Estudio-vida de Marcospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-1437-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Las primeras dos secciones del Evangelio de Marcos tratan del comienzo del evangelio y la iniciación del Salvador-Esclavo (1:1-13) y del ministerio del Salvador-Esclavo, cuyo fin es propagar el evangelio (1:14-10:52). En el mensaje anterior empezamos a examinar el contenido del servicio evangélico revelado en 1:14-45. Vimos que dicho servicio incluye cinco asuntos: predicar el evangelio (vs. 14-20), enseñar la verdad (vs. 21-22), echar fuera demonios (vs. 23-28), sanar a los enfermos (vs. 29-39) y limpiar al leproso (vs. 40-45). Habiendo examinado con cierto detalle la predicación del evangelio, en este mensaje hablaremos de enseñar la verdad, echar fuera demonios, sanar a los enfermos y limpiar al leproso.
Marcos 1:21-22 dice: “Y entraron en Capernaum; e inmediatamente, el sábado, entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Y se admiraban de Su enseñanza; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas”. El versículo 21 habla de la sinagoga. Una sinagoga es un lugar de reunión donde los judíos leen y aprenden las santas Escrituras (Lc. 4:16-17; Hch. 13:14-15).
En la sinagoga, el Señor Jesús enseñaba al pueblo con autoridad. Cuando el hombre cayó en pecado, rompió la comunión que tenía con Dios, y como resultado, quedó sumido en la ignorancia respecto al conocimiento de Dios, lo cual primeramente produjo las tinieblas y luego a la muerte. El Salvador-Esclavo vino, como luz del mundo (Jn. 8:12; 9:5), a Galilea, tierra de las tinieblas, a fin de alumbrar al pueblo asentado en sombra de muerte (Mt. 4:12-16). Su enseñanza liberó la palabra de luz para alumbrar a los que estaban en la oscuridad de la muerte, a fin de que recibieran la luz de vida (Jn. 1:4). Ya vimos que lo primero que hizo el Salvador-Esclavo en Su servicio evangélico fue predicar el evangelio. Lo segundo que hizo el Esclavo de Dios en Su servicio a los hombres caídos como Salvador-Esclavo fue llevar a cabo tal enseñanza (Mr. 2:13; 4:1; 6:2, 6, 30, 34; 10:1; 11:17; 12:35; 14:49) para hacer que el pueblo saliera de las tinieblas satánicas y entrara en la luz divina (Hch. 26:18).
Por la soberanía de Dios, el Señor Jesús fue criado en la región de Galilea y comenzó a predicar y a enseñar no en Judea, sino en Galilea. Según el relato bíblico, Galilea no sólo era una región despreciada, sino también un lugar de tinieblas. Acerca de esto, Mateo 4:15-16 dice: “Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles; el pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; y a los asentados en región y sombra de muerte, luz les amaneció”. Esto muestra que cuando el Señor Jesús anduvo por Galilea, El era una gran luz que resplandecía en las tinieblas e iluminaba a los que estaban asentados en región y sombra de muerte. En particular, lo que brillaba como una gran luz era la enseñanza del Salvador-Esclavo. Cada palabra que salía de Su boca era iluminadora. Así que, mientras enseñaba a la gente, la luz los iluminaba. De esta manera, los que yacían en tinieblas fueron iluminados por la enseñanza del Señor.
Según Marcos 1:22, los que estaban en la sinagoga se admiraban de la enseñanza del Señor y decían que enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Los escribas, quienes se habían nombrado a sí mismos y quienes por sí mismos enseñaban conocimiento vano, no tenían ni autoridad ni poder. Pero el Esclavo autorizado por Dios, quien por medio de Dios mismo enseñaba realidades, no sólo tenía poder espiritual para sojuzgar al pueblo, sino también la autoridad divina para someterlo al reinado divino.
