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Pláticas adicionales sobre el conocimiento de la vidapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7126-1
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Actualmente disponible en: Capítulo 3 de 5 Sección 2 de 3

Lograr que Cristo
tenga la preeminencia en nosotros

El Espíritu de resurrección en nosotros glorifica a Cristo para que Él tenga continuamente la preeminencia en nuestro ser, de tal modo que obtenga una base en nosotros, y así todo lo que es nuestro esté sometido a Su autoridad. Esto se revela en el capítulo 17.

La totalidad de estos seis puntos es la obra que el Espíritu de resurrección realiza en nosotros, y esto es también el contenido de la vida. Cuando hablamos de la vida, la historia de dicha vida está contenida en estos seis puntos. La suma total de estos seis puntos es el contenido de la historia de la vida en nosotros. La historia completa de esta vida en nosotros, la vida de Dios, está contenida en estos seis puntos. En síntesis, la historia de la vida en nosotros sirve para que conozcamos, veamos, experimentemos y glorifiquemos a Cristo.

EL ESPÍRITU HACE QUE EL HOMBRE
SE ARREPIENTA DEL PECADO Y SEA REGENERADO

Antes que el Espíritu entre en nosotros para llevar a cabo estas seis cosas, Él primero debe hacer algo. Juan 16:8 nos muestra que el Espíritu hace que el hombre se arrepienta, se reprenda a sí mismo y confiese su pecado. Los versículos del 9 al 11 dicen: “De pecado, por cuanto no creen en Mí; de justicia, por cuanto voy al Padre [...] y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado”. En cuanto al pecado, el Espíritu les muestra a las personas que serán condenadas si permanecen en Adán y no creen en el Señor. En cuanto a la justicia, el Espíritu les muestra que pueden ser justificadas al creer en Cristo porque Dios efectuó la redención. En cuanto a juicio, el Espíritu les muestra que serán juzgadas en el futuro si siguen a Satanás porque él ya ha sido juzgado por Dios.

Cuando las personas ven estos asuntos en cuanto al pecado, la justicia y el juicio, son convencidas de que deben arrepentirse y recibir al Salvador. Entonces el Espíritu entra en ellas para regenerarlas y, a partir de ese momento, el Espíritu empieza a llevar a cabo estas seis cosas continuamente en ellas.

TODA LA HISTORIA DE LA VIDA
SE HALLA EN EL ESPÍRITU

Al final del Evangelio de Juan, en el primer día de la semana, el Señor en Su cuerpo resucitado se puso de pie en medio de los discípulos y, soplando en ellos, les dijo: “Recibid al Espíritu Santo” (20:22). Podríamos considerar que éstas son las últimas palabras del Evangelio de Juan. Todo el Evangelio de Juan termina aquí: el Cristo encarnado fue transfigurado para ser el Espíritu, llegando a ser el Espíritu de resurrección que entra en nuestro espíritu.

Al final del Evangelio de Juan encontramos una historia del Espíritu. Juan empieza hablando acerca de la vida y termina hablando del Espíritu. Esto nos muestra que la historia de la vida se halla en el Espíritu. A fin de conocer la vida, necesitamos conocer al Espíritu; si no conocemos al Espíritu, no podemos contactar la vida. Hoy en la vida de iglesia, muchos conocen enseñanzas bíblicas, pero no conocen al Espíritu. Si les pedimos que den enseñanzas, muchos pueden hacerlo; pero si les pedimos que toquen al Espíritu, no pueden. Sin necesidad de hablar de los cristianos que no están entre nosotros, muchos de los santos que se reúnen con nosotros tienen un conocimiento muy superficial y limitado del Espíritu. Por consiguiente, son pocos los que viven en la comunión de vida. Esto muestra que es muy difícil tocar la vida sin conocer al Espíritu. Si no tocamos la vida, no es posible vivir en la comunión de vida, y si deseamos practicar el vivir en la comunión de vida, tenemos que conocer al Espíritu.

