Espíritu y el cuerpo, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4516-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En este mensaje hablaremos del Espíritu en el libro de Apocalipsis. En Apocalipsis vemos que el Espíritu de Dios es ahora los siete Espíritus. La expresión los siete Espíritus aparece cuatro veces en Apocalipsis. Apocalipsis 1:4 habla de los siete Espíritus que están delante del trono de Dios; 3:1, de los siete Espíritus de Dios; 4:5, de las siete lámparas de fuego que arden delante del trono, las cuales son los siete Espíritus de Dios; y 5:6, de los siete ojos del Cordero, los cuales son los siete Espíritus de Dios, enviados por toda la tierra. Los siete Espíritus de Dios son llamados las siete lámparas de fuego que arden delante del trono y también los siete ojos del Cordero. Ellos son los siete Espíritus de Dios; sin embargo, estos siete Espíritus son las siete lámparas de fuego que arden delante del trono administrativo de Dios y también los siete ojos del Cordero redentor. Antes de que usted viniera a la vida de iglesia, probablemente nunca escuchó que los siete Espíritus de Dios eran las siete lámparas y los siete ojos. Sin embargo, esto se halla en el libro de Apocalipsis.
Prácticamente nada de lo que se menciona en el libro de Apocalipsis es nuevo. Apocalipsis no es un libro de cosas nuevas; en vez de ello, es la conclusión de las cosas reveladas en los anteriores libros de la Biblia. El libro de Apocalipsis es la consumación de toda la revelación previa. Contiene muy pocas cosas nuevas, y las cosas nuevas que contiene están relacionadas con la revelación anterior. Esto se aplica especialmente a las siete lámparas y los siete ojos, los cuales hacen referencia al Antiguo Testamento. Aunque la expresión los siete Espíritus es nueva, pues no se halla en el Antiguo Testamento, las siete lámparas y los siete ojos sí se mencionan en el Antiguo Testamento. En Éxodo 25, donde por primera vez se habla del candelero, leemos acerca de siete lámparas. Por lo tanto, la expresión las siete lámparas mencionada en Apocalipsis, hace referencia al Antiguo Testamento.
El pensamiento de las siete lámparas que arden y brillan delante de Dios no es nueva; ya se nos había presentado en el Antiguo Testamento (Éx. 25:31-37). El candelero que estaba en el tabernáculo tenía siete lámparas que ardían delante de Dios. El candelero no sólo representaba el testimonio de Dios, sino también la administración de Dios. No podemos separar la administración de Dios de Su testimonio porque el testimonio de Dios tiene como objetivo la administración de Dios. Sin embargo, la mayoría de los maestros del cristianismo solamente ha visto que el candelero es un testimonio. Ellos no han visto que el candelero también alude a la administración de Dios. La administración de Dios se lleva a cabo por medio del resplandor del candelero.
Debemos examinar más detalladamente este candelero. El candelero con sus ramas es todo-inclusivo. Éste nos provee un cuadro muy claro de la Trinidad. En el candelero podemos ver al Dios Triuno. Primeramente, el candelero era hecho de oro macizo, y se requería un talento de oro. Por lo tanto, el oro es la esencia, la sustancia, del candelero. En la tipología, el oro denota la sustancia de Dios, la naturaleza de Dios. Sin duda alguna, el oro del candelero implica que la fuente del candelero es el Padre en la Deidad con la sustancia divina. En segundo lugar, la caña del candelero era la corporificación del oro. Sin la caña, el oro no tenía ninguna corporificación ni forma, pero con la caña el oro tenía una forma definida y una corporificación. La caña como corporificación del oro representa al Hijo, el segundo de la Trinidad, quien es la corporificación de Dios el Padre. El Padre es la sustancia, y el Hijo es la corporificación. En tercer lugar, tenemos las siete lámparas, las cuales aluden al Espíritu. Las siete lámparas, obviamente, son la expresión. El oro es la sustancia, la caña del candelero es la corporificación, y las lámparas son la expresión. Por lo tanto, en el candelero vemos al Padre como la sustancia, al Hijo como la corporificación y al Espíritu como la expresión. Éste es el Dios Triuno: la sustancia, la corporificación y la expresión. En sustancia el candelero es uno, pero en expresión es siete. En la base, el candelero es uno; pero en la parte de arriba, es siete.
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