En 1:23-28 encontramos el caso de una expulsión de demonios. Un hombre con espíritu inmundo gritaba, y el Señor Jesús le reprendió, diciéndole: “¡Cállate, y sal de él!” (vs. 23-25). Este espíritu inmundo no era un ángel caído sino un demonio (vs. 32, 34, 39; Lc. 4:33), un espíritu incorpóreo de uno de los seres vivientes que existieron en la era preadamítica y que fueron juzgados por Dios cuando se unieron a la rebelión de Satanás (véase Estudio-vida de Génesis, mensaje 2). Los ángeles caídos obran con Satanás en el aire (Ef. 2:2; 6:11-12), y los espíritus inmundos, los demonios, se mueven con él en la tierra. Ambos operan en el hombre de modo maligno a favor del reino de Satanás. El hecho de que los demonios posean a las personas significa que Satanás usurpa al hombre, a quien Dios creó para Su propósito. El Salvador-Esclavo, quien vino para destruir las obras de Satanás (1 Jn. 3:8), expulsó estos demonios de las personas poseídas (Mr. 1:34, 39; 3:15; 6:7, 13; 16:17) para que fueran libradas de la esclavitud de Satanás (Lc. 13:16), de la autoridad de tinieblas de Satanás (Hch. 26:18; Col. 1:13), y puestas en el reino de Dios (Mr. 1:15). Esto fue lo tercero que cumplió el Salvador como parte del servicio que rindió a Dios. En este evangelio se relatan cinco casos que muestran esto (1:23-27; 5:2-20; 7:25-30; 9:17-27; 16:9).
Marcos 1:27 dice: “Y todos se asombraron, de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¡Una enseñanza nueva! El manda con autoridad a los espíritus inmundos, y le obedecen”. Este versículo no habla del poder del Señor, sino de Su autoridad, por la cual echó fuera al demonio. Al llevar a cabo el servicio evangélico, el Salvador-Esclavo tenía la autoridad divina no sólo para enseñar (v. 22), sino también para echar fuera demonios.
Hace muchos años, un misionero llamado el Dr. Nevius, escribió un libro donde describía muchos casos de posesión de demonios que sucedieron en China. En aquel entonces se daban casos de posesión demoniaca por toda la China, y este libro presentaba los detalles. Hoy, en un país tan culto y civilizado como los Estados Unidos, aparentemente ya no ocurren casos de posesión de demonios. No obstante, Satanás es insidioso, y procura poseer a las personas de diferentes maneras. Puede poseer a personas de países altamente civilizados, así como de países incultos. Por consiguiente, Satanás utiliza diferentes medios para poseer a la gente, incluso en la nación más culta de la actualidad. Por esto, al predicar el evangelio no sólo debemos enseñar debidamente, sino que también debemos echar fuera los demonios, es decir, las cosas que Satanás usa para poseer a las personas. Si queremos hacer esto, tenemos que aprender a orar para recibir el poder, incluso la autoridad, para echar fuera el elemento poseedor. Una vez que recibimos el poder y la autoridad, nuestra predicación y enseñanza conllevarán el poder que echará fuera el elemento con el cual el enemigo posee a las personas.
Necesitamos el poder para echar fuera el elemento satánico que usa el enemigo para poseer a las personas en los países modernos de la actualidad. Satanás, la serpiente insidiosa, es muy astuto, y sabe usar métodos modernos para poseer a la gente. En un país inculto quizás use un método inculto. Pero en un país culto y moderno, usará medios modernos y cultos para usurpar a las personas. Por ejemplo, en las universidades más prominentes, Satanás posee a las personas por medio del intelecto. Si simplemente predicamos y enseñamos de manera ordinaria, no podremos liberar al género humano de la posesión del enemigo. Si queremos echar fuera los demonios actuales, tenemos que enseñar y predicar con el poder y la autoridad divinos. Este poder y esta autoridad se pueden ejercer solamente en el nombre de Jesús. Por lo tanto, necesitamos invocar el nombre del Señor y ejercer la autoridad divina en Su nombre y por medio de éste. Si hacemos esto, entonces en nuestra predicación y enseñanza habrá poder y autoridad para echar fuera el elemento maligno del enemigo, el cual posee a las personas. Echar fuera demonios, por tanto, es el tercer aspecto del contenido del evangelio.
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