Pláticas adicionales sobre el conocimiento de la vidapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7126-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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¿Cómo entra el Espíritu de Dios en nuestro espíritu humano para regenerarnos? Juan 6:63 dice: “Las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida”. Las palabras del Señor son espíritu y vida. Es por medio de las palabras del Señor que el Espíritu de Dios entra en nuestro espíritu y nos regenera. Sin las palabras del Señor, el Espíritu no sería sólido ni tangible. Podemos comparar el Espíritu a la vida de nuestro cuerpo humano, y las palabras de Dios al cuerpo humano. Si el hombre sólo tuviera vida, es decir, si únicamente tuviera un espíritu y un alma pero no un cuerpo, las personas no podrían contactarlo ni tocarlo. Es sólo cuando el espíritu y el alma tienen un cuerpo que llegan a ser sólidos, que pueden contactar el mundo físico y ser afectados por el mundo físico.
De manera semejante, sin las palabras de Dios, el Espíritu de Dios no dispondría de un “cuerpo” y, por tanto, sería difícil que el hombre le tocara. Por esta razón, a causa de nuestra debilidad y a fin de que podamos contactar al Espíritu Santo de manera concreta, Dios nos da la Palabra. Las palabras de Dios son la corporificación del Espíritu de Dios y el lugar donde se esconde el Espíritu Santo. El Espíritu Santo se esconde en las palabras de Dios; de esta manera, el Espíritu Santo está corporificado de forma sólida. Con las palabras de Dios, fácilmente podemos tocar al Espíritu y experimentarlo de manera práctica.
El Espíritu de Dios no puede separarse de las palabras de Dios, así como el espíritu y alma de una persona no pueden separarse de su cuerpo. Es por ello que cuando una persona recibe las palabras de Dios, el Espíritu presente en las palabras entra en ella. Cuando recibimos las palabras de Dios, el Espíritu entra en nosotros. El Señor dijo: “Las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida”. Esto significa que cuando tocamos Sus palabras, tocamos al Espíritu, y que cuando tocamos al Espíritu, recibimos la vida. Esta secuencia no puede ser invertida; primero viene la Palabra, luego el Espíritu y después la vida: la Palabra, el Espíritu y la vida. No es que tenemos vida y después al Espíritu, sino que cuando tenemos al Espíritu, tenemos vida porque el Espíritu es vida y el Espíritu está en la Palabra.
Dios nos regenera en nuestro espíritu, pero nosotros tocamos a Dios el Espíritu por medio de Sus palabras. Si una persona sólo tuviera un espíritu y un alma mas no un cuerpo, no podríamos tocarla. De igual manera, si Dios simplemente fuera el Espíritu, nos resultaría difícil tocarle; sin embargo, una vez que tenemos acceso a Sus palabras, nos es fácil tocar al Espíritu. Las palabras del Señor son la corporificación del Espíritu. Una vez que tocamos Sus palabras y las recibimos, tocamos y recibimos al Espíritu porque las palabras del Señor son espíritu.
Podemos usar el siguiente ejemplo. Dentro de una linterna hay pilas, y dentro de las pilas hay electricidad. Los fabricantes de pilas transmiten la electricidad a las pilas, y de ese modo, la electricidad es corporificada. Cuando le ponemos pilas a la linterna, la electricidad automáticamente entra en la linterna. Las palabras de Dios son las pilas del Espíritu de Dios, y el Espíritu en las palabras de Dios es como la electricidad en las pilas, que fácilmente podemos recibir. Por ejemplo, Juan 3:16 dice: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no perezca, mas tenga vida eterna”. Estas palabras pueden conmover fácilmente a las personas. Mientras ellas abran su corazón y reciban estas palabras, el Espíritu presente en estas palabras entrará en ellas. El Espíritu entra en todos aquellos que reciben estas palabras. Hay muchas palabras de Dios en la Biblia, y siempre y cuando los hombres abran su corazón para recibirlas, el Espíritu entrará en ellos. No importa si estas palabras son palabras del evangelio; en tanto que sean las palabras de Dios y en tanto que los hombres abran su corazón y las reciban, el Espíritu entrará en ellos, porque el Espíritu está en las palabras. El Espíritu viene con las palabras; por tanto, mientras los hombres reciban las palabras, el Espíritu entrará en ellos. Cuando este Espíritu entra en el espíritu humano, el resultado de ello es la vida. “Las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida”.
Cuando llegamos a Juan 7, vemos que el Espíritu que entra en el hombre fluirá de su interior como ríos de agua viva (vs. 37-39). Más aún, este Espíritu sólo estuvo disponible después que Cristo fue glorificado. La glorificación de Cristo es Su resurrección. En otras palabras, el Espíritu mencionado en Juan 7 es el Espíritu de la resurrección de Cristo. La resurrección es vida, y sin la vida, no puede haber resurrección. El Espíritu de resurrección es el Espíritu de vida. El Espíritu de Dios entra en nosotros en las palabras de Dios a fin de que podamos recibir vida. Él, como Espíritu, es el Espíritu de resurrección. Puesto que Él es el Espíritu de resurrección, una vez que Él entra en nosotros, Su vida de resurrección nos regenera.
Ser regenerados, recibir la vida y ser resucitados son tres diferentes maneras de decir lo mismo. En el Nuevo Testamento ser vivificados, recibir la vida y ser regenerados aparentemente son tres cosas distintas; pero en realidad significan lo mismo, porque el Espíritu que entra en nosotros para vivificarnos, avivarnos, mediante las palabras de Dios, es el Espíritu de resurrección, el Espíritu de vida. Hoy en la era neotestamentaria todo el que reciba las palabras de Dios recibe al Espíritu del Nuevo Testamento, el Espíritu de resurrección, y no al Espíritu del Antiguo Testamento. Antes de la resurrección y glorificación del Señor, aún no había este Espíritu. En la era antiguotestamentaria el Espíritu de Dios descendía sobre los hombres a fin de que recibieran poder o cierta clase de inspiración, pero no podían recibir la vida de Dios. No fue sino hasta la era del Nuevo Testamento, cuando el Señor Jesús resucitó y fue glorificado, que el Espíritu de resurrección llegó a existir como tal. El Espíritu de resurrección que entra en nosotros por medio de las palabras de Dios nos permite recibir la vida de Dios a fin de que podamos ser vivificados y regenerados, en vez de simplemente recibir alguna inspiración y poder.
Juan 6 dice que el Espíritu entra en nosotros por medio de las palabras del Señor, y el capítulo 7 dice que el Espíritu entra en nosotros en calidad de Espíritu de resurrección. Cuando nosotros recibimos las palabras de Dios, el Espíritu entra en nosotros. Cuando el Espíritu entra en nosotros, somos resucitados y vivificados. Efesios 2 dice que Dios nos dio vida cuando estábamos muertos en nuestros delitos y pecados (vs. 1, 5). Nosotros somos vivificados porque el Espíritu de resurrección de Juan 7 ha entrado en nuestro ser. El Espíritu entra en nosotros por medio de las palabras de Dios. Más aún, el Espíritu que entra en nosotros es el Espíritu de resurrección y, como tal, Él vivifica nuestro espíritu que se hallaba en muerte. Esto es lo que nos muestran Juan 6 y 7.
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