Vivir en el que permanecemos mutuamente con el Señor en el espíritu, Unpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-9118-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Por consiguiente, nuestra conclusión es que a fin de ser un cristiano bueno y viviente, uno debe comer todos los días. Si usted desea ser fuerte y saludable, no tiene otra alternativa que comer. No obstante, no coma de modo descuidado; usted debe comer apropiadamente, y también debe comer en el momento apropiado. Hablo esta palabra en especial para los jóvenes. Sé que sin excepción alguna todos ustedes están ocupados. De hecho, todos estamos ocupados; nadie está sentado ociosamente. Satanás no permitirá que nadie esté sentado ociosamente. Evidentemente usted asiste a la escuela o realiza algún trabajo; incluso si usted no hace esto durante todo el día, de todos modos estará ocupado. Sin embargo, no permita que el hecho de que usted está atareado sea su pretexto. Más bien, usted debe eliminar la palabra ocupado de su vida humana. Jóvenes, les recomiendo que ahorren el tiempo que gastan haciendo llamadas telefónicas para chismear. Eso les dará suficiente tiempo para leer la Palabra y comer al Señor. De hecho, esto no requiere mucho tiempo; media hora al día es muy bueno.
Al comer nuestros alimentos, deberíamos comer apropiadamente, no de forma irregular. Por ejemplo, yo fijé un horario para comer tres veces al día —desayuno, almuerzo y cena— y me adhiero a este horario firmemente. Del mismo modo, cuando usted venga a comer la palabra del Señor, debe tener un horario definido. No debería ser el caso que usted come cuando está alegre y no come cuando no está alegre. Más bien, usted come cuando está alegre y también come incluso cuando no está alegre. Además, no sea selectivo en lo que come. Usted necesita leer toda la Biblia. Lo mejor que podemos hacer es tener una lectura diaria de algunas porciones del Antiguo Testamento y algunas del Nuevo Testamento en secuencia. Comience desde el primer capítulo de Génesis en el Antiguo Testamento y con el primer capítulo de Mateo en el Nuevo Testamento. Los hijos obedientes comen todo lo que su madre les sirve y ellos crecen hasta ser saludables. Pero aquellos que son quisquillosos al comer generalmente no son saludables. Espero que ustedes reciban mi pequeña palabra de exhortación.
Les relato mis experiencias a lo largo de decenas de años. No les hablo según la teología o la enseñanza de maestros bíblicos. Más bien, les hablo según la Palabra de Dios y con base en mi experiencia. Todos ustedes deben saber que la Palabra de Dios y el Espíritu de Dios son dos grandes medios. Dios se da a Sí mismo a nosotros por medio de Su Espíritu y Su exhalación. Él exhala y nosotros tenemos que inhalar. Inhalamos al orar. La mejor oración —y la más segura— consiste en usar las palabras del Señor como nuestra oración. No necesita estudiar exhaustivamente para saber cómo orar; toda la Biblia es su libro de oración. Usted puede leer una frase o un versículo, y entonces puede orar estas palabras. Ésta es la mejor oración.
Cuando oremos, no seamos demasiado rígidos ni fluctuemos constantemente. Primero, debemos usar nuestro espíritu. Contactemos al Señor con nuestro espíritu y pidámosle que nos limpie con Su sangre preciosa. Siempre que contactemos al Señor con nuestro espíritu, sentiremos la necesidad de que Su sangre nos limpie. Quizás no sintamos que hemos pecado, pero de todos modos estamos contaminados porque aún estamos en la vieja creación, en la carne y en el yo. Aunque no hemos pecado, y aunque no hemos hecho ni pensado nada malo, aún estamos en la carne. Puesto que estamos en la carne, necesitamos el lavamiento de la sangre. Por ser aquellos que pertenecemos a la vieja creación, somos inmundos. Por consiguiente, cada vez que vengamos a contactar al Señor al leer Su palabra, primero debemos orar: “Oh Señor, límpiame con Tu sangre preciosa”. Los tipos mencionados en el Antiguo Testamento nos muestran que siempre que alguien acudía para estar delante de Dios, tenía que ofrecer la ofrenda por el pecado y la ofrenda por las transgresiones. Por lo tanto, cuando acudamos al Señor, necesitamos tomarlo a Él como nuestra ofrenda por el pecado y nuestra ofrenda por las transgresiones, pidiéndole que nos limpie con Su sangre. Una vez estemos limpio, seremos vivificados en nuestro espíritu por el Espíritu del Señor.
Cuando nuestro espíritu sea vivificado, debemos aprender a no hablar en conformidad con nuestro propio pensamiento y nuestra propia mente, sino según nuestro espíritu. Esto no significa que ya no usamos nuestra mente. Por el contrario, cuanto más usamos nuestro espíritu, más aguda será nuestra mente y más claros y sabios llegarán a ser nuestros pensamientos. Por consiguiente, comencemos a partir de nuestro espíritu; es decir, toquemos al Señor desde la parte más profunda de nuestro ser. Leamos y oremos por medio de Sus palabras. Sencillamente leamos y oremos, oremos y leamos, sin esforzarse demasiado por ser diferente u original o llamativo. Cuando estemos verdaderamente inspirados, podemos decir: “¡Amén, oh Señor, qué bueno es esto! ¡Cuánto te alabo!”. Orar-leer de esta forma causará que la palabra de Dios quede impresa en todo nuestro ser como nuestro suministro.
Pablo dijo: “Toda la Escritura es dada por el aliento de Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Ti. 3:16). Cuando oramos-leemos de este modo y recibimos las palabras del Señor en nuestro interior, algunas de las palabras llegan a redargüirnos, algunas llegan a ser una enseñanza, algunas nos corrigen y algunas nos instruyen en justicia. Como resultado de esto, nosotros, que somos hombres de Dios, somos hechos cabales y somos enteramente equipados para toda buena obra. Esto es diferente de leer libros de Confucio y Mencio y aceptar sus enseñanzas acerca de la ética y la moralidad. Más bien, oramos por medio de la Palabra de Dios y el Espíritu de Dios a fin de ingerir a Dios mismo, quien se halla en Sus palabras y en Su Espíritu. De este modo, Sus palabras en nosotros no sólo llegan a ser un suministro, sino que también nos redarguyen y nos enseñan desde lo profundo de nuestro interior. Ésta es la manera apropiada de leer la Palabra del Señor. Que el Señor nos conceda la gracia y nos guíe a practicar esto cada día.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.