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Constitución y la edificación del Cuerpo de Cristo, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-87083-858-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 6 de 6 Sección 2 de 5

IV. LA CONSUMACION DE LA TRANSFORMACION
EN LA EDIFICACION DEL CUERPO DE CRISTO

Ahora queremos ver la consumación de la transformación en la edificación del Cuerpo de Cristo. Debemos prestar nuestra atención a las palabras consumación y transformación, puesto que no son palabras comunes sino palabras especiales. Es imposible que la transformación sea consumada de una vez por todas; por eso, se requiere un proceso. Al final del proceso de la transformación, habrá una consumación.

A. Constituye a los creyentes, los cuales crecen
y maduran en la vida de Cristo, hasta ser materiales preciosos para el edificio de Dios

Esta transformación, en su consumación, constituye a los creyentes, quienes crecen y maduran en la vida de Cristo, haciéndolos materiales preciosos para el edificio de Dios (Mt. 13:44-46; 1 Co. 3:12). La palabra constituye es una palabra especial. Un edificio físico no se construye al ser constituido, sino con varios materiales que son unidos. En el caso de un edificio físico no hay nada orgánico, puesto que no depende del crecimiento. Sin embargo, un árbol es algo orgánico que crece. No se edifica con la añadidura de materiales. Un árbol sólo puede crecer, y ese crecimiento se realiza con cierta clase de constitución. El árbol crece al tomar algo del elemento vital. Podemos echarle fertilizante y agua y podemos podar sus ramas, pero crece por sí mismo según es constituido con el elemento vital. ¿Cómo puede un pequeño brote verde llegar a ser un árbol alto? Llega a ser tal árbol siendo constituido del elemento vital, el cual lo hace crecer.

La esencia de la semilla del árbol espontáneamente se mezcla con la tierra, no toda la tierra, sino sólo la esencia de la tierra. La esencia de la tierra y la esencia de la semilla crecen juntas, y estas dos esencias son los mismos materiales que constituyen el árbol. Este cuadro es muy significativo. Cuando el Señor Jesús se sembró como la semilla de vida en nuestro corazón, la tierra, la semilla empezó a crecer. Cristo como la semilla de vida divina y los creyentes como la tierra humana que cultiva, llegan a ser uno para producir el elemento orgánico para la constitución de la iglesia (Ef. 1:22).

El apóstol Pablo dijo en 1 Corintios 3 que somos labranza de Dios, Su tierra cultivada (v. 9) que cultiva a Cristo. Este concepto concuerda con lo que el Señor dice en Mateo 13. El dijo que se sembró como la semilla y que nosotros somos la tierra. Cuando la esencia de la semilla y la esencia de la tierra se juntan y se mezclan, una obra constitutiva ocurre. Luego crecemos para ser “árboles de Cristo”.

En 1 Corintios 3 el apóstol Pablo nos dice que no solamente somos la labranza de Dios para cultivar a Cristo sino que también somos el edificio de Dios (v. 9). El edificio de Dios no pertenece a la vida vegetal, sino únicamente a la vida mineral. Consideren la Nueva Jerusalén. ¿Qué estará allí? La Nueva Jerusalén se edifica con oro, perlas y piedras preciosas (Ap. 21:18-21). La ciudad tiene doce fundamentos y estos fundamentos son doce capas de piedras preciosas (vs. 14, 19-20). Además, la primera capa es jaspe (v. 19), el muro de la ciudad es jaspe (v. 18) y la luz de toda la ciudad es como una piedra de jaspe (v. 11). Dios se parece al jaspe (4:3), así que toda la Nueva Jerusalén se parece a Dios y lo expresa al brillar. Dios que se sienta en el trono se parece al jaspe y nosotros, la ciudad entera, lleva Su apariencia, así que somos Su agrandamiento. La Nueva Jerusalén también tiene doce perlas por sus doce puertas (21:21), y la ciudad misma es de oro puro (v. 18). Nada que exista en la Nueva Jerusalén puede ser quemado porque no proviene de la vida vegetal, sino que está edificado con oro, perlas y piedras preciosas.

La Biblia primero usa las plantas para dar un cuadro de los que creen en Cristo. La semilla sembrada en la tierra crece, pero por ella misma no puede crecer. Necesita alguna esencia de la tierra que corresponda con su esencia. Estas dos esencias luego pueden crecer juntas aumentando la semilla y convirtiéndola en un árbol. Esto es un cuadro de nuestro crecimiento en vida. Mientras crecemos en vida, también somos transformados en vida. Las piedras preciosas son materiales transformados producidos por mucho calor y presión.

