseguida dirán: “Ese asunto les corresponde a los hermanos. Por ahora no intervengamos”. Es posible que después les presenten otros asuntos, y ellos puedan inmediatamente trazar una línea clara y decir: “Ese asunto les corresponde a las hermanas. Nuevamente, no hagamos nada por ahora”. Más tarde, quizás les presenten otros asuntos, y ellos rápidamente tracen una línea y digan: “Esto tiene que ver con la obra del Señor; así que tiene que ver con el ministerio”, o “Esto tiene que ver con los colaboradores”. Sólo cuando usted claramente trace la línea en los asuntos prácticos, podrá saber qué cosas están dentro de la jurisdicción de los ancianos. Sólo entonces podrá establecer una separación y discernir todas las cosas según el límite de la verdad. Entonces sabrá si cierto asunto ha contradicho la verdad o si está dentro de los límites de la verdad. De este modo, sabrá si debe tratar un asunto. De lo contrario, usted siempre acabará haciendo lo que no debe hacer. Todas estas cosas tienen que ver con el entendimiento que usted tenga.

VIII. LOS LÍMITES ENTRE LAS IGLESIAS

Asimismo hay un límite entre las iglesias. Es cierto que todas las iglesias locales están en el Señor; también es cierto que todas ellas deben tener comunión entre sí y hacer lo posible por ayudarse mutuamente. Pero una vez que surja un problema, será necesario establecer claramente los límites. Usted debe distinguir claramente si un asunto pertenece a una iglesia local o a otra. Algunos ancianos tienen un corazón que es demasiado bueno. Les parece que puesto que no están lejos de cierta iglesia, deben ayudar a esa iglesia, ¡y entonces prosiguen y toman decisiones por dicha iglesia! Todo esto puede ser hecho con buenas intenciones, pero a menudo causa daño. No piense que esto es de poca importancia. Debemos siempre aprender a trazar claramente los límites. Si cierto asunto le corresponde a otra iglesia, aunque parezca problemático, debemos remitírselo a ellos, informándoselo a los hermanos responsables y permitiendo que ellos se ocupen del asunto. Aunque debe haber comunión entre las iglesias y aunque ellas deben ayudarse mutuamente en el Señor, con todo, los límites entre las iglesias deben ser claros.

IX. LOS LÍMITES ENTRE LA IGLESIA Y LA OBRA

Los límites entre la iglesia y la obra es un tema muy amplio. Durante los dos mil años de la historia de la iglesia, hay dos problemas que nunca han sido verdaderamente resueltos: uno es el problema de recibir a las personas, y el otro es la relación entre la iglesia y la obra. ¿Cómo debemos recibir a una persona como nuestro hermano? Este problema aún no ha sido resuelto hoy. Al mismo tiempo, los límites entre la iglesia y la obra es también otro problema muy difícil; involucra demasiadas consideraciones y es difícil hacer una clara distinción entre ellas.

Sin embargo, si nos remitimos a las Escrituras sin ningún sentimiento subjetivo y sin dejarnos afectar por nuestro pasado en el cristianismo, y si leemos la Palabra de Dios con una mente lúcida y un espíritu iluminado, veremos que el límite entre la iglesia y la obra es bastante claro. Por un lado, la iglesia lo abarca todo; todos los obreros, incluyendo al apóstol Pablo, están en la iglesia. Cuando Pablo fue a Corinto, él era un hermano en la iglesia en Corinto; cuando fue a Éfeso, él era un hermano en la iglesia en Éfeso; y cuando fue a Antioquía, él era un hermano en la iglesia en Antioquía. El hecho de que tuviera un don y pudiera ejercitar su función y brindar un suministro a otros, era otro asunto. Como hermano él era un miembro de la iglesia. No obstante, por otro lado, como apóstol era un obrero, y era responsable por una parte de la obra del Señor. Como tal, su posición claramente iba más allá de la jurisdicción de la iglesia. De lo contrario, si los obreros y la obra estuvieran completamente bajo la iglesia, sería posible para la iglesia tener obreros y enviar obreros a otros lugares y dirigirlos, o iniciar una obra. Esto iría absolutamente más allá de la enseñanza de las Escrituras. Por consiguiente, podemos ver que como hermano, un obrero está en la iglesia, pero como alguien que el Señor ha comisionado, él existe aparte de la jurisdicción de la iglesia.

Por un lado, toda la obra en todo lugar es para la iglesia. Los obreros cumplen la función de establecer una iglesia o de edificar a las iglesias. Por otro lado, todas las iglesias en todo lugar deben someterse a la obra del Señor. Las iglesias deben orar por la obra, abastecerla y tener comunión con ella en cuanto a las finanzas. Sin embargo, debe tenerse muy claro una cosa: toda la obra realizada con un alcance más grande de la localidad está absoluta y completamente en manos del obrero y no en manos de ninguna iglesia local. Una iglesia local sólo puede ser responsable por la obra que se lleva a cabo en su propia localidad. Por ejemplo, en cada localidad la obra del evangelio, la obra de edificar a los santos, y la obra de la visitación y enseñanza son responsabilidades de la iglesia local. Todos los obreros que vayan allí a laborar deben someterse a esa iglesia local. Pero la obra que tiene un alcance más grande de la localidad, la obra pionera, no pertenece a ninguna iglesia local. La iglesia en Taipéi no puede enviar a un hermano a la iglesia en Shindien para que edifique a la iglesia allí. El Señor no le ha dado a la iglesia el derecho de realizar tal obra. Sólo los apóstoles comisionados y los obreros del Señor tienen el derecho de realizar tal obra de alcance más grande de la localidad. Tales obras están en manos de los obreros. Ésta es la relación que existe entre la iglesia y la obra. Si sabemos esto, veremos claramente los límites cuando tratemos ciertos asuntos. Sólo entonces podremos decir que determinado asunto le pertenece a la iglesia y que otro asunto les pertenece a los obreros y a la obra.

A veces un colaborador de más edad o de mucha experiencia puede venir a nuestra localidad. Los ancianos deben tener claro si él viene o no simplemente como un hermano. Si él tiene un don para ejercitar aquí, o si siente la carga o la dirección de laborar aquí es otro asunto. Es un hecho que la administración de una iglesia local todavía está en manos de los ancianos. Por lo tanto, ningún obrero, por experimentado o espiritualmente avanzado que sea, puede reemplazar a los ancianos y asumir la responsabilidad de la iglesia.

En algunos lugares, debido a que los ancianos no tienen claro este límite, cuando un colaborador de más edad viene a la iglesia, ellos rápidamente le ponen en sus manos todas sus responsabilidades. Es como si dijeran: “Usted es una persona de más edad y sabe cómo tomar la delantera; por favor, asuma la responsabilidad del liderazgo”. Les pido que entiendan que ése no es un concepto acertado. El apóstol Pablo nunca actuó de esa manera. Ninguno de los apóstoles ha actuado jamás de esa manera. Es otro asunto si un apóstol es guiado por el Señor y se queda por un período más largo en un lugar donde hay necesidad, y entonces él llega a ser también un anciano en esa iglesia local. Pero él jamás puede asumir la responsabilidad de la iglesia en la posición de un apóstol y en calidad de obrero. Lo máximo que puede hacer es llegar a ser uno de los ancianos y coordinar con los demás ancianos en calidad de anciano para llevar juntamente con ellos la responsabilidad de esa iglesia local. Si los ancianos pueden aprender a entender este límite, la iglesia ciertamente se beneficiará grandemente.


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