Espíritu en las epístoles, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7707-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Filipenses nos presenta cuatro aspectos sobre la experiencia de Cristo. El primer aspecto se relaciona con nuestro entorno, nuestras circunstancias. El apóstol dijo que, o por vida o por muerte, como siempre, él tenía la confianza de que Cristo fuese magnificado en su cuerpo. También dijo que había aprendido a contentarse, en cualquiera que fuesen sus circunstancias, y que todo lo podía en Cristo. Esto muestra que el apóstol experimentó a Cristo en toda clase de entorno. ¿De qué manera? Él dijo que era por la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo.
Gracias a Dios que en el Nuevo Testamento tenemos la frase el Espíritu de Jesucristo. El Espíritu de Jesús está relacionado con la encarnación del Señor. Después de Su muerte y resurrección, está el Espíritu de Jesucristo. Este Espíritu tiene muchos elementos, incluyendo el Padre, el Hijo, el Espíritu Santo, la humanidad, el vivir humano, la eficacia de la muerte y el poder de la resurrección. Por consiguiente, la abundante suministración de este Espíritu es todo-inclusiva.
La palabra griega traducida “abundante suministración” es un término particular usado como una alusión. En la Grecia antigua, el corega, el director de un coro o danza escénica, era responsable de las necesidades que tenían todos los miembros del coro en su vivir y en sus actuaciones. El corega era responsable de suministrarles lo que necesitaran. Cuando el apóstol Pablo escribió el libro de Filipenses, él usó este término particular para describir cuán abundante y rica es la suministración del Espíritu de Jesucristo, la cual es verdaderamente una abundante suministración todo-inclusiva. De manera que, en cualquier circunstancia Su suministración nos es suficiente. Ya sea en vida o en muerte, sea en pobreza o en riquezas, sea en condición de humillación o de exaltación, en cualquier circunstancia, Él nos suministra. En Él se halla la abundante suministración todo-inclusiva, la cual nos capacita para enfrentarnos a toda clase de entorno y, por tanto, experimentar a Cristo, vivir a Cristo y manifestar a Cristo.
Queridos hermanos y hermanas, creo que todos conocemos esta doctrina, así que ahora debemos aplicarla. Por ejemplo, una hermana podría tener un esposo que le causa dificultades en casa. Cuanto más ella piensa sobre la situación, más difícil es. Cuanto más trata de lidiar con la situación, más impotente se vuelve. Cuanto más trata de razonar con su esposo, más razones él alega. Nada de esto funciona. ¿Cuál es entonces la manera adecuada de proceder? Esto es muy simple. Cuando ella está pasando un mal rato, cuando está bajo opresión, ella debe volverse a su espíritu. En su espíritu está el Espíritu del Señor Jesús, el Espíritu todo-inclusivo, la dosis todo-efectiva. Ella no debe enfocarse en su esposo ni en las dificultades. No necesita tratar de razonar con él ni de buscar un remedio externo. Ella simplemente debe volverse a su espíritu para tener contacto con el Espíritu. Este Espíritu que está en nosotros nos consuela, nos considera, nos sustenta y nos fortalece para compensar toda clase de opresión. Este Espíritu también posee el poder transcendente que nos permite remontarnos como con alas. Entonces podemos alabar, podemos elevarnos, podemos cantar aleluya y sentimos que estamos en el trono. Después de tener tal contacto, tal vez las dificultades continúen, pero no percibiremos ningún problema porque somos personas trascendentes. El Espíritu de Jesucristo nos sustenta interiormente para pasar por sufrimientos. Él es el Espíritu que sufrió la persecución y el Espíritu que pasó por la muerte y entró en la resurrección. En el momento que tenemos contacto con Él, somos fortalecidos interiormente.
El segundo aspecto consiste en manifestar a Cristo a los pecadores al predicarles el evangelio. Esto es estar en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por el avance del evangelio, a lo cual se refiere Filipenses 1:27. Si queremos manifestar a Cristo, no debemos olvidarnos de la predicación del evangelio, y debemos predicar ejercitando el espíritu. Para que Cristo sea magnificado en cualquier circunstancia, debemos predicar el evangelio a los pecadores al ejercitar nuestro espíritu. Si no predicamos el evangelio, nos hará falta un aspecto de nuestra experiencia de Cristo.
A partir de hoy, debemos promover activamente el evangelio en toda la isla de Taiwán. Hemos estado aquí por más de una década, y hemos recibido suficiente edificación y cuidado de parte del Señor. También tenemos un buen fundamento en la administración y edificación de la iglesia. Ahora debemos fomentar que toda la iglesia salga y combata unánime por la predicación del evangelio.
