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Cristo todo-inclusivo, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-87083-626-8
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CUATRO CATEGORIAS DE RIQUEZAS

Hemos visto que la tierra es rica primeramente en aguas, después en vegetales y en plantas, luego en animales y finalmente en minas o minerales. Hay cuatro categorías. Consideremos su orden; es muy significativo y muy espiritual.

Primero necesitamos el agua; de otra manera, las plantas no pueden crecer. Sin agua, las plantas y los vegetales nunca podrían existir ni crecer. Así que, el agua hace producir los vegetales y las plantas.

En 1958, fuimos a la tierra física de la cual estamos hablando, la tierra de Palestina. Después de quedarnos unos días en Jerusalén, fuimos a ver la ciudad de Jericó, la ciudad maldita. Jerusalén está edificada sobre un monte que está a una altura de tres a cuatro mil pies sobre el nivel del mar, y el valle de Jericó, donde está el mar Muerto, el cual está a una profundidad de seiscientos o setecientos pies bajo el nivel del mar. Así que, en un viaje de aproximadamente tres horas, de Jerusalén al “valle de la muerte” de Jericó, estuvimos solamente bajando. Cuando llegamos al fondo de ese valle, era como si estuviésemos en un horno. ¡Oh, qué calor! ¡Y no había nada de brisa! Era un desierto estéril y de calor abrasador, donde no había más que calor y polvo. Inmediatamente fuimos, en medio de esa escena desolada y árida, a ver las ruinas de la antigua ciudad de Jericó y para nuestra delicia, fuera de la ciudad había agua, un manantial de agua. Era la misma agua que fue sanada por el profeta Eliseo, por eso estábamos muy interesados en verla. Allí estaba: un manantial, una fuente que brotaba y un arroyo que fluía. Al seguir con nuestros ojos el agua, pudimos ver a distancia, en medio de ese valle silvestre, un lugar de hierba verde, palmeras y muchas otras clases de árboles. Era hermoso. Allí estaban el manantial, la fuente, el arroyo que fluía y luego una tierra llena de espeso verdor.

El Espíritu Santo mencionó en primer lugar el agua. El manantial, la fuente y el arroyo producen toda clase de planta y vida vegetal.

Entonces, ¿de qué se alimenta el ganado? Se alimenta de las plantas, de la vida vegetal. Entonces podemos ver el orden: primero las aguas, después los vegetales y luego los animales. Después de estos tres, el Espíritu se dirige a algo más: las piedras y los montes, de los cuales provienen el hierro y el cobre.

Hermanos y hermanas, este orden debe impresionarnos profundamente. Este orden corresponde en un cien por cien con las etapas de la vida espiritual.

LAS ETAPAS DE LA VIDA ESPIRITUAL

En la primera etapa de la vida espiritual, experimentamos a Cristo como el agua viva. Jesús dijo: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba” (Jn. 7:37). Este es el evangelio para los pecadores. Vengan y beban y se llenarán; su sed será saciada. Cuando venimos al Señor, lo experimentamos como el agua viva, como el arroyo vivo. Al continuar en esta experiencia, avanzamos aún más. Se nos dijo que del trono de Dios y del cordero fluye un río de agua viva, y que en este río crece el árbol de la vida. El agua viva nos trae el suministro de Cristo como alimento. Al experimentar a Cristo como el agua viva, usted encontrará que en esta agua crecen varias clases de plantas; tendrá la experiencia de Cristo como su provisión de alimento. En el fluir del agua viva se encuentra el pan de vida, el alimento de vida. Esto significa que usted no sólo experimenta las aguas vivas, sino también el suministro de Cristo como la variedad de alimento. Todas estas clases de alimento lo harán madurar; lo llevarán al punto de estar lleno del Espíritu Santo. Será usted un olivo delante del Señor, un hijo de aceite.

En esto usted es madurado. La experiencia que usted tiene de Cristo es muy rica y dulce, como leche y miel. ¿Qué es la miel? La miel es la crema de toda la vida vegetal. Y ¿qué es la leche? Es la crema de toda la vida animal. La leche y la miel son la crema de todo el suministro de alimento. A veces, cuando usted se siente débil en espíritu y prueba un poquito de Cristo, se da cuenta de cuán rico y dulce es. Usted ha disfrutado sólo un poquito de Cristo como leche y miel. Pero cuando realmente haya madurado en la vida de Cristo, todo el día El será para usted como leche y miel. Cuando por primera vez usted recibe a Cristo, siente que está bebiendo agua viva, pero cuando llega a ser maduro en Cristo, día tras día siente que está bebiendo leche y miel. El es muy dulce y rico para usted. Por supuesto, el agua viva está incluida en la leche y miel, pero esta bebida es muchísimo más rica que el agua.

Cuando vine a los Estados Unidos por primera vez, recibí una impresión profunda. Tenía sed y pedí al hermano con quien me quedaba que me diera algo de beber. Le pregunté si tenía una tetera. Me contestó que lo sentía, pero que no tenía ninguna. Exclamé: “¿Estados Unidos es tan pobre? ¡Ustedes ni siquiera tienen una tetera!” De donde vengo, hay muchas clases y tamaños de teteras. Luego le pregunté si tenía un termo para agua. Me contestó que tampoco tenía. Pensé, ¿cómo es esto? Entonces, para mi gran sorpresa, me dio un vaso de leche, diciendo: “Hermano, aquí en los Estados Unidos bebemos leche en lugar de agua. Todos los días, mañana, tarde y noche, bebemos leche”. Eso me impresionó bastante. Le dije: “¡Ustedes realmente son ricos en este país! Son tan ricos que en lugar de agua, beben leche!”

