Puente y canal de Dios, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3840-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Si el Señor está dispuesto a laborar entre nosotros, o mejor dicho, si nosotros estamos dispuestos a permitir que Él labore entre nosotros, hay cuatro asuntos que debemos considerar y en los cuales debemos obtener resultados concretos.
En primer lugar, todos nosotros debemos permitir que el Señor verdaderamente nos toque. No es simplemente una cuestión de ser avivados por el Señor por medio de Su gracia, sino que, más que eso, es cuestión de que seamos subyugados en nuestro interior y seamos quebrantados por el Señor. Debemos una vez más responder a Su llamado y decir delante de Él: “Señor, estamos dispuestos a poner en Tus manos nuestras vidas y nuestros futuros de forma incondicional”. Si queremos que el Señor pueda abrirse camino para avanzar entre nosotros, debemos permitirle que haga una obra completa al respecto. A menos que Él pueda obrar completamente en este asunto, no importa cuánto oremos ni cuántas expectativas tengamos, Él no podrá avanzar entre nosotros.
La Biblia nos muestra un principio muy importante: no importa quién sea el que vea la necesidad del Señor ni quién sienta la carga con respecto a la obra, si acude al Señor para orar y pedirle que obre, la única respuesta que el Señor le dará será: “¡Hazlo tú!”. El Señor desea que quien ora sea el que recibe la carga de laborar. Después de que Isaías vio al Señor, tuvo un deseo delante del Señor, a causa del cual le rogó al Señor que enviara a algunos para hablar y laborar por Él. Como resultado, el Señor hizo un llamado para que Isaías lo escuchara. El Señor dijo: “¿A quién enviaré y quién irá por Nosotros?”. Al oír esto, Isaías se postró delante del Señor y dijo: “Heme aquí, envíame a mí” (Is. 6:8). Por tanto, nunca debemos orar, diciendo: “Señor, haz Tú la obra; envía a otro”. Es raro encontrar oraciones como éstas en la Biblia.
En lugar de esto, la Biblia nos muestra que cualquiera que le pida al Señor que supla una necesidad, Él lo enviará para que la supla. Los discípulos le dijeron al Señor: “El lugar es desierto, y la hora ya avanzada; despide a las multitudes, para que vayan a las aldeas y compren para sí alimentos”. Pero enseguida Jesús les dijo: “Dadles vosotros de comer” (Mt. 14:15-16). Y ellos le dijeron: “No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces”. Quienquiera que le pida al Señor hacer algo, a ése el Señor le pedirá que asuma la responsabilidad. En el Día de Pentecostés aproximadamente ciento veinte discípulos estaban orando por el reino del Señor y esperando en el Señor. El Señor no escogió ni llamó a personas que estaban fuera de este grupo, ni lanzó ni envió a otros para que laboraran para Él. Después de que ellos oraron delante del Señor, la carga y la comisión del Señor vino sobre ellos, y ellos aceptaron esta carga sin dar excusas. Al final, estos ciento veinte discípulos se levantaron colectivamente e hicieron la obra por la cual habían estado orando (Hch. 1:15—2:14). Podemos ver este principio muchas veces en la Biblia.
Esto nos muestra que todo aquel que ore por la obra del Señor será la persona a quien el Señor enviará. Si hay varios miles o incluso decenas de miles de creyentes en el Sudeste Asiático hoy, pero si sólo cien o más de nosotros hemos recibido misericordia de parte del Señor para dejar todo a un lado y dedicar el tiempo para sentarnos juntos delante del Señor, y abrir nuestros corazones, preparar nuestros espíritus, esperar en Él y depender de Él para que haga la obra, esto comprueba e indica que nosotros somos aquellos a quienes el Señor desea usar. No podemos esperar que el Señor escoja a otros aparte de nosotros; esto no concordaría con el principio hallado en la Biblia. El hecho de que estemos aquí con los ojos puestos en el Señor comprueba que Su deseo es usarnos a nosotros. Si queremos que la obra del Señor avance sin estorbos en la tierra, debemos primeramente permitirle a Él que avance libremente en nosotros. Si no le permitimos al Señor hacer esto en nosotros, no sabemos por cuánto tiempo la obra del Señor se retrasará en todo el Sudeste Asiático.
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