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Pastorear a la iglesia y perfeccionar a los jóvenespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-8420-9
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Actualmente disponible en: Capítulo 7 de 10 Sección 2 de 4

PERMITIR QUE LOS JÓVENES SIRVAN
Y DARLES EL SUMINISTRO

En cada escuela debemos producir santos jóvenes que tengan tanta carga por el evangelio que la obra llegue a ser de ellos, y nosotros sencillamente les ayudemos y les demos el suministro a distancia. Quizás un colaborador sirva con un grupo de al menos diez santos jóvenes que no saben cómo reunirse cuando se congregan. El colaborador debería indicarles a los santos jóvenes cómo reunirse, y de ser necesario, también debería darles el suministro. Sin embargo, el suministro no debería ser a manera de guiar a los estudiantes en una reunión o reemplazarlos en la reunión. El colaborador no debería decidir qué día se deben reunir los estudiantes, guiarles a que inviten a sus amigos, llevar la delantera en su reunión o dar un mensaje en su reunión. Si el colaborador ejerce su función de esta manera, sustituye a los estudiantes. Aunque invertirá mucho tiempo y energía, ninguno de los santos jóvenes podrá servir; en vez de ello, ellos apoyarán al colaborador con su presencia. Por la misericordia del Señor, esta clase de obra aún podría llevar algún fruto. La gracia del Señor es abundante. Donde sea que esté la palabra del Señor, allí siempre habrá cierta cantidad de bendición. Si predicamos el evangelio y hablamos la palabra del Señor, el Espíritu Santo siempre obrará. Sin embargo, ése no es el mejor fundamento para nuestra obra.

Nuestra obra consiste en producir un santo que tenga más carga que nosotros. Deberíamos obrar con él hasta que él esté ferviente por el evangelio. Él debería tener tanta carga por el evangelio que incluso si el director de su escuela se opone a Cristo, él encontrará la manera de predicar el evangelio. Nuestra obra es un éxito si nosotros no vamos a una escuela ni le pedimos al director un lugar para que los jóvenes se reúnan. Esto es lo que significa ser un obrero apto. Deberíamos permitir que el hermano a quien hemos perfeccionado tome la delantera entre sus compañeros de clase. Cuando él pida ayuda, deberíamos estar listos para ayudarle a fin de que pueda dar un paso adelante. Si obramos de esta forma, los santos jóvenes decidirán cuándo y dónde tener una reunión. Ellos se ocuparán de su propia reunión y llevarán la carga por la reunión. Aparentemente, el que ellos se reúnan es su obra; en realidad, también es nuestra obra.

Si ésta es la manera en que servimos, cada escuela estará abierta a nosotros. Tanto los estudiantes universitarios como los de escuela intermedia pueden ser ganados de esta manera. En vez de reemplazar a los estudiantes, deberíamos servir junto con ellos y permitirles servir. No es un problema si ellos cometen un error. Deberíamos velar sobre ellos a una distancia y brindarles ayuda cuando sea necesario.

ADIESTRAR A LOS ESTUDIANTES

Si los colaboradores comprenden este principio y lo practican diligentemente, ellos tendrán éxito y la obra será liviana. Muchos de aquellos que sirven en la obra con los jóvenes gastan mucha energía. Ellos son como generales que pelean la batalla por su propia cuenta en vez de permitir que los soldados peleen la batalla. Un general bueno y diestro nunca pelea la batalla por sí solo. Los soldados pelean la batalla y el general dirige las tropas. Si no laboramos de esta manera, podríamos obtener resultados, pero el efecto será mínimo. Mientras más estudiantes podamos adiestrar para que peleen la batalla, mayores serán los resultados.

Deberíamos considerar a los estudiantes como soldados. Si aprendemos este secreto, nuestro servicio será diez veces más efectivo. Entablar combate no requiere demasiada destreza, pero enseñar a otros a combatir sí requiere destreza. A fin de enseñar a otros, uno tiene que ser el primero en aprender. Cuantas más personas enseñe, más tiene que aprender. Si nosotros pudiésemos adoptar esta manera de servir, sería fácil propagar la obra. Hay probablemente trescientos veinte mil estudiantes en Taipéi. Si ganamos una décima parte de ellos, tendremos treinta y dos mil estudiantes. Dios no pide demasiado de nosotros. Él sólo pide una décima parte, pero esta décima parte equivale a treinta y dos mil. Si continuamos por el viejo camino, no podremos ganar tantos estudiantes.

Los colaboradores también tienen que aprender a brindarles el suministro a otros. Ellos tienen que esforzarse en esto. El ejército enfatiza el entrenamiento, el suministro y luego el comando. A menos que una persona haya sido entrenada, no puede comandar tropas en una batalla. Tenemos que aprender la manera científica de servir. La manera científica es contraria a nuestra inclinación natural. Tenemos que aprender muchas cosas a fin de seguir este camino.

Cualquier colaborador que adopte este método en su servicio obtendrá resultados dentro de dos años. Aunque no tenemos muchos colaboradores, de todos modos quisiera animar a todos los colaboradores que inviertan la mayor cantidad de tiempo posible para obrar con los jóvenes. Esto no significa que ellos no deban ocuparse de otros servicios en la iglesia, ni tampoco significa que no deberían ayudar a los ancianos. Esto sencillamente significa que el ochenta por ciento de su tiempo debe pasarse con los jóvenes. Sin embargo, los colaboradores no deben llevar a cabo la obra por ellos mismos; deberían llevar a cabo la obra según esta comunión. Entonces habrá una obra en las universidades, una obra en las escuelas intermedias, una obra en las escuelas secundarias y una obra en las escuelas vocacionales. Si practicamos en conformidad con esta manera de proceder, la obra crecerá continuamente.

Tenemos que permitirles a los estudiantes que tengan sus propias reuniones. Incluso tenemos que dejar libres a los estudiantes de la escuela intermedia y permitirles tener sus propias reuniones. Al mismo tiempo, deberíamos brindarles el suministro, cuidar de ellos y guiarles activamente a una distancia. Los estudiantes universitarias quizás no requieran tanto de nuestro esfuerzo y tiempo. Mientras más jóvenes sean los estudiantes, más tiempo y esfuerzo necesitarán. Esto no significa que deberíamos dirigir sus reuniones. Al contrario, deberíamos permitirles tener sus propias reuniones. Guiar a los estudiantes podría compararse con volar una cometa. Uno sostiene la cuerda que está unida a la cometa, no la cometa misma. Los estudiantes llevan a cabo la obra y nosotros les brindamos el suministro. La manera en que servimos y el suministro que brindamos son el enfoque central de nuestra obra. Estos dos asuntos no son fáciles de aprender. No importa cuál sea la situación, siempre debemos tener algo sólido con el cual podamos brindarles el suministro a otros. No se puede brindarles dicho suministro con tan sólo presentar un mensaje a la semana. Lo que suministremos debería satisfacer la verdadera necesidad de los estudiantes. Inicialmente, esto podría ser difícil, pero mientras más diestros seamos, más fácil llegará a ser. Además, esto es muy eficaz.


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