Economía divina, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-443-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Cuando el Señor Jesús les dijo a los discípulos que iba a morir, ellos se decepcionaron. Pero El continuó hablándoles más y más. Antes de Su muerte, les habló un largo mensaje que consta de tres capítulos: del capítulo catorce al capítulo dieciséis de Juan. En estos tres capítulos el pensamiento central se encuentra en el versículo 20 del capítulo catorce: “En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros”. “Aquel día” se refiere al día de la resurrección del Señor (Jn. 20:19). En el día de la resurrección del Señor, los discípulos conocerían tres dimensiones de “estar en”: Yo estoy en el Padre, vosotros en Mí, y Yo en vosotros.
El Señor Jesús ya les había dicho a los discípulos que El estaba en el Padre y que el Padre estaba en El (14:10-11). Además les dijo que El y el Padre eran uno (Jn. 10:30). Fue por medio de Su resurrección que los discípulos entraron en la misma realidad de que el Padre estaba en ellos, de que ellos estaban en el Padre y de que el Padre y ellos eran uno. En aquel día los discípulos conocerían que el Señor estaba en Su Padre y que ellos estaban en El. Ya que el Señor estaba en el Padre y que ahora ellos estaban en El, ellos estaban también en el Padre. Mientras ellos estuvieran en El, ellos estaban en el Padre porque El está en el Padre. Estar en el Señor es estar en el Padre. Cuando el Señor entra en nosotros (“Yo en vosotros”), el Padre entra en nosotros. El está en nosotros, así que el Padre también está en nosotros (Jn. 14:23). En Juan 14:20 el Señor dice que conoceremos esto “en aquel día”. Ya estamos en “aquel día”; así que todos tenemos que declarar que conocemos este hecho maravilloso. Todos tenemos que declarar que estamos en el Señor y en el Padre, y que el Señor y el Padre están en nosotros. Esto significa que el Señor, nosotros y el Padre moramos el uno en el otro y que estamos mezclados.
Nosotros estamos en el Señor, en el Padre y también en resurrección. Cuando estamos en resurrección, estamos en el Señor y en el Padre, y el Señor y el Padre están en nosotros. La resurrección es una persona, y esta persona es Jesucristo, el Hijo de Dios (Jn. 11:25). El Señor Jesús le dijo a Marta que El era la resurrección y la vida. Para nosotros El no sólo es vida sino también resurrección. Esto no debe ser meramente una doctrina para nosotros, más bien, debemos tener la visión de que en resurrección nosotros estamos en el Señor y en el Padre, y el Señor y el Padre están en nosotros.
Efesios 2:6 dice: “Y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús”. Nosotros los creyentes fuimos resucitados juntamente con Cristo. Cuando Cristo resucitó, todos fuimos resucitados. En realidad, nosotros fuimos resucitados en Cristo antes de haber nacido, hace cerca de dos mil años. A los ojos de Dios, en Adán, todos caímos hace seis mil años, y ante Dios, todos fuimos resucitados en Cristo hace dos mil años. Esto no es conforme a las matemáticas humanas, sino que es la forma de calcular de Dios. Debido a que esta resurrección es el dispensar de vida, 1 Pedro 1:3 nos dice que fuimos regenerados “por medio de la resurrección de Jesucristo de entre los muertos”. Conforme a la forma de calcular de Dios, nosotros fuimos regenerados, es decir, nacimos de nuevo, antes de haber nacido. Antes de haber pasado por nuestro primer nacimiento, ya habíamos nacido de nuevo. Estas son las matemáticas de Dios. Cuando fuimos resucitados juntamente con Cristo, fuimos regenerados con la vida divina. Cuando fuimos resucitados con Cristo, la vida divina fue dispensada en nosotros, y así fuimos regenerados en la resurrección de Cristo. Esto nos muestra de nuevo que la resurrección es el dispensar de vida.
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