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Espíritu en las epístoles, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7707-2
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Actualmente disponible en: Parte 2 Capítulo 5 de 19 Sección 1 de 4

CAPÍTULO CINCO

EL ESPÍRITU EN 2 CORINTIOS

Ahora abarcaremos 2 Corintios, que en términos de la experiencia es completamente una continuación de 1 Corintios. En 1 Corintios el pensamiento del Espíritu Santo consiste en mostrarnos que debemos entrar en el espíritu para disfrutar al Cristo pneumático en el espíritu y experimentar a Cristo, el Espíritu de vida. El libro de 1 Corintios nos muestra que somos los hijos de Dios, el pueblo de Dios, y somos personas salvas, los santos. Sin embargo, algunos de nosotros sirven en el atrio, otros viven en el Lugar Santo y sólo un número reducido ha entrado en el Lugar Santísimo para disfrutar de la bendición de Dios —Cristo mismo— en la presencia de Dios. Aunque todos somos salvos y todos somos “israelitas”, algunos se hallan en Egipto, otros vagan en el desierto y unos cuantos han entrado en Canaán. Por tanto, 1 Corintios nos anima a librarnos no sólo de la carne, sino también del alma, a salir de la carne, pasar por el alma y entrar en el espíritu y a vivir en el espíritu. Esto equivale a entrar en el Lugar Santísimo y disfrutar las riquezas de Canaán en el espíritu. Ésta es la corriente principal del pensamiento hallado en 1 Corintios. Parece que en este libro hay una corriente escondida, la cual no es fácil de ver desde la superficie. Si fuese como un fluir que corre sobre la superficie de la tierra, sería fácil detectarlo, pero como fluye bajo la superficie, a menos que usted se interne bajo “la tierra”, no podrá verlo. Gracias al Señor, hemos visto esto hasta cierto punto.

SOMOS FORZADOS A VIVIR EN EL ESPÍRITU
AL SER DERRIBADOS POR LOS SUFRIMIENTOS

Siguiendo 1 Corintios, 2 Corintios pasa a hablar de cómo vive una persona en el Lugar Santísimo, en el espíritu. Se nos dice que la razón de que ella vive en el Lugar Santísimo, en el espíritu, es que exteriormente ha sido derribada, consumida, en muchas maneras. En todo el Nuevo Testamento, hay un solo pasaje que nos dice que el Señor no siempre contesta nuestras oraciones en nuestros tiempos de sufrimiento. El cristianismo suele enseñarle a la gente que cuando ellos pasan por sufrimientos o caen en una situación difícil, simplemente deben decírselo al Señor, y el Señor les resolverá sus problemas y contestará todas sus oraciones. No obstante, 2 Corintios 12 nos muestra claramente, con un ejemplo, que Pablo tenía un aguijón en su carne que le causaba mucho sufrimiento. Él le oró al Señor tres veces, pidiéndole que le quitara el aguijón, que le solucionara su problema, que lo salvara de ese sufrimiento, pero el Señor parecía estar diciendo: “No lo haré; rechazo esta oración; no contestaré esta oración. Voy a dejar que el aguijón quede allí para que tú puedas experimentar Mi gracia todo-suficiente. A fin de que experimentes que Mi poder que se extiende como tabernáculo se perfecciona en la debilidad del hombre, es necesario permitir que este aguijón ponga de manifiesto tu debilidad. Tiene que haber un aguijón que pueda derribarte, consumirte por completo, de modo que no puedas salir del Lugar Santísimo y vuelvas de nuevo a ser tú mismo. Dejaré este aguijón en ti para mantenerte en el Lugar Santísimo, para obligarte a vivir en el Lugar Santísimo. Por tanto, no contestaré esta oración tuya”.

Hermanos y hermanas, este pensamiento es contrario a las enseñanzas del cristianismo. Lo que generalmente se oye en el cristianismo es que si ustedes tienen algún problema, el Señor los rescatará; si se hallan en dificultad, el Señor los visitará; no importa qué desastre les suceda, el Señor tomará cuidado de ello por causa de ustedes. Sin embargo, en los sesenta y seis libros de las Escrituras hay un pasaje que nos dice que el Señor no escucha esta clase de oración. Por tanto, recuerden que en los sesenta y seis libros de la Biblia, solamente este pasaje nos dice que Dios desea despojarnos. El versículo 16 del capítulo 4 dice: “Aunque nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día”.

Recordemos que 2 Corintios ocupa una posición particular en la santa Palabra. En términos de la experiencia, 2 Corintios ocupa una posición excepcionalmente elevada; incluso podemos decir que se halla en la cumbre, porque en esta epístola Pablo ya había entrado en el Lugar Santísimo y permanecía verdaderamente en el Lugar Santísimo. ¿Cómo pudo entrar en el Lugar Santísimo y permanecer allí? Se debe a que su hombre exterior se había consumido. Un aguijón que vino con el consentimiento del Señor (no lo envió el Señor pero lo permitió) y que era un mensajero de Satanás, consumió a Pablo, e hizo que él entrara en el Lugar Santísimo.

Conforme a nuestra condición, sin lugar a dudas necesitamos algunas circunstancias, circunstancias que no son agradables ni buenas, sino adversas y amargas, que nos obliguen a entrar en el espíritu. Recordemos, cuando estamos tranquilos, es fácil salirse del espíritu. Se requieren varias situaciones adversas para obligarnos a entrar en el Lugar Santísimo.


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