Visión celestial, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-0927-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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También necesitamos ver que la iglesia tiene una base de unidad definida. Esta no sólo es la base de la unidad, sino la base de la unidad absoluta y única. Actualmente existen diversos tipos de unidad. Pero sólo ésta es la unidad genuina; las demás son en realidad divisiones. Necesitamos una visión clara acerca de este asunto.
Puedo afirmar con plena certeza que sólo cuando nos asentemos sobre la base única de la unidad, nuestra vida cristiana será estable. Si no asumimos una postura definitiva con respecto a este asunto, estaremos deambulando y cambiando de actitud. Hoy tendremos una posición, y mañana otra, nunca nos estableceremos ni mantendremos el mismo tono. Sólo tendremos firmeza cuando asumamos una posición definitiva en conformidad con la base única de la unidad y nos establezcamos firmemente sobre dicha base.
Necesitamos ver claramente que la iglesia es el deseo del corazón de Dios, y entender el aspecto práctico y local de ella. Además, es necesario que entendamos que en medio de tantas divisiones y tanta confusión, existe una postura firme y definida que debe mantener la iglesia, y esta postura es la unidad genuina. Si vemos esta verdad, no nos preocuparemos por el número de personas que se reúnan sobre esta base, pues entenderemos que, en lo que a nosotros respecta, si nos apoyamos en esta base, nuestra vida cristiana será establecida. Entonces seremos como los israelitas que volvieron a Jerusalén y se establecieron allí. Necesitamos ver esta visión de la iglesia para establecernos definitivamente sobre la base de la unidad genuina.
Después de haber recibido la visión de Cristo y la visión de la iglesia, abarcaremos la visión del Cuerpo. Tal vez usted se pregunte cuál es la diferencia entre la visión de la iglesia y la visión del Cuerpo. Por la misericordia del Señor, muchos de nosotros hemos sido traídos a la base de unidad de la iglesia, y ahora practicamos la vida de iglesia sobre dicha base. Aunque ya hemos entendido claramente cuál es la base de la unidad genuina, aún necesitamos comprender qué es el Cuerpo. Es necesario que recibamos la visión de que somos miembros del Cuerpo y que debemos ser juntamente edificados y mezclados los unos con los otros. No es suficiente con haber entendido cuál es la base de unidad de la iglesia, sino que ahora, sobre esta única base, debemos ser edificados como Cuerpo. Los tres pasajes bíblicos principales que hablan acerca del Cuerpo son Romanos 12, 1 Corintios 12 y Efesios 4.
Primero debemos recibir la visión de Cristo; luego, la visión de la iglesia; y posteriormente, la visión del Cuerpo. Con respecto a cada una de estas visiones, existe un impedimento.
Anteriormente, no percibíamos la visión de Cristo, pero ahora la hemos visto. ¿Qué nos impedía a nosotros y a otros recibir esta visión de Cristo? La respuesta es que existen varios substitutos de Cristo que impiden que el hombre reciba esta visión. En realidad, son muchas las cosas con las que sustituimos al propio Cristo, y éstas nos impiden recibir la visión de Cristo.
Algunos pueden decir que las divisiones les impiden recibir la visión de la iglesia. Tales palabras sólo son doctrinas. Es preferible hablar de este tema basados en la experiencia. Muchos se oponen a la iglesia, especialmente a la base de unidad de ella, debido al alto precio que hay que pagar por mantenerse sobre esta base. Otros simplemente argumentan que no entienden este asunto de la base de la unidad de la iglesia; la verdad es que sí lo entienden, pero no están dispuestos a pagar el precio que implica reunirse sobre la base de la unidad. Quizás se excusen, diciendo: “No me gusta ser tan cerrado. Yo amo a todos los hijos de Dios y prefiero ser tolerante; además, no entiendo este asunto tan confuso de la base de unidad de la iglesia”. Esto aparentemente se oye bien, pero en realidad no es más que una excusa para no pagar el precio. Ellos dicen esto por causa del costo que implica este asunto. El Señor lo sabe, y ellos están conscientes de que no son fieles a su Señor en pagar el precio por practicar la vida de iglesia sobre la base de la unidad.
No debemos discutir con tales personas. Cuando ellas venían al hermano Nee y argumentaban al respecto, él simplemente sonreía y les decía: “Ustedes pueden argüir conmigo, pero hay algo en ustedes que está de acuerdo conmigo”. Hoy las personas pueden argumentar con nosotros acerca de la base de la unidad de la iglesia, pero algo dentro de ellas está de nuestro lado. Estas personas saben bien, en su conciencia, que lo que les estorba es el precio que tendrían que pagar. Por más de treinta años hemos visto a muchos ir y venir, y en todos los casos, lo que les ha impedido perseverar es el precio que una tiene que pagar por quedarse.
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