Living Stream Ministry

LA MISMA VIDA

Supongamos que tenemos aquí a dos hermanos. ¿Cuántas vidas tienen ellos? Algunos dirán que tienen dos, y otros dirán que tienen tres vidas. Pero yo no estaría de acuerdo con eso. Ellos únicamente tienen una sola vida, y esa vida es Cristo. Todos tenemos la misma vida, porque todos tenemos a Cristo en nosotros. Sin embargo, una cosa es tener una sola vida, y otra muy distinta, vivir por esa vida. El problema es que aunque tenemos una sola vida, vivimos por otra vida. Todos tenemos una misma vida, pero todos vivimos por diferentes vidas. En lugar de vivir por Cristo, tomándole como nuestra vida, nosotros vivimos por nuestra propia vida. Es posible que no hayamos hecho nada malo. De hecho, es posible que durante todo el día hayamos vivido sin hacer nada malo. Sin embargo, ¿podríamos decir que durante todo el día vivimos por Cristo? Hay una gran diferencia entre estas dos cosas.

El Señor Jesús dijo: “El que me come, él también vivirá por causa de Mí”. Esto no es una norma del bien ni un precepto en el que se nos manda que hagamos todo correctamente. La norma y el precepto sencillamente son Cristo mismo. El bien no debe ser nuestra norma; tampoco hacer lo correcto debe ser nuestro precepto. Nuestra norma y nuestro precepto deben ser simplemente el Señor Jesús mismo. ¿Por qué no va usted al cine? ¿No lo hace porque lo considera malo? Si ésa es la razón por la cual usted no va al cine, me temo que no sabe vivir por Cristo. La razón apropiada debe ser que el Señor Jesús no quiere ir. Si Él no va, entonces yo no voy. La razón por la cual nos abstengamos de hacer algo nunca debe ser que lo consideramos malo. Debe ser porque el Señor Jesús no quiere hacerlo. Debemos ser uno con Él, y debemos vivir por causa de Él.

EL VERDADERO AMOR

El verdadero amor consiste en vivir por la persona que amamos. Si amamos al Señor Jesús, no debemos tratar de hacer nada para Él; simplemente debemos vivir por Él. Vivir por Él demuestra que lo amamos verdaderamente. Todas las esposas saben que es mucho más fácil hacer cosas para sus esposos que vivir por ellos. Todas ellas saben que vivir por sus esposos inevitablemente las pondrá en la cruz. Cualquier esposa puede hacer cosas buenas para su esposo, pero me temo que no hay ni siquiera una sola esposa que viva por su esposo. Una cosa es que usted haga cosas para su esposo, pero otra muy distinta, que lo tome como su persona.

Muchas veces le he dicho al Señor Jesús que estoy dispuesto a hacer cualquier cosa para Él. Pero Él me dice: “Sé que harías esas cosas para Mí, pero no me tomas como tu persona. Te gusta hacer cosas para Mí, pero no te gusta vivir por Mí”. Es fácil hacer cosas para el Señor, pero no es tan fácil vivir por Él. Ayudar a un hermano por causa del Señor es fácil, pero vivir por el Señor al visitar a ese hermano no es tan fácil. Hacer cosas para el Señor no requiere que nos neguemos al yo, pero vivir por el Señor exige que nos rechacemos a nosotros mismos. Cada vez que vayamos a visitar a un hermano o a una hermana, debemos permanecer en el Señor y permitir que Él permanezca en nosotros. Debido a que separados de Cristo, nada podemos hacer. El problema es que aparte de Cristo podemos hacer toda clase de cosas. Podemos hablar separados de Cristo. Podemos tener comunión separados de Cristo. Podemos hacer muchas cosas separados de Él. Sin embargo, en lo que a Dios se refiere, todo lo que hagamos separados de Cristo equivale a nada.

UNA VIDA DIARIA

El hecho de que Cristo more en nosotros es una vida, no una doctrina. Este Cristo que mora en nosotros debe llegar a ser nuestra vida diaria. El problema es que a todos se nos ha educado de cierta manera. Nosotros hemos recibido toda clase de enseñanzas religiosas. Sabemos todo lo relacionado con el bautismo, y conocemos la doctrina de que Cristo mora en nosotros. Pero ¿quién vive por Cristo? La verdadera necesidad es aplicar el hecho de que Cristo mora en nosotros. Esto implica que todo lo que hagamos, no debemos hacerlo por nosotros mismos, sino por el Cristo que vive en nosotros. Debemos poder declarar: “Señor Jesús, no soy yo quien hace esto, sino Tú. Tú eres la persona que mora en mí, y el hecho de que moras en mí debe ser mi vida diaria”.

Los resultados básicos de los evangelios de Mateo y Juan son muy sencillos. Mateo nos dice que bauticemos a las personas en el nombre del Dios Triuno, y que el Señor Jesús estará con nosotros todos los días hasta la consumación del siglo. Luego, Juan nos dice cómo el Señor se infundió en Sus discípulos al soplar en ellos. Eso es todo. Un libro nos dice que todos fuimos bautizados en Él. El otro nos dice que Él con Su soplo se infundió en nosotros. Ahora Él vive en nosotros. Mateo dice que nosotros estamos en Él y Juan dice que Él está en nosotros. Esto es sumamente sencillo. Sin embargo, nos apartamos de la sencillez de Cristo.

Todos tenemos que regresar una y otra vez a este punto. Muchas veces durante el día, hora tras hora, debemos regresar a este asunto de que nosotros estamos en Él y Él vive en nosotros. Él debe ser nuestro Cristo diario. Cuando practicamos esto, vemos que nuestra vida diaria será enriquecida por el hecho de que Cristo mora en nosotros. Entonces nuestra vida diaria llegará a ser muy viviente y nueva. Cada vez que venimos a las reuniones, siempre tendremos algo de Él que compartir con los demás porque seremos personas muy ricas, nuevas, frescas y que están muy unidas al Señor en nuestro espíritu. De este modo, Su vida que mora en nosotros vendrá a ser nuestra vida diaria.