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Acerca de las reuniones en casapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6493-5
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CAPÍTULO CUATRO

EL CONTENIDO
DE LAS REUNIONES DE HOGAR

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El área más difícil con relación a las reuniones de hogar es el contenido. En las reuniones grandes el énfasis principal tiene que ver con un solo orador. Si el orador es rico, el contenido de las reuniones grandes también será rico. Pero en las reuniones de hogar no hay un gran orador, sino que todos los que se reúnen son “don nadie”. ¿Qué contenido tienen estos “don nadie”? Si ustedes quieren ver un gigante espiritual, deben ir a las reuniones más grandes. Si una persona no fuera un gigante espiritual, ¿cómo podría reunir a una audiencia de cien mil? ¿Y cómo podría mantener semejante audiencia? Pero como sabemos, no todos pueden ser gigantes espirituales, así como tampoco todos pueden ser el presidente de un país. En la esfera humana, no todos pueden ser el director de una escuela ni tampoco un maestro. No es fácil encontrar ni siquiera a uno entre diez que sea capaz de enseñar bien. En la esfera espiritual, hay muchos —incluso miles— que son salvos pero todos son “don nadie”. Quizás logremos encontrar apenas unos cuantos gigantes. En general, la mayoría son “don nadie”.

LA EDIFICACIÓN DE LA IGLESIA DEPENDE
DE LOS HERMANOS Y HERMANAS COMUNES

Consideremos ahora este asunto desde la perspectiva de la Biblia. El día de Pentecostés tres mil personas fueron salvas, y en otro día cinco mil fueron salvas. Todas ellas fueron llenas del Espíritu Santo y se reunían de casa en casa. ¿Piensan que de entre estos miles de personas había muchos gigantes? Según el relato en Hechos, vemos a un hombre llamado Esteban. En Hechos 7 encontramos un largo mensaje dado por él; y luego vemos a un evangelista, a Felipe, quien había tenido la experiencia de ser arrebatado. Sin embargo, en la Biblia no encontramos ni un solo mensaje del evangelio predicado por él. En Hechos también tenemos el relato acerca de un hombre llamado Bernabé, pero nuevamente la Biblia no deja constancia de su predicación. Después de estos tres, no encontramos ningún otro nombre. Si otros se hubieran destacado de entre los ocho mil, Lucas, el escritor de este libro, no habría omitido sus nombres. En cambio, la predicación de Pedro, mensaje tras mensaje, se halla en la Biblia. Incluso los largos mensajes que Pablo dio se incluyeron en el relato bíblico. Esto nos permite ver que en aquella época, además de Esteban, Felipe y Bernabé, todos los creyentes estaban más o menos en el mismo nivel, es decir, eran “don nadie”.

Cuando leemos la Biblia de esta manera, descubrimos que lo que la Biblia no incluye es más significativo que lo que ha incluido. La primera vez que Pablo salió a predicar, salió con Bernabé. Sin embargo, Bernabé no predicaba. Siempre que se presentaba la oportunidad de predicar, era Pablo el que hablaba. En la Biblia se mencionan los profetas y maestros, pero éstos no necesariamente son gigantes espirituales. Si Bernabé hubiese sido un predicador destacado, sin duda alguna Lucas habría dejado constancia de ello. Probablemente la predicación de Timoteo tampoco era sobresaliente, porque de entre los veintisiete libros del Nuevo Testamento, ninguno fue escrito por Bernabé o Timoteo. Así que, únicamente Pablo era el verdadero gigante espiritual. De entre los veintisiete libros, catorce fueron escritos por él. Por lo tanto, quiero hacerles notar a todos ustedes que a fin de que la iglesia sea edificada, ella debe ser general y depender de los “don nadie”.

LA IGLESIA ES LA LABRANZA DE DIOS,
DONDE TODOS CRECEMOS JUNTOS

La fortaleza o debilidad de una iglesia local no depende de los gigantes espirituales, sino de cada uno de los hermanos y hermanas pequeños. En la Biblia la iglesia es comparada con una tierra cultivada, la labranza de Dios (1 Co. 3:9). Un campo en el que se siembran granos de trigo estará lleno de granos dorados durante el tiempo de la siega. Todo el campo se ve parejo, como si hubiera sido cortado por un barbero. Ninguna planta es excepcionalmente alta ni excepcionalmente baja, sino que todas son de la misma altura. La iglesia es el cultivo de Dios. Todos los creyentes normales se encuentran en el mismo nivel; de hecho, los extraordinarios son anormales. Sin embargo, nuestro punto de vista es diferente, pues cuando vamos a visitar las iglesias, siempre nos fijamos en los pocos que sobresalen. Si hay unos cuantos que sobresalen en cierta iglesia, pensamos que esa iglesia es prometedora.

Con base en mis cincuenta años de observación y experiencia, sé que dondequiera que haya personas sobresalientes, con el tiempo esa iglesia local tendrá problemas. Las iglesias locales que avanzan fielmente son aquéllas en las que hay creyentes comunes. Las iglesias que dependen de oradores capaces tienen una buena condición pero sólo por poco tiempo, al igual que florecen las flores nocturnas, que no duran mucho. Su buena condición no perdura porque el gigante espiritual no vive por mucho tiempo. Moisés dijo que los días de nuestra vida llegan a ochenta años si somos fuertes. Aun si un hombre llega a vivir a la edad de ochenta años, la longitud de su vida sería como la de un palmo. Después que él haya partido, todo acabará. Pero en cuanto a los “don nadie”, una generación viene después de otra. Los que nacen de los “don nadie” son también “don nadie”. Unos vienen después de otros por generaciones. Pablo falleció. En estos dos mil años a muchos les hubiera gustado escuchar la predicación de Pablo, pero él falleció. No hay un segundo Pablo en la tierra; sin embargo, hay muchos don nadie. Todos los que el Señor salvó en la tierra son don nadie. Por lo tanto, debemos cambiar nuestro concepto. Dios no tiene la intención de usar los gigantes espirituales para edificar la iglesia.

En Efesios 4 se mencionan los apóstoles, los profetas, los evangelistas, y los pastores y maestros (v. 11); sin embargo, no son ellos los que edifican la iglesia directamente. Quienes la edifican directamente son aquellos que son don nadie, es decir, todos los miembros (v. 16). Todos los miembros del Cuerpo se asen de Cristo en amor y crecen en virtud de Él. Los apóstoles, los profetas y las personas dotadas no edifican la iglesia directamente. Ellos únicamente pueden ser considerados intermediarios. A fin de que una iglesia local sea edificada, debe depender de un grupo de personas que son comunes. Todas ellas son personas promedio, es decir, personas que no se destacan en nada. Cuanto más comunes sean los santos, más normal será la iglesia y más duradera será su buena condición. El principio que hallamos en la Biblia es que Dios utiliza a las personas dotadas para salvar a las personas. Entonces, una vez que son ganadas, Él utiliza a todos los santos para que edifiquen la iglesia directamente. Es por ello que la Biblia nos habla de las reuniones de casa en casa. Es imprescindible que la iglesia tenga las reuniones de hogar.


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