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Principios básicos en cuanto al ancianatopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4731-0
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CAPÍTULO TRECE

LA NECESIDAD DE CONOCER
EL RECOBRO DEL SEÑOR
EN VIDA Y VERDAD

(3)

Lectura bíblica: 1 Ti. 2:4; 3:15; 4:3; Tit. 1:1; 2 Jn. 1-2, 4; 3 Jn. 1, 3-4, 8

LA REVELACIÓN NEOTESTAMENTARIA
EN CUANTO A LA VERDAD

En las epístolas de 1 y 2 Timoteo, Tito, y 2 y 3 Juan, las cuales fueron escritas durante la degradación de la iglesia, no se recalca tanto la vida como en 1 Juan, sino que en vez de ello se hace hincapié en la verdad. Los siguientes versículos de estas epístolas mencionan la verdad. En 1 Timoteo 2:4 dice: “[Dios] quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al pleno conocimiento de la verdad”. En 1 Timoteo 3:15 dice: “Escribo para que sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad”. En 1 Timoteo 4:3 dice: “Prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los que son creyentes y tienen pleno conocimiento de la verdad”. Tito 1:1 dice: “Pablo, esclavo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios y el pleno conocimiento de la verdad, la cual es según la piedad”. En 2 Juan 1-2 dice: “El anciano a la señora elegida y a sus hijos, a quienes yo amo con veracidad; y no sólo yo, sino también todos los que conocen la verdad, a causa de la verdad que permanece en nosotros, y estará para siempre con nosotros”. El versículo 4 dice: “Mucho me regocijé porque he hallado a algunos de tus hijos andando en la verdad, conforme al mandamiento que recibimos del Padre”. En 3 Juan 1 dice: “El anciano a Gayo, el amado, a quien amo con veracidad”. Los versículos 3 y 4 dicen: “Pues mucho me regocijé cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu firmeza en la verdad, de cómo andas en la verdad. No tengo yo mayor gozo que éste, el oír que mis hijos andan en la verdad”. Por último, el versículo 8 dice: “Nosotros, pues, debemos sostener a tales personas, para que seamos colaboradores en la verdad”.

En los capítulos anteriores vimos lo que es conocer el recobro del Señor en vida. Además de ello, es necesario que conozcamos el recobro del Señor en verdad. Al igual que la palabra vida, la palabra verdad tampoco ha sido completamente entendida por los santos. Según el concepto natural, la palabra verdad significa “doctrinas” o “principios”, como dice el conocido proverbio: “La honestidad es la mejor política”. Sin embargo, la palabra verdad en la Biblia significa otra cosa. La palabra griega equivalente a verdad en el Nuevo Testamento algunas veces se traduce como “realidad” y otras veces como “veracidad”. Ésta aparece en Juan 1:17, que dice: “La gracia y la realidad vinieron por medio de Jesucristo”. La misma palabra aparece Juan 4:24, que dice: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y con veracidad es necesario que adoren”. Pablo escribe en 1 Timoteo 3:15 que la iglesia es “columna y fundamento de la verdad”. Estos casos muestran que no podemos entender lo que significa la verdad conforme al concepto natural.

Verdad, como se usa en el Nuevo Testamento, significa aquello que es real. En Juan 14:6 Jesús dijo: “Yo soy el camino, y la realidad, y la vida”. Cristo no es la doctrina ni cierto principio, sino la realidad. Todas las cosas positivas en el universo son un tipo de Cristo. El sol, el aire, el agua y el alimento son tipos y sombras de Cristo, quien es el sol, el aire, el agua y el alimento verdaderos. Asimismo, todas las virtudes humanas, como el amor, la santidad, la bondad, la paciencia y la humildad son sombras, pero la realidad de ellos es Cristo mismo. Él es el verdadero amor, santidad, bondad, paciencia y humildad. Las ofrendas del Antiguo Testamento también son sombras; Cristo es la realidad de todas las ofrendas; Él es la realidad de la ofrenda por el pecado, la ofrenda por la transgresión, la ofrenda de paz, la ofrenda de harina, la libación, el holocausto, la ofrenda mecida y la ofrenda elevada. Incluso las palabras que hablamos son una sombra. Cristo debe ser nuestras palabras: nuestra expresión, nuestra dicción, nuestra elocuencia y nuestro léxico. En todo el universo, únicamente Cristo es real; Él es la realidad. Por lo tanto, la palabra verdad en el Nuevo Testamento denota a Cristo como la realidad. Es por ello que en Juan 8 la verdad y el Hijo se usan como si fuesen expresiones sinónimas: Juan 8:32 dice: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”; luego, el versículo 36 dice: “Así que, si el Hijo os liberta, seréis verdaderamente libres”. Cristo, el Hijo, es la verdad. Cuando leemos el Nuevo Testamento, no debemos entender la palabra verdad según el concepto natural, sino más bien entender que se refiere a Cristo como la realidad.

En los capítulos anteriores vimos que la verdad se halla entre la doctrina y la luz. También vimos que la verdad es el contenido de la Biblia. Cuando las personas leen la Biblia, lo primero que reciben es las doctrinas. Luego, cuando el Espíritu Santo ilumina las palabras de la Biblia, las doctrinas llegan a ser realidad, verdad. Sin la iluminación del Espíritu, lo único que tenemos son doctrinas vanas. La verdad es transmitida en las doctrinas; sin embargo, la verdad presente en las doctrinas únicamente puede ser percibida mediante la iluminación del Espíritu. Cuando las doctrinas llegan a ser la verdad, ésta nos trae luz, por que la verdad es el resplandor de la luz. Cuando vemos la verdad, la luz resplandece en nuestro interior. El propósito de obtener la verdad es que la vida nos sea impartida. Cuando el Espíritu nos ilumina, las doctrinas que conocemos llegan a ser la verdad, la cual nos trae la luz, y la luz a su vez nos trae la vida.

No es fácil determinar si la luz o la vida viene primero. Juan 1:4 dice: “En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”. Este versículo implica que la vida viene antes que la luz. Podemos ver este mismo orden en la frase la luz de la vida en 8:12. Sin embargo, en la creación la luz vino primero. Dios creó la luz el primer día, y la vida no apareció sino hasta el tercer día. La razón por la cual no es fácil determinar si la luz o la vida viene primero es que las dos son una. Cuando una está presente, la otra también lo está. Sin embargo, es necesario que veamos que la vida es la meta. La intención de Dios es que nosotros recibamos vida, y es mediante la luz que podemos tener vida. Debido a que Dios es luz, nosotros podemos recibirlo a Él como vida. A fin de ser nuestra vida, Él primero tiene que ser luz para nosotros. A fin de conocerlo y poseerlo como vida, necesitamos ver la luz. La meta de Dios es impartirse en nosotros como vida, pero para esto se requiere que Él sea luz como el procedimiento.


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