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Pláticas para los ancianos sobre asuntos prácticospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4948-2
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CAPíTULO CINCO

LA INDIFERENCIA CONDUCE
A LA ESTRECHEZ Y LA DIVISIÓN

Oración: Te adoramos por habernos traído a todos hasta aquí esta noche. Cuánto valoramos este tiempo. Señor, concédenos que estemos abiertos a Ti. Una vez más necesitamos Tu unción; necesitamos que nos des las palabras para tener comunión sobre la iglesia. Queremos ser uno contigo en este momento. Señor, creemos que es de Ti que estemos aquí. Oh, Señor Jesús, háblanos desde lo profundo de Tu corazón, dinos lo que quieres que hagamos y muéstranos el camino que quieres que sigamos. Señor, queremos seguir por Tu camino. Gracias por Tu sangre que nos limpia. Te damos gracias por darnos Tu presencia todo el tiempo. Gracias por todas las iglesias. Gracias por Tu mover entre nosotros. Gracias por el Espíritu y la Palabra. Gracias, Señor, por Tu perdón. Cuánto te agradecemos porque podemos tomarte como nuestra ofrenda por el pecado y como nuestra ofrenda por la transgresión, e incluso como todas las ofrendas. Oh, Señor Jesús, entramos en Ti, te disfrutamos y participamos de Ti. Señor, esta noche impártete a nosotros una vez más; imparte más y más de Ti mismo a cada uno de nosotros. Gracias, Señor.

Mi carga en estos días es que nos demos cuenta del riesgo de caer en los peligros que mencionamos la vez pasada.

Si caemos en vaciedad, esta vaciedad siempre conducirá a la división. Tal vez no suene lógico, pero esta vaciedad en realidad opera para producir divisiones. Si estudiamos la historia de la iglesia, podemos ver que primeramente se introdujo la indiferencia, y luego las divisiones.

DIOS DESEA PERSONAS
QUE LE BUSQUEN FERVIENTEMENTE

En toda la Biblia vemos que Dios desea que Sus escogidos le busquen fervientemente. De entre los sesenta y seis libros de la Biblia, hay uno que nos habla de esta búsqueda, a saber, el Cantar de los cantares. No hay otra búsqueda que sea tan intensa como entre la mujer y el varón. El Cantar de los cantares nos describe cómo el Señor desea que Sus escogidos le busquen. La escena negativa básica en el Antiguo Testamento es la indiferencia del pueblo del Señor para con Él.

En el Nuevo Testamento encontramos lo mismo. Cuando Dios se encarnó y vivió en la tierra, Él en realidad no hizo muchas obras. Lo que principalmente hizo fue atraer a Sus escogidos. En los cuatro Evangelios podemos ver cómo el Señor Jesús era como un imán que atraía a las personas a Sí mismo. Los Evangelios nos muestran que la historia entre el Señor Jesús y Sus discípulos fue una de amor. El Señor no les dijo mucho a Sus discípulos de lo que ellos debían hacer por Él, sino que simplemente continuó atrayéndolos para que le amaran. Cuando llegó el momento de Su muerte, esto puso a prueba el amor que ellos le tenían.

EL PELIGRO DE LA INDIFERENCIA

En las siete epístolas de Apocalipsis cuando el Señor reprendió a las iglesias, la primera iglesia que fue reprendida fue Éfeso, y la reprensión se debía a la pérdida del primer amor (2:4). La última en ser reprendida fue Laodicea (3:16). Cuando perdemos el amor, el resultado es la tibieza. La tibieza es el fruto de la indiferencia.

La indiferencia aparentemente no es tan grave. Si alguien volviera al mundo o abandonara la iglesia, todos se darían cuenta de ello. Pero usted aún permanece en la iglesia sirviendo al Señor, cuidando de la iglesia. No obstante, es posible que haya perdido el primer amor y se haya vuelto indiferente. He ahí el peligro.

Lo que hace que la obra que realizamos para el Señor cause impacto es el fervor. Si nosotros perdemos nuestro fervor, no causaremos ningún impacto. Es posible que sigamos llevando a cabo la misma obra, pero experimentaremos vaciedad porque se ha introducido la indiferencia. La manera de cuidar de la iglesia, la manera de laborar para el Señor, en realidad no tiene mucha importancia. El impacto que causemos depende de nuestro fervor. Si perdemos el fervor, estaremos acabados.

La advertencia que el Señor dio a la primera iglesia en Apocalipsis fue que quitaría el candelero de su lugar (2:5). Quitar el candelero de su lugar significa que el testimonio desaparece. La advertencia a la última iglesia fue que Él los vomitaría de Su boca (3:6). No solamente el testimonio es quitado, sino que incluso el Señor lo abandonará a usted mismo. Él lo escupirá; no lo retendrá.

En medio de estas dos iglesias podemos ver todos los males mencionados. Estos males se introdujeron debido a esta indiferencia, a esta tibieza. Ninguno de nosotros puede tener la certeza de que escapará de este peligro. Es muy fácil caer en esta situación. De hecho, no es necesario caer en ella; simplemente podemos hallarnos en ella. Estamos aquí en el sur de California. Probablemente todas las iglesias se encuentran en una situación similar. Han pasado cinco años; las iglesias han sido establecidas, y los problemas han sido resueltos. Todo está en una condición pacífica, y simplemente seguimos adelante conforme a nuestro horario regular. Esta clase de situación es peligrosa porque sin darnos cuenta podemos caer en un estado de indiferencia.

Según la historia, muchas veces el Señor hace algo o permite que algo ocurra para despertarnos. En el presente no tenemos problemas ni una meta particular. Supongamos que tuviéramos una atmósfera de emigración. La emigración podría llegar a ser la motivación que nos impide ser indiferentes.


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