Ser liberados de los ritos religiosos y andar conforme al Espíritupor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-8302-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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La manera en que ejercemos nuestra función en las reuniones depende de la manera en que vivimos nuestra vida. En 1 Corintios se nos dice que Cristo es la porción que Dios nos ha dado (1:2), y Cristo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios (v. 24), quien nos fue hecho justicia, santificación y redención (v. 30). Él es todo para nosotros. Cristo es el Primero y el Último. Él es el Primero que fue resucitado de entre los muertos, y Él también es el postrer Adán (15:20, 45). Él también es el segundo hombre (v. 47). Luego de efectuar la redención, Él se hizo el Espíritu vivificante a fin de que nos uniésemos a Él como un solo espíritu (v. 45; 6:17). Ahora estamos aprendiendo a vivir por nuestro espíritu mezclado. Nuestro vivir tiene por finalidad que experimentemos y disfrutemos a Cristo en nuestro espíritu. Esto equivale a vivir por nuestro espíritu. Nuestras reuniones son una exhibición de este vivir. Las reuniones cristianas son la exhibición de nuestra vida cristiana.
Las reuniones son una exhibición de nuestro vivir cuando utilizamos un espíritu fuerte para exhibir al Cristo que hemos experimentado. Cristo es la “cosecha” que exhibimos. Por tanto, debemos prestar atención a dos puntos importantes: nuestro espíritu tiene que ser fuerte, y Cristo tiene que ser nuestro contenido. Necesitamos tener un espíritu liberado, y tenemos que ser llenos con las riquezas de nuestra experiencia de Cristo. Esto es un principio básico.
En 1 Corintios 2:1-2 se nos muestra cómo Pablo fue entre los corintios: “Yo, hermanos, cuando fui a vosotros, no fui anunciándoos el misterio de Dios con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado”. La palabra y la proclamación de Pablo no fueron “con palabras persuasivas de sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder” (v. 4). Él lo hizo todo conforme a la expresión y demostración del Espíritu. Sus palabras fueron sencillas, no elocuentes, pero ellas expresaron al Espíritu. Sus palabras fueron la expresión y demostración del Espíritu y de poder.
Cuando Pablo estuvo con los corintios, su espíritu era fuerte, pero sus palabras no fueron elocuentes, y él no expresó sabiduría humana. Cuando abría su boca, su espíritu salía a relucir. Él no expresaba elocuencia, logros literarios o filosofía; más bien, demostraba su espíritu. El contenido de la demostración de su espíritu no era las matemáticas, la ciencia ni la filosofía; era Cristo. Cristo era el contenido de Pablo. Éste debería ser un modelo para nuestras reuniones.
Cuando Pablo estuvo con los corintios, él demostraba un espíritu fuerte, y Cristo era su contenido. Según el mismo principio, nosotros deberíamos tener un espíritu fuerte, y Cristo tiene que ser nuestro contenido en nuestras reuniones. Nuestro espíritu tiene que ser fuerte, y el mismo es liberado cuando hablamos. El contenido de lo que decimos no debería ser historias acerca de nuestros acontecimientos diarios, y tampoco deberíamos relatar cuán misericordioso Dios ha sido para con nosotros o cómo hemos recibido Su cuidado. El contenido de nuestro hablar debería ser Cristo, el misterio de Dios. Deberíamos ministrar a Cristo con un espíritu fuerte. Éste es el significado de profetizar. Hablamos en las reuniones con el fin de exhibir, mostrar, al Cristo que hemos experimentado. De este modo Cristo es la ofrenda que presentamos a Dios y, al mismo tiempo, es el alimento que suministramos a los demás. Además, también nosotros le disfrutamos. Éste es el significado de profetizar.
Profetizar es declarar a Cristo con palabras humanas. Es proclamar a Cristo, el misterio de Dios. Según el capítulo 14, el asunto más importante en una reunión cristiana es profetizar. Profetizar es el elemento más importante en una reunión cristiana. El versículo 1 dice: “Seguid el amor; y anhelad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis”. El versículo 12 dice: “Puesto que estáis ávidos de espíritus, procurad sobresalir en la edificación de la iglesia”. Profetizar es el don que edifica la iglesia. Los versículos del 23 al 25 dicen que si un incrédulo está presente en nuestras reuniones y hablamos en lenguas, dirá que estamos locos, pues no nos puede entender; pero si un incrédulo está presente y todos profetizamos, será convencido y examinado por todos. Además, adorará a Dios y declarará que Dios está entre nosotros. El versículo 31 dice: “Podéis profetizar todos uno por uno”. Los versículos antes vistos nos muestran que el profetizar es la actividad principal en la reunión cristiana.
A fin de profetizar, nuestro espíritu tiene que estar fuerte, y Cristo tiene que ser el rico contenido de lo que decimos. Estos dos asuntos, un espíritu fuerte y Cristo como contenido, son las condiciones necesarias para profetizar. Deberíamos profetizar siempre que nos reunamos.
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