La primera experiencia que se tiene de Cristo es la del agua viva, pero después de crecer en El y de madurar en la vida, se llega al punto en que se disfruta a Cristo no sólo como el agua viva, sino como el fluir de leche y miel. Debemos notar el orden. El Espíritu Santo menciona la miel al final de la lista de los vegetales, y menciona la leche y la mantequilla al final de la lista del ganado y del rebaño, los animales. Esto significa que si usted disfruta hasta cierto grado a Cristo como la vida vegetal, lo disfrutará como miel. Y si lo disfruta hasta cierto punto como la vida animal, sentirá que El es exactamente como la leche. El le será muy rico y dulce. Esto significa que usted ha madurado hasta cierto grado.

Ahora llegamos a la última etapa, la etapa de los minerales. Llegamos al punto de estar relacionados con las piedras, los montes, el hierro y el cobre. ¿Para qué sirven todos éstos? Para la edificación, para el reino, para la batalla y para la seguridad. Cuando haya una vida madura en los cristianos, la edificación de la casa de Dios se llevará a cabo, y se pelearán las batallas de la guerra espiritual. En otras palabras, cuando hay creyentes que han madurado por medio de experimentar a Cristo, entre ellos se edifica la casa de Dios y por medio de ellos se pelea la batalla. Debemos entender claramente que cuando disfrutamos a Cristo hasta cierto punto, siempre hay un resultado: la edificación y la batalla. Estas dos siempre van juntas. Si usted quiere tener la edificación de Dios, tiene que prepararse para pelear. Para el edificio de Dios, necesitamos los materiales, y para pelear la batalla, necesitamos las armas. Todo esto depende de las piedras, los montes, el hierro y el cobre.

Debemos recordar que sobre la tierra se edifican la ciudad y el templo, y se edifican con estos mismos materiales: las piedras, el hierro y el cobre. Estos materiales indican que hay algo en la vida de Cristo como los materiales para el edificio de Dios y como las armas para pelear la batalla. Aún todas estas cosas son algo de las riquezas de la vida de Cristo.

Si hemos llegado o no a esta etapa, depende de la medida de nuestra experiencia de Cristo. Si día tras día sólo disfrutamos a Cristo como el agua viva, nunca podremos llegar al punto en que la edificación de Dios se realice entre nosotros. Todavía somos muy jóvenes. Debemos disfrutar a Cristo como el agua viva, como el trigo, como la cebada, como esto y como aquello. Debemos disfrutar a Cristo hasta cierto grado; entonces tendremos un edificio para el Señor y pelearemos la batalla contra el enemigo.

A veces cuando nos encontramos con un hermano o hermana, sentimos que esa persona es muy buena, pero que le falta algo, que hay una verdadera escasez. No es que sean pecadores; al contrario, son muy rectos para con el Señor y su actitud es positiva. Pero en lo profundo de nuestro espíritu sentimos una escasez. Es casi imposible de explicar; es difícil encontrar las palabras correctas. Tal vez podría decirse que hay algo un poco liviano, un poco blando. Creo que usted sabe lo que quiero decir. Son como un pedazo de pan. El pan es bueno y saludable, pero muy blando y débil. O pueden compararse con un vaso de leche. La leche es buena y rica, pero sólo es líquido y es tan débil como un líquido. Ahora, tome una piedra, o un pedazo de hierro o cobre. ¡Esto sí es algo fuerte! Pero estas personas no son así. Parece que no son piedras y que no hay hierro ni cobre en ellos. No se puede pelear usando la leche como arma. No se puede batallar usando un pedazo de pan, ni tampoco se puede salir a la guerra llevando como arma un higo. ¡Qué absurdo! Se necesita hierro o cobre; hay que tener algo fuerte. No se puede edificar una casa con leche. No se puede amontonar panes para producir un edificio. Se necesitan piedras, o sea, materiales con los cuales edificar. Además, se necesita una montaña de donde se pueda sacar los materiales y sobre la cual se pueda edificar la casa.

A veces, cuando me encuentro con uno de los siervos del Señor, siento que estoy frente a una montaña. No puedo determinar cuán rico, cuán fuerte, cuán sólido ni cuán seguro es. Es exactamente como una montaña. Cuando él está sentado delante de mí, allí está una montaña. No se le puede vencer. Si uno trata de vencerlo, será derrotado por él. El es una montaña, un monte. Usted no puede tratar con él; sino que él es quien trata con usted.

Esta es la última etapa de la vida espiritual. Es muy posible llegar a este punto. Es muy posible ser una piedra entre los hijos de Dios, una columna en la iglesia. ¿Se puede usar un pan como columna? ¿Se puede amontonar uvas y usarlas como columnas? No, no se puede. Pero sí se puede hacer una columna de piedra, de hierro o de bronce. Eso será muy adecuado. El edificio de Dios requiere de la piedra, del hierro, del cobre y de la montaña. Todos estos materiales están relacionados con el edificio de Dios y, como demostraremos más tarde, con el reino de Dios.


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