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Cristo como el Espíritu en las Epístolaspor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6299-3
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CAPÍTULO UNO

CRISTO COMO ESPÍRITU,
SEGÚN SE PRESENTA EN ROMANOS,
TIENE COMO FIN LA FILIACIÓN DIVINA

Lectura bíblica: Ro. 1:3-4; 8:26-30, 14-17; 5:10; 8:2, 9-10

Desde el libro de Romanos hasta las siete epístolas de Apocalipsis 2 y 3, las Epístolas del Nuevo Testamento revelan que Cristo es el Espíritu vivificante. El cristianismo ha cometido un error al decir que Cristo es Cristo, que el Espíritu Santo es el Espíritu Santo, y que Ellos están separados. Al contrario, en el Nuevo Testamento, especialmente en las Epístolas, es difícil hacer una división o separación entre Cristo y el Espíritu.

Cristo como Espíritu nos es revelado en muchos aspectos en las Epístolas. El Espíritu todo-inclusivo no es nada menos que Cristo ni nada más que Cristo; Él es simplemente Cristo mismo. El libro de Romanos representa la entrada a este campo en el cual de una manera todo-inclusiva Cristo nos es revelado como el Espíritu.

EL LINAJE DE DAVID DESIGNADO HIJO DE DIOS
SEGÚN EL ESPÍRITU DE SANTIDAD

Romanos 1:3 y 4 dicen: “Acerca de Su Hijo, que era del linaje de David según la carne, que fue designado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos, Jesucristo nuestro Señor”. Muchas personas, cuando leen Romanos, pasan por alto estos versículos y no ven la conexión que tienen con el capítulo 8. Como linaje de David, Cristo es un hombre en la carne, un descendiente del hombre, el Hijo del Hombre. Mediante la resurrección, este Cristo fue designado Hijo de Dios según el Espíritu de santidad.

El título el Espíritu de santidad es diferente que el Espíritu Santo. En el texto griego de varios versículos hallados en el Nuevo Testamento, el término el Espíritu Santo literalmente es “el Espíritu, el Santo”. Hebreos 3:7 y 10:15, por ejemplo, dicen en griego to pnéuma, to hagión, “el Espíritu, el Santo”. El Espíritu mismo es el santo. La santidad no es nada menos que el Espíritu mismo. Referirse al Espíritu como “el Santo” es semejante a llamar a Jehová “el Eterno”. Jehová significa “Yo soy el que soy”. Él es Aquel que era, es y será, Aquel que no tiene principio ni fin. Como tal, Jehová mismo es el Eterno. De la misma manera, el vocablo griego que se traduce “el Espíritu Santo” indica que el Espíritu mismo es el santo.

Romanos 1:4 habla del Espíritu de santidad. Esto se refiere a una condición o situación de santidad. La santidad aquí denota una situación, una condición, un dominio o una esfera. La condición, situación y apariencia de Cristo antes de Su resurrección radican en que Él era el Hijo del Hombre, el linaje de David. Sin embargo, mediante Su resurrección Él fue designado el Hijo de Dios según una situación, una condición, un dominio, una esfera diferente, es decir, según el Espíritu de santidad.

Cuando Cristo estaba en la carne, parecía ser sólo del linaje del hombre, pero mediante Su resurrección fue designado el Hijo de Dios según otra condición, situación, dominio y esfera, que es el Espíritu de santidad. Esto fue la transformación por la que Cristo pasó de una condición a otra. En contraste con el término Espíritu de santidad podemos usar la expresión carne del hombre común. Como linaje de David según la carne, Cristo parecía tener una condición común. Al ser transfigurado en el monte, Su condición era según el Espíritu de santidad, pero mientras vivía como carpintero en Nazaret, Él estaba entre los hombres comunes y corrientes según la carne del hombre común. Si le hubiéramos visto en aquel entonces, nos habría sido muy difícil reconocer que Él era diferente de los demás. Sin embargo, después de Su resurrección, Cristo fue designado el Hijo de Dios según el Espíritu de santidad. Cada parte de Su ser fue transformado de una forma y condición a otra para que Él pudiera ser designado Hijo de Dios según el Espíritu de santidad.

El Espíritu de santidad mencionado en el versículo 4 está en contraste con la carne en el versículo 3. Al igual que la carne en el versículo 3 se refiere a la naturaleza humana de Cristo en la carne, así también el Espíritu en el versículo 4 no se refiere a la persona del Espíritu Santo de Dios, sino a la esencia divina de Cristo. Esta esencia divina de Cristo, por ser Dios el Espíritu (Jn. 4:24), la divinidad de Cristo, proviene de la santidad y está llena de la naturaleza y de la calidad de ser santo.


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