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Significado del candelero de oro, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1338-4
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Actualmente disponible en: Capítulo 5 de 6 Sección 3 de 5

Conocer el misterio del candelero de oro
por la misericordia del Señor

Los asuntos espirituales no pueden explicarse completamente ni con mil palabras. En estos capítulos hemos visto el candelero de oro. El candelero de oro es Jehová, Jehová es el Cordero, el Cordero es la piedra, y la piedra es Dios mismo. Ahora conocemos estos términos nuevos; sin embargo, si hablamos de ello con otras personas, pensarán que estamos locos debido a que no entienden este tema. Aun en los seminarios teológicos algunos maestros de la Biblia tampoco lo entienden. Aunque tienen la Biblia en sus manos, desconocen estos temas. Pero por la misericordia del Señor, nosotros sí los conocemos. Sabemos que el candelero de oro es Jehová, y que Jehová, el Dios que se relaciona con nosotros, es nuestro Cordero. También sabemos que este Cordero es la piedra en la que Dios grabó una inscripción, y que en un sólo día esta piedra grabada quitó la iniquidad del pueblo de Dios. Esta piedra, finalmente, es Dios mismo. Esto no podría estar más claro, aun si escuchásemos diez mil palabras adicionales. ¿Qué es la iglesia? La iglesia es el candelero de oro, el candelero de oro es Jehová, Jehová es el Cordero, el Cordero es la piedra, y la piedra es Dios mismo.

No podemos explicar con palabras qué es la iglesia. Es muy misteriosa, no obstante, podemos definirla de la siguiente manera: la iglesia es la réplica del Espíritu junto con Cristo. Si preguntásemos a los alumnos del seminario qué quiere decir que la iglesia sea la réplica del Espíritu junto con Cristo, quizás dirían: “No tenemos tal concepto en nuestra teología sistemática. Sólo tenemos la iglesia. Nosotros no decimos que la iglesia es la réplica del Espíritu junto con Cristo y no entendemos que significa eso”. Sin embargo, nosotros sí lo entendemos; aun los más jóvenes entre nosotros lo entienden. ¿Qué es la iglesia? La iglesia es la réplica, la manifestación, del Espíritu junto con Cristo.

El mover de Dios se efectúa con juicio

El significado del candelero de oro primeramente se relaciona con el resplandor de las siete lámparas, y luego, con el fuego de las lámparas que arden. El fuego de las lámparas fomenta el mover de Dios, y dicho mover conlleva juicio. Siempre que Dios se mueve, El juzga. Dios nunca lleva a cabo una obra de manera titubeante o indecisa. El jamás carga “bolsas de heno”; El siempre es preciso. El recibe sólo lo que se conforma a Su voluntad, y rechaza todo lo demás. Jueces 7 dice que, cuando Dios dispuso que Gedeón destruyera a los Madianitas, Gedeón tenía con él más de treinta mil hombres. Dios intervino en esta situación por causa de Su mover, y Su mover fue el juicio que ejecutó. Dios dijo a Gedeón: “Aún es mucho el pueblo; llévalos a las aguas, y allí te los probaré” (v. 4). La prueba de beber el agua fue un juicio. Al beber el agua, todos fueron probados. Sólo trescientos hombres pudieron seguir a Gedeón, y el resto tuvo que regresar a casa. El mover de Dios es Su fuego que quema, y ese fuego es el juicio que Dios ejecuta para llevar a cabo Su mover.

LOS SIETE OJOS DE DIOS NOS TRANSFUNDEN

Después de que las siete lámparas de fuego arden en nosotros, se convierten en siete ojos. Es maravilloso el hecho que las lámparas resplandecientes llegan a ser las lámparas de fuego, y que las lámparas de fuego se conviertan en los ojos. Sabemos que la hermosura de una persona se halla en sus ojos. Si una persona cierra los ojos, no podemos ver lo que es bello en ella. La hermosura de una persona está en sus ojos. Agradecemos al Señor que las lámparas de fuego finalmente llegan a ser unos ojos hermosos. Testifico que todo aquel que ha estado bajo el fuego, el juicio y la purificación de Dios, y cuyas “bolsas de heno” ha sido quemadas, puede declarar: “Oh Dios, te agradezco que las lámparas de fuego son Tus hermosos ojos”. Las siete lámparas son los siete ojos de Dios.

Quizás algunos digan que los siete ojos atemorizan, pues los ojos de las personas enojadas amedrentan. Las siete lámparas son los siete Espíritus de Dios, los siete ojos de Dios. ¿Son estos siete ojos amedrentadores o hermosos? Algunos podrán decir que unas veces son amedrentadores y otras veces son hermosos, pero el hecho de que sean de una u otra manera no depende de Dios, sino de nosotros. Si nos comportamos debidamente como hijos de Dios, Sus ojos serán hermosos, pero si no, Sus ojos nos infundirán temor. Sin embargo, ya sean de una u otra forma, por lo menos ya no solamente son lámparas de fuego. Agradecemos y alabamos al Señor por Sus ojos. Puedo testificar, juntamente con muchos, que estos siete no son únicamente las siete lámparas de fuego, sino también los siete ojos.

Los ojos no sólo sirven para ver sino también para transfundir. ¿Qué significa transfundir? Significa transmitir nuestro ser a la persona que estamos viendo. Si disfruto la compañía de un hermano, al verlo, le transmito mediante mis ojos el gozo y la dulzura que siento. Sin embargo, si veo a un hermano maleducado y me digo a mi mismo: “¡Oh! es él”, infundiré este sentimiento en él. Transfundir es infundir. Dios se transfunde en nosotros, ya sea como amor o temor.


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