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Estudio-vida de Ezequielpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6480-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 6 de 27 Sección 2 de 4

Para cubrirse y para moverse

Cada uno de los seres vivientes tenía cuatro alas, dos para cubrirse y dos para moverse. “Sus alas se unían la una a la otra” (Ez. 1:9a). Unirse así tiene por finalidad moverse. Más adelante veremos que llevar adelante tal mover es íntegramente un asunto corporativo.

La Biblia revela que las alas de águila no sólo sirven para moverse, sino que también brindan protección. En Salmos 17:8 David le pidió a Dios que lo escondiese a la sombra de Sus alas. Salmos 57:1 habla de refugiarse a la sombra de las alas de Dios, y 63:7 habla de regocijarse a la sombra de Sus alas. Salmos 91:4 dice: “Él te cubrirá con Sus plumas remeras, y bajo Sus alas te refugiarás”.

La gracia, el poder y la fuerza del Señor sirven para que nos movamos y para cubrirnos. Por un lado, la gracia del Señor es el poder que nos permite movernos; por otro, el poder del Señor es nuestra protección, nuestro escondedero. Estamos bajo la cubierta de la gracia y poder de Cristo, y estamos bajo Su poder que nos cubre. Todo lo que hacemos y somos tenemos que hacerlo y serlo por la gracia del Señor y por el poder del Señor. Al mismo tiempo, estamos bajo la sombra, la cubierta, de la gracia y poder del Señor.

Esto indica que por ser cristianos, hijos de Dios, debe haber en nosotros un elemento que cause asombro en los demás. Ellos deben percibir que algo nos cubre y protege. Ellos deben percibir que somos personas normales, pero hay algo que nos da poder, nos fortalece, nos protege y nos cubre.

Por el lado frontal, la cara de los cuatro seres vivientes es la cara de un hombre, pero el cuerpo es el de un águila. Dos de sus alas se extienden a fin de unirse a los otros seres vivientes, y dos de sus alas están plegadas alrededor de su cuerpo para brindarle cobertura. Por tanto, si usted mira la cara, se ve como un hombre, pero si mira el cuerpo, se ve como un águila. Su apariencia es de hombre, pero se mueve como un águila. Esto indica que siempre tenemos que expresarnos como hombres normales, por ejemplo, como esposos, esposas, padres o hijos normales y apropiados. Pero cuando los demás nos ven y consideran, deben percibir que hay algo que nos cubre, nos da poder, nos fortalece, nos protege y nos da sombra. Como resultado de ello, debería ser difícil para los demás describirnos. Aquellos que trabajan con tal persona quizás digan: “Él puede sufrir lo que nosotros no podemos sufrir y puede llevar responsabilidades que nosotros no podemos llevar; además, él entiende las cosas de manera más profunda que nosotros. ¿Qué clase de persona es él? ¿Cómo puede vivir de este modo?”.

El punto aquí es que con nosotros, los hijos de Dios, siempre debe haber algo que es misterioso. Aunque sufrimos, estamos felices y nos regocijamos en el Señor porque algo nos cubre. Tenemos dos alas para movernos, y otras dos para protegernos y cubrirnos. Estas alas que se mueven y nos cubren deben dar a otros la impresión que corresponde al Ser Divino. Tenemos las cuatro alas de águila, las cuales dan a otros la impresión de que tenemos a Dios con nosotros como nuestro poder y protección. Ésta es el águila.

LAS MANOS DE HOMBRE

Ezequiel 1:8a dice: “Debajo de sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos de hombre”. Esto indica que un cristiano normal y apropiado debe siempre hacer las cosas exactamente como corresponde a un hombre. Esto es usar manos de hombre. Éste fue el testimonio de Pablo en Hechos 20:34: “Vosotros mismos sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos me han servido”.

Con respecto a nuestra fe en Dios, debemos ser equilibrados. Algunos pueden aducir que puesto que tienen fe en que el Dios todopoderoso suplirá para todas sus necesidades, no es necesario que usen sus manos para hacer nada. En particular, ellos podrían suponer que no hay necesidad de que trabajen de una manera humana. Pero consideren al apóstol Pablo. Pablo era una persona equilibrada; con él siempre había dos lados. Sus escritos indican que él no solamente tenía alas de águila, sino también manos de hombre. Él podía decir que se conducía no conforme a la sabiduría carnal, sino en la gracia de Dios, y que la gracia de Dios para con él no había sido en vano. Éste es el aspecto de las alas de águila. Sin embargo, él también dijo que había trabajado mucho más que todos los demás apóstoles. Podríamos pensar que no había necesidad de que Pablo trabajase con sus propias manos; pero Pablo escogió trabajar con sus propias manos. Esto indica que si bien él experimentó las alas de águila, todavía seguía siendo muy humano en su vivir, pues procedió según el camino humano y lo hizo todo de manera humana.

A veces los jóvenes podrían imaginar que debido a que ellos buscan al Señor, no es necesario que se apliquen en sus estudios. Ellos podrían esperar que, incluso sin estudiar, habrán de aprobar sus exámenes con altas calificaciones. Ésta es una actitud equivocada. Jóvenes, no importa cuánto busquen al Señor, amen al Señor y se ocupen del Señor, todavía tienen que ser diligentes en sus estudios. Esto significa que independientemente de cuánta gracia de Dios hayamos recibido y cuánto nos fortalezca el Señor, todavía tenemos que cumplir con nuestras tareas humanas en nuestro diario vivir. Por ejemplo, debemos ingerir alimentos saludables de una manera humana y conforme a principios humanos. Si no comemos de una manera humana apropiada, pero en lugar de ello intentamos comportarnos como un ángel, nos enfermaremos. Tenemos que hacer las cosas de una manera muy humana. Bajo las alas de águila debe haber manos humanas, y estas manos deben estar siempre trabajando. Esto es ser equilibrados.

La gente mundana, por el contrario, únicamente tiene manos de hombre; ellos no tienen alas de águila. Pero parece que muchas personas supuestamente religiosas sólo tienen alas de águila; no tienen manos de hombre. Debemos tener tanto las alas de la gracia del Señor que nos fortalece como las manos de hombre, con lo cual cooperamos con Dios de una manera humana.

Es muy significativo que las manos de hombre de los cuatro seres vivientes se encuentran debajo de las alas de águila. Esto indica que al hacer todas las cosas debemos mantenernos bajo la gracia de Dios y bajo Su cubierta. En todo cuanto hagamos debemos depender del Señor y expresarlo. En este asunto somos por completo diferentes a la gente del mundo, que ni confía en Dios ni lo expresa. En todas sus acciones ellos no expresan a Dios, sino que se expresan a sí mismos. En contraste con ello, en todo cuanto hagamos debemos estar bajo la gracia y el poder del Señor, dependiendo de Él y expresándolo.


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