Encarnación, inclusión e intensificaciónpor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-940-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Cristo es la vida para los creyentes a fin de que lo vivan a El. Colosenses 3:4 habla de “Cristo, nuestra vida”. La vida que es Dios está en Cristo (Jn. 1:4). El Señor Jesús mismo dijo que El es la vida (Jn. 11:25) y que El vino para que nosotros tuviéramos vida (Jn. 10:10). Por tanto, el que tiene a Cristo tiene la vida (1 Jn. 5:12), y ahora Cristo mora en los creyentes como su vida. El Cristo todo-inclusivo no sólo es nuestra porción para que la disfrutemos; también es la vida para que lo vivamos a El.
Necesitamos conocer a Cristo como la Cabeza de Su Cuerpo que lo expresa. Colosenses 1:18 dice: “El es la Cabeza del Cuerpo que es la iglesia”. Cristo necesita una expresión. Por una parte, El expresa a Dios, pero por otra, El es expresado por el Cuerpo. La Cabeza expresa a Dios, y el Cuerpo expresa la Cabeza. Puesto que Cristo es la Cabeza del Cuerpo, necesitamos asirnos de la Cabeza para que el Cuerpo crezca con el crecimiento de Dios (2:19). Que el Cuerpo se asga de la Cabeza significa que no se deja separar de la Cabeza. Si verdaderamente nos asimos de Cristo como Cabeza del Cuerpo, nada nos separará de El.
Ahora, necesitamos conocer al Espíritu consumado.
El Espíritu consumado es la transfiguración de Cristo en resurrección (1 Co. 15:45). Cristo es la corporificación de Dios, y el Espíritu es la transfiguración de Cristo. En la resurrección Cristo, el postrer Adán en la carne, se hizo el Espíritu vivificante. La resurrección de Cristo consistió en que se transfiguró en el Espíritu vivificante. El era el Cristo en la carne, pero por medio de la resurrección se transfiguró en el Cristo quien es el Espíritu vivificante.
Al Espíritu compuesto se le añadió la divinidad de Cristo, Su humanidad, la muerte con su eficacia y la resurrección con su poder; esto es tipificado por los elementos del ungüento santo de la unción de Exodo 30:23-25. Según el tipo de Exodo 30, el ungüento de la unción era una entidad principal —un hin de aceite de oliva— a la cual se añadieron cuatro especias: la mirra, la canela, el cálamo y la casia. En tipología, el aceite representa al Espíritu de Dios; la mirra que fluye, la muerte de Cristo; la canela, la dulzura y la eficacia de la muerte de Cristo; el cálamo, la resurrección de Cristo; y la casia, el poder, especialmente el poder repelente, de la resurrección de Cristo. El tipo del ungüento de la unción fue cumplido totalmente en el Espíritu vivificante, que contiene la divinidad de Cristo, Su humanidad, la dulzura y la eficacia de Su muerte, y el poder y la eficacia de Su resurrección. Por consiguiente, el Espíritu vivificante es el Espíritu compuesto.
El Espíritu es no sólo el Espíritu vivificante, sino también el Espíritu de vida (Ro. 8:2). El Espíritu de vida es la realidad de la vida, porque este Espíritu contiene el elemento de la vida divina. En realidad, el Espíritu mismo es la vida. Por tanto, en el Espíritu de vida tenemos las riquezas de la vida divina.
La manera de tener la vida es tener al Espíritu. La vida pertenece al Espíritu, y el Espíritu es de vida. Los dos en realidad son uno. No podemos separar la vida del Espíritu, ni el Espíritu de la vida. Si tenemos el Espíritu, tenemos la vida. Si no tenemos el Espíritu, no tenemos la vida. La manera de experimentar la vida divina, eterna y no creada es el Espíritu de vida.
En Romanos 8:9 Pablo habla del Espíritu de Dios que mora en nosotros, y en el versículo 14, de que los hijos de Dios son guiados por el Espíritu de Dios. No debemos entender que el título Espíritu de Dios signifique que el Espíritu es algo que viene de Dios. En el Nuevo Testamento frases como el amor de Dios y la vida de Dios significan que el amor y la vida son Dios mismo. Según el mismo principio, la expresión el Espíritu de Dios significa que el Espíritu es Dios. Por tanto, que el Espíritu de Dios more en nosotros y nos guíe significa que Dios mismo mora en nosotros y nos guía.
El Espíritu de Jesús (Hch. 16:7) es una expresión específica que está relacionada con el Espíritu de Dios y se refiere al Espíritu del Salvador encarnado que, como Jesús en Su humanidad, pasó por la vida humana y la muerte en la cruz. Esto indica que el Espíritu de Jesús contiene no sólo el elemento divino sino también el elemento humano y los elementos de la vida humana de Jesús y el hecho de que sufrió la muerte.
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