Predicar el evangelio en el principio de la vidapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3771-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El libro de Filipenses nos muestra que la iglesia en Filipos era una iglesia que consideraba siempre el evangelio como su responsabilidad. En el Nuevo Testamento hay varias epístolas que hablan sobre la predicación del evangelio, pero únicamente Filipenses lo hace con mucha claridad. Ni Romanos, 1 y 2 Corintios, Gálatas, Efesios o Colosenses, ni ningún otro libro, ni siquiera en 1 Timoteo tenemos una mención tan clara del evangelio como lo hace Filipenses.
Además, todos los que estudian la Biblia están de acuerdo que Filipenses es un libro que trata sobre la experiencia que tenemos de Cristo. No hay ningún otro libro que trate tanto acerca de experimentar a Cristo como éste. Si lo leemos detenidamente, veremos que el primer capítulo nos dice que Cristo es la vida que reside en nuestro interior para que nosotros vivamos por Él y le expresemos en nuestro vivir. El segundo capítulo nos dice que Cristo es nuestro modelo. El tercer capítulo dice que Cristo es el blanco de la meta, y el cuarto capítulo dice que Cristo es el secreto. Este libro es muy breve y a la vez muy profundo y categórico en cuanto a la experiencia que tenemos de Cristo.
Aunque Filipenses primordialmente trata de la experiencia que tenemos de Cristo, también trata de la predicación del evangelio que realiza la iglesia. Esto nos muestra que la predicación del evangelio está relacionada con la experiencia de Cristo y se lleva a cabo en la experiencia que tenemos de Cristo. Al comienzo del capítulo 1, Pablo dice que la predicación del evangelio es una buena obra que el Señor había empezado y que Él la perfeccionaría hasta el día de Cristo Jesús (vs. 5-6). Al final del capítulo, él habla de combatir unánimes, de luchar como un solo hombre, no como individuos aislados sino hombro a hombro, junto con la fe del evangelio (v. 27). En los versículos del 18 al 21 Pablo dice: “¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o con veracidad, Cristo es anunciado; y en esto me gozo; sí, me gozaré aún. Porque sé que por vuestra petición y la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi salvación, conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia”. Según el contexto completo, la manera apropiada de predicar el evangelio es expresar a Cristo en nuestro vivir y magnificar a Cristo en nuestro cuerpo. Esto no es simplemente predicar con palabras, y mucho menos predicar con el acompañamiento de milagros, sino predicar en virtud de una vida que es Cristo mismo.
El capítulo 15 del Evangelio de Juan se centra en la vida, mientras que el capítulo 17 hace referencia a la edificación. Los versículos del 4 al 5 del capítulo 15 dicen: “Permaneced en Mí, y Yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en Mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en Mí, y Yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de Mí nada podéis hacer”. El versículo 8 dice: “En esto es glorificado Mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así Mis discípulos”, y el versículo 12 dice: “Éste es Mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como Yo os he amado”. En 17:21 habla de la edificación diciendo: “Para que todos sean uno; como Tú, Padre, estás en Mí, y Yo en Ti, que también ellos estén en Nosotros; para que el mundo crea que Tú me enviaste”. El capítulo 15 nos habla de llevar fruto al permanecer en Cristo, y el capítulo 17 dice que el mundo cree al ver la unidad de los creyentes. Nuestra unidad en Cristo es el testimonio más convincente. Es al ver esta unidad que la gente del mundo conocerá algo de la salvación de Cristo, y entonces creerán que Cristo es el que fue enviado por Dios.
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