El Evangelio de Juan en particular explica cómo Dios es nuestra vida y recalca al Espíritu, porque es únicamente en el Espíritu que el hombre puede recibir, experimentar y disfrutar la vida. Dado que el Espíritu es vida, no podemos conocer la vida a menos que toquemos al Espíritu. En el Evangelio de Juan, podemos ver que la vida y el Espíritu, y el Espíritu y la vida, son uno; están unidos y no podemos separarlos.

EL ESPÍRITU DE DIOS Y NUESTRO ESPÍRITU

Si queremos ver la historia del Espíritu, primero tenemos que conocer al Espíritu. Hay dos pasajes en el Evangelio de Juan que hablan del Espíritu y el espíritu: el primer Espíritu es el Espíritu de Dios, y el segundo espíritu es nuestro espíritu humano. Estos dos participan en la obra del Espíritu de engendrar nuestro espíritu. Juan 3:6 dice: “Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. El primer Espíritu en este versículo se refiere al Espíritu por parte de Dios, y el segundo espíritu se refiere al espíritu por parte del hombre. Juan 4:24 dice: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y con veracidad es necesario que adoren”. El primer Espíritu en este versículo se refiere al Espíritu por parte de Dios, y el segundo espíritu se refiere al espíritu por parte del hombre. Este versículo también habla de los dos espíritus.

El Espíritu mencionado en Romanos 8:16 es un espíritu mezclado, es decir, el Espíritu por parte de Dios y el espíritu por parte del hombre están mezclados como una sola entidad. Es difícil saber si el espíritu de Romanos 8 es el Espíritu de Dios o el espíritu del hombre, porque el Espíritu de Dios y el espíritu del hombre se mezclan como un solo espíritu. Por lo tanto, si nos centramos en la historia del espíritu, no debemos centrarnos solamente en el Espíritu de Dios ni en el espíritu del hombre. No debemos centrarnos en un solo aspecto del espíritu, sino en un espíritu de dos perspectivas, es decir, debemos centrarnos en el espíritu que es la mezcla del Espíritu de Dios con el espíritu del hombre.

EXPERIMENTAR LA VIDA EQUIVALE A
EXPERIMENTAR A DIOS, A CRISTO Y AL ESPÍRITU

Experimentar la vida equivale a experimentar a Dios, que es lo mismo que experimentar a Cristo y al Espíritu. ¿Por qué decimos que experimentar a Dios, a Cristo y al Espíritu es lo mismo que experimentar la vida? Dios es vida, así que experimentar a Dios es experimentar la vida; Cristo es vida, así que experimentar a Cristo es experimentar la vida; asimismo, el Espíritu es vida, por tanto, experimentar al Espíritu es experimentar la vida. Dios, Cristo y el Espíritu son vida.

¿Cuál es el resultado de experimentar a Dios, a Cristo y al Espíritu? Experimentar a Dios hace que toquemos a Dios interiormente; por lo tanto, experimentar a Dios es tocar a Dios. Experimentar a Cristo es experimentar Su vivir en nosotros y, a la postre, experimentar el que Él sea formado en nosotros. Cuando el elemento de Cristo haya aumentado en nosotros, Él será formado en nosotros y se expresará por medio de nosotros. Entonces tendremos la estatura de la plenitud de Cristo, y al final, seremos transformados a Su imagen. Experimentar al Espíritu es experimentar a Dios en Cristo como nuestra vida; en otras palabras es experimentar al Espíritu que opera en nosotros.

Experimentar a Dios es tocar a Dios interiormente y ser tocados por Dios. Experimentar a Cristo, en síntesis, es experimentar el que Cristo viva en nosotros. Experimentar al Espíritu es experimentar a Dios en Cristo como nuestra vida, es decir, experimentar al Espíritu que opera en nosotros. Esto es la experiencia de vida.


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