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Cómo disfrutar a Dios y cómo practicar el disfrute de Diospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6564-2
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CAPÍTULO DIECINUEVE

EJERCITARNOS PARA ORAR
EN EL ESPÍRITU SANTO

Lectura bíblica: Jud. 20

LA NECESIDAD DE ORAR EN EL ESPÍRITU SANTO

En este mensaje practicaremos la oración valiéndonos de Judas 20. Este versículo nos habla de dos cosas. En primer lugar, nos habla de ser edificados en la santísima fe, lo cual está relacionado con la lectura de la Palabra. En segundo lugar, nos habla de orar en el Espíritu Santo, lo cual tiene que ver con la oración. Ningún otro versículo de la Biblia es tan conciso como éste respecto al asunto de la oración. La oración debe ofrecerse en el Espíritu Santo. Debemos orar en el Espíritu Santo. La oración, en la cual el hombre coopera con Dios, debe poseer dos naturalezas. Las oraciones que únicamente provienen del hombre, las cuales no están mezcladas con Dios, son simplemente oraciones religiosas. Dichas oraciones no nos llevan a tocar a Dios, a inhalarle ni tampoco nos acercan a Él. Es por ello que Judas dice que debemos orar en el Espíritu Santo. Las palabras en el Espíritu Santo son una muy buena expresión. En Efesios 6:18 la versión china, Chinese Union Version, traduce este pasaje “orando por el Espíritu”. El significado de orar por el Espíritu no es claro. Sin embargo, Judas ha sido traducido correctamente; debemos orar en el Espíritu Santo. Orar en el Espíritu Santo significa que nosotros y el Espíritu Santo debemos orar juntos.

El secreto de la vida cristiana es que nos mezclemos con el Espíritu Santo. La vida espiritual de un cristiano tiene que ver absolutamente con que el hombre se mezcle con el Espíritu Santo. Cuando estamos en el Espíritu Santo, tenemos una vida espiritual; pero cuando no lo estamos, no tenemos una vida espiritual. Es posible que tengamos toda índole de actividades religiosas, pero si no estamos en el Espíritu Santo, no existe posibilidad alguna de que tengamos una vida espiritual genuina. Esto se aplica particularmente a la oración. Aparte del Espíritu Santo, lo único que podemos ofrecer son oraciones religiosas que comúnmente se escuchan en el cristianismo. Tales oraciones no tienen ningún valor espiritual delante de Dios. Si queremos ofrecer oraciones genuinas y espirituales, oraciones que lleguen a Dios, y nos lleven a tocar a Dios e inhalarlo, y oraciones que estén en Dios, debemos orar en el Espíritu Santo.

ESTAR EN EL ESPÍRITU SANTO IMPLICA
LA COMUNIÓN Y MEZCLA DEL ESPÍRITU SANTO
CON NUESTRO ESPÍRITU

Puesto que muchos hermanos y hermanas aún no entienden lo que es estar en el Espíritu Santo, permítanme explicar esto un poco más. Dios es Espíritu, y nosotros tenemos un espíritu. Nuestro espíritu es igual en naturaleza al Espíritu de Dios. El Espíritu de Dios es invisible e inmaterial. Nuestro espíritu también es invisible e inmaterial. Así que, en nuestro interior tenemos un espíritu que nos permite contactar a Dios, quien es Espíritu.

El Señor Jesús dijo que Dios es Espíritu y que es necesario que los que le adoran, le adoren en espíritu (Jn. 4:24). Eso significa que tenemos que volvernos a nuestro espíritu y ejercitarlo a fin de adorar y tocar a Dios, quien es Espíritu. Estos dos espíritus, el Espíritu de Dios y nuestro espíritu, necesitan tener comunión el uno con el otro, vivir juntos y mezclarse. Por ello Romanos 8:16 dice: “El Espíritu mismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”. Las palabras juntamente con revelan que el Espíritu y nuestro espíritu se mezclan como una sola entidad.

Nosotros fuimos creados como hombres, y tenemos un espíritu en nuestro interior. En el momento de nuestra salvación, la sangre nos lavó y el Espíritu Santo entró en nuestro espíritu. En el Evangelio de Juan el Señor Jesús dijo que cuando el Espíritu viniera, estaría con nosotros para siempre (14:16-17), que permanecería en nosotros para siempre. Todo creyente tiene al Espíritu de Dios en su espíritu. El Espíritu de Dios está en nuestro espíritu, y nuestro espíritu está en Su Espíritu. Ambas expresiones, Vosotros en Mí y Yo en vosotros, se encuentran en el Evangelio de Juan (v. 20). Esto ocurre en nuestro espíritu. Vosotros en Mí significa que nuestro espíritu está en Su Espíritu, y Yo en vosotros significa que Su Espíritu está en nuestro espíritu. La frase permaneced en Mí, y Yo en vosotros significa que nuestro espíritu permanece en Su Espíritu, y que Su Espíritu permanece en nuestro espíritu (15:4). Estos pasajes de las Escrituras describen una condición en nuestro espíritu.