Cuando fuimos salvos, éramos como brotes verdes y tiernos, pero poco a poco llegaremos a ser piedras preciosas al ser transformados. El huerto de Edén, al principio de la Biblia, finalmente llega a ser una ciudad, al final de la Biblia. Nosotros estamos en el camino de ser primero un huerto hasta ser finalmente una ciudad, por el proceso de la transformación. Este camino es largo, y este largo camino es en realidad Cristo mismo. Cristo nos dijo que El es el camino (Jn. 14:6a). Cuando recibimos a Cristo, llegamos a ser uno con El. Luego empezamos a seguirle y El llegó a ser nuestro camino. Hoy seguimos en este camino, y nuestro destino es la Nueva Jerusalén. Esta es la revelación divina de la Biblia. Hoy todavía somos mayormente plantas, pero estamos siendo transformados en piedras preciosas para el edificio de Dios. La medida de la edificación de la iglesia depende de cuánto hemos crecido. Mientras crecemos, somos transformados de plantas a minerales, es decir, a piedras preciosas para el edificio de Dios. Esta es la visión clara de la Biblia.

En Mateo 13 hay siete parábolas. Las primeras cuatro parábolas tratan de la vida vegetal. La primera parábola habla del sembrador que salió para sembrar (vs. 1-23); en la segunda, el enemigo viene a sembrar cizaña (vs. 24-30, 36-43); la tercera está relacionada con la semilla de mostaza (vs. 31-32); y la cuarta habla de la mujer que tomó la levadura y la puso en la flor de trigo (vs. 33-35). Todas estas cuatro parábolas están relacionadas con la vida vegetal. Si permanecemos en la etapa vegetal, tendremos problemas. Tendremos problemas como por ejemplo estar junto al camino, con las aves, con las rocas escondidas y con los espinos, lo cual significa la ansiedad de esta edad y el engaño de las riquezas. También tendremos problemas con la semilla de mostaza que tiene un cambio en su naturaleza y se convierte en un gran árbol y también con todo tipo de levadura.

Toda clase de “ismo”, como por ejemplo el judaísmo, el catolicismo, el protestantismo, el socialismo, el nacionalismo, el racismo y el liberalismo son diferentes clases de levadura. Hace varios años, un médico me dijo que deberíamos establecer unos hospitales. Esto es liberalismo. Otra persona vino y me dijo que la iglesia que estaba en su localidad pensaba empezar una escuela y usar el local de la iglesia para esto. Debemos saber que si entramos en la esfera de establecer hospitales o escuelas, tendremos toda clase de problema, y toda clase de microbio entrará en la vida de la iglesia. Yo vi esto en la China continental. Los misioneros establecieron hospitales y escuelas, y estos llegaron a ser parte del gran árbol con grandes ramas, buenas para que las aves hagan nidos allí. La idea de tener hospitales o escuelas está relacionada con el liberalismo. Por eso el Señor dijo que la puerta es estrecha y el camino restringido que lleva a la vida (Mt. 7:14). Necesitamos ser vigilantes no sea que algo de la levadura entre en la vida de la iglesia, como por ejemplo el pensamiento liberal. Un poco de levadura leuda y corrompe toda la masa, toda la iglesia (1 Co. 5:6).

La quinta y la sexta parábolas, en Mateo 13, no hablan de la vida vegetal. La quinta parábola habla acerca del tesoro (v. 44) y la sexta habla acerca de la perla (vs. 45-46). ¿Se puede leudar un tesoro? Un diamante grande nunca puede ser leudado. ¿Se puede leudar una perla? Aun si entierra la perla junto con levadura, la perla nunca será leudada.

Mateo 13 nos muestra que mientras el Señor obra, Su enemigo también opera. Cuando nos quedamos en la etapa de la vida vegetal, fácilmente podemos contaminarnos con los microbios. Pero cuando somos transformados de plantas a tesoros preciosos y aun llegamos a ser la Nueva Jerusalén, no habrá posibilidad alguna de que nos contaminemos con los microbios. Para ese entonces todos nosotros habremos sido transformados en piedras preciosas, las cuales el enemigo no tiene manera de leudar.

Necesitamos vigilar para que no entre ningún tipo de levadura en la vida de la iglesia. Algunos que están en la vida de la iglesia tal vez deseen tener cierto puesto. Esta es la levadura de la ambición. Nuestras opiniones son otro tipo de levadura que puede corromper la vida de la iglesia. Si nadie acepta nuestra opinión, tal vez nos ofendamos. Las opiniones y la ambición de tener un puesto o rango matan la vida de la iglesia. Estas cosas pueden existir entre nosotros porque todavía somos carnales, naturales y estamos en la vieja creación.

Hace muchos años observé a un hermano que quería estar en el cuerpo de ancianos. Pensó que debía ser uno de los ancianos, pero nunca fue un anciano. El dejó la vida de la iglesia y estableció una reunión en su hogar a causa de su ambición que no fue realizada. También contrató a un pastor como su pastor de hogar. Con el tiempo, de esa división que él estableció, algunos escritos negativos fueron divulgados que difamaban al hermano Watchman Nee. Esto es un ejemplo de la levadura de ambición. Hoy día hay todo tipo de levadura, pero algún día estaremos en la ciudad santa, la Nueva Jerusalén, la cual no se puede leudar.


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