Debemos dar mensajes para preparar los corazones de los hermanos y hermanas. Debemos enseñarles a ellos cómo invitar a las personas y cómo orar por el evangelio. También debemos enseñarles cómo hacer una lista con los nombres de sus familiares, amistades, vecinos, colegas y demás conocidos. Deben ver cuántos de los que están en la lista son salvos y cuántos no lo son, y luego deben aprender a adquirir la carga de invitar a los que no son salvos y predicarles el evangelio. Además, debemos adiestrar a los hermanos y hermanas en cómo tener visitas del evangelio y cómo traer a la iglesia a los recién creyentes para que sean bautizados. Si promovemos esto activamente, creo que en dos años el número de los hermanos y hermanas de toda la isla de Taiwán se incrementará al menos al doble.
No deben hacerse la idea de que como van en pos de Cristo y conocen a Cristo, pueden hacer a un lado la predicación del evangelio. ¡No! Al leer el libro de Filipenses, pueden ver que si bien recalca nuestra necesidad de experimentar y manifestar a Cristo, especialmente trae a colación el asunto de la predicación del evangelio. Filipenses 1 dice: “El que comenzó en vosotros una buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús” (v. 6). ¿En qué consiste la buena obra? La buena obra consiste en combatir unánimes para predicar el evangelio. ¿Queremos manifestar a Cristo? No podemos manifestar a Cristo cerrando nuestras puertas ni cuidando de nuestros propios intereses en reclusión. Debemos manifestar a Cristo en frente de miles de pecadores, y Cristo debe ser lo que liberamos, ministramos y predicamos a los pecadores desde nuestro espíritu. En esto consiste la verdadera manifestación de Cristo.
En 1949, cuando estábamos en Shanghái, casi todos los hermanos y hermanas llevaban con ellos algunos folletos del evangelio adondequiera que iban. Parece que esta práctica es rara hoy en día. Algunas personas que pueden ser realmente espirituales o falsamente espirituales dicen que estas actividades son obras humanas. Si éstas son obras humanas, entonces quisiera preguntarles: ¿cuáles son las obras divinas? ¿Dónde están las obras que ellos llaman “obras divinas”? Oh, ¡debemos echar por tierra esos conceptos! ¿Cómo podemos manifestar a Cristo si no predicamos el evangelio a cientos y miles de pecadores? Como Cuerpo de Cristo, la iglesia debe tomar cuidado de todos los aspectos. Debemos tener el celo por el evangelio. Hoy algunos han hablado en lenguas por meses, pero ellos no han podido salvar ni a una sola persona, ¿así de qué sirve que hablen en lenguas? Quizás seamos inarticulados al presentar las verdades, pero podemos tener comunión con el Señor en el espíritu, podemos amarlo a Él y también podemos amar el alma de los pecadores. Si de todo corazón predicamos a nuestro Señor a los pecadores desde nuestro espíritu, entonces somos quienes verdaderamente conocemos a Cristo y manifestamos a Cristo en verdad. Les ruego que de ahora en adelante se levanten a predicar el evangelio.
Nuestra predicación del evangelio también debe darse en el espíritu. Si queremos predicar el evangelio, debemos tener contacto con el espíritu. De lo contrario, no podremos conducir a las personas a la salvación. Si les presentamos las verdades a otros como un ejercicio mental, tal vez usted logre que le entiendan, pero no podrá hacer que ellos sean vivificados ni causar que sean regenerados. Para ayudar a otros a ser regenerados, nuestro espíritu debe ser viviente. Algunos hermanos son muy listos e inteligentes, así que cuando predican el evangelio se valen de sus propios razonamientos. En vez de ejercitar y contactar el espíritu, ellos argumentan y razonan con los demás. Después de exponer un sinfín de argumentos, ellos logran derrotar a sus oyentes. No obstante, ser derrotado no equivale a ser salvo. He visto a muchos que fueron derrotados, pero permanecieron sin salvarse. Sin embargo, he presenciado otra clase de historia. He visto a dos o tres hermanos de mente sencilla, y aun cuando no se expresan bien con palabras, son fervientes en espíritu. Cuando llevan a otros a creer en el Señor, no les interesa predicar las verdades de manera lógica. En vez de ello, simplemente les ayudan a las personas a orar. Una vez que haya orado por cierto tiempo, incluso una persona de corazón endurecido puede tocar el espíritu y ser salvo. Por tanto, predicar el evangelio no es cuestión de ejercitar nuestro intelecto, sino de ejercitar nuestro espíritu para tocar el espíritu de otros.
Queridos hermanos y hermanas, el poder del evangelio no reside en la buena presentación de la verdad, sino en la liberación del espíritu. Debemos usar nuestro espíritu para poder tocar el espíritu de otros. Si estamos afanados en nuestra mente, pero nuestro espíritu queda “frío”, aunque podamos presentar la verdad con claridad, ninguno será salvo. Para predicar el evangelio, primero debemos tener “piel dura”; segundo, debemos tener una mente sencilla; y tercero, debemos tener un espíritu ferviente. Aun si otros nos reprenden y detestan, con todo y eso prediquemos el evangelio. Si mostramos gran fervor hacia los demás, una vez que ellos toquen el espíritu, serán salvos. Sólo así se puede manifestar a Cristo en la predicación del evangelio.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.