Algunos preguntarán cómo sabemos que esta condición existe en nuestro espíritu. ¿Cómo sabemos que el Espíritu de Dios permanece en nuestro espíritu y que nuestro espíritu permanece en Su Espíritu? En otras palabras, ¿cómo sabemos que en nuestro interior ocurre una comunión y mezcla entre los dos espíritus? Esto es algo que todo creyente puede saber fácilmente. Por ejemplo, aunque nuestras circunstancias externas puedan ser dolorosas y difíciles de soportar, tenemos una dulce sensación de consuelo y un gozo inefable en lo profundo de nuestro ser. Esta sensación de consuelo y gozo es el resultado de experimentar a Dios. Es una sensación de estar delante de Dios, de estar junto con Él. En otras ocasiones podemos estar confundidos, sin saber qué hacer. Pero si acudimos al Señor, nuestra condición interior será resplandeciente y transparente, y espontáneamente sabremos con claridad cómo proceder. Esta condición en lo profundo de nuestro ser es la historia en la cual el Espíritu de Dios se mezcla con nuestro espíritu.

En ocasiones podemos sentirnos secos, vacíos e inseguros aunque no nos haga falta nada externamente. Podemos sentirnos intranquilos, ya sea que estemos sentados, caminando o acostados. Esto revela que nuestro espíritu está carente de la presencia de Dios; que a nuestro espíritu le hace falta el alimento del Espíritu Santo. Hay una carencia entre nuestro espíritu y el Espíritu.

Estos ejemplos nos ayudan a entender lo que significa que el Espíritu de Dios esté en nuestro espíritu y que nuestro espíritu esté en Su Espíritu. Una vez que entendemos la historia de la comunión mutua que tienen estos dos espíritus, podemos entender lo que significa estar en el Espíritu Santo. Estar en el Espíritu Santo es completamente un asunto relacionado con nuestro espíritu.

Hay una historia acerca de un hermano cuyo rostro irradiaba un gozo inefable mientras trabajaba. Él estaba tan contento que hasta se reía continuamente. Esto hizo que sus colegas le preguntaran qué le había sucedido. Ellos pensaban que era algo psicológico. Él les dijo que puesto que ellos no tenían a Jesús en su interior, no podían entender lo que le estaba ocurriendo. Les dijo que su gozo era el resultado de que su espíritu tuviera comunión con el Espíritu de Dios que estaba en él. Por esta razón, él no podía evitar estar contento. Les dijo que si su felicidad fuese simplemente algo psicológico, eso sería fingido y forzado. Cuando su espíritu tenía comunión con el Espíritu de Dios, todas sus cargas desaparecían. Así que, no podía evitar manifestar una felicidad que provenía desde lo profundo de su ser.

Esta historia es un ejemplo de lo que es estar en el espíritu. Mientras toquemos al Espíritu de Dios con nuestro espíritu, tendremos esta experiencia. Aunque no podemos ver al Espíritu de Dios con nuestros ojos ni tocarlo con nuestras manos, podemos percibirlo claramente cuando Él nos toca interiormente. En la noche del día de Su resurrección, el Señor Jesús sopló en los discípulos y les dijo: “Recibid al Espíritu Santo” (Jn. 20:22). El Señor Jesús usó el aliento para representar al Espíritu Santo. Esto es muy significativo. Aunque no podemos ver ni tocar el aire, sabemos que ha entrado en nosotros porque interiormente nos sentimos aliviados, refrescados y consolados. En contraste, cuando no circula suficiente aire en el cuarto donde estamos, nos sentimos sofocados e incómodos. Esto es un buen ejemplo que también se aplica al Espíritu Santo que está en nosotros. Cuando no tenemos suficiente del Espíritu Santo, nos sentimos oprimidos, atados y confinados interiormente, pero cuando tenemos comunión con Él, enseguida nos sentimos aliviados y refrescados. Esta condición indica que el Espíritu Santo está en nosotros y que está mezclado con nuestro espíritu. Esto demuestra que nuestro espíritu mora en el Espíritu de Dios y que Su Espíritu permanece en nuestro espíritu. En otras palabras, nosotros permanecemos en Dios, y Dios permanece en nosotros. Esto se halla absolutamente en el espíritu.


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