Solo Cuerpo, un solo Espíritu, y un solo y nuevo hombre, Unpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4289-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Queridos hermanos y hermanas, no estoy de acuerdo con que se grite, vocifere y se haga tanto ruido. Sin embargo, tampoco estoy de acuerdo con la costumbre vieja del cristianismo, según la cual todos llegan a la hora previamente fijada, con la Biblia bajo el brazo, para participar en un servicio de adoración, y mientras esperan al pastor, cada uno saluda a sus amigos aquí y allá. Si ustedes quieren que vuelva a respaldar esto, no podría hacerlo, aunque me amenazaran con decapitarme. Esta práctica mata a las personas, y yo no deseo ser un “verdugo”. Por otra parte, tampoco los animo a que griten, vociferen, salten o brinquen. Sin embargo, si avanzamos al paso del recobro del Señor, invocando continuamente al Señor en el espíritu, respirando al Señor, bebiendo al Señor y comiendo al Señor, entonces diariamente participaremos de Él y le experimentaremos como nuestra agua viva y como nuestro Compañero. Si todos los que estamos aquí en esta ocasión, un número de más de diez mil personas, fuésemos “seres vivientes” y viviésemos de esta manera al grado en que el universo entero se maraville, entonces todos los demonios huirían de nosotros.
Podemos usar esta conferencia como ejemplo. Lo que se acostumbra hacer en el cristianismo es que cada denominación primero envía representantes a una sesión conjunta de planeación en la cual se escoge el líder de la conferencia y se discuten diferentes métodos. Después de esto, publican avisos de la conferencia en todos los periódicos. Luego, en las reuniones de la conferencia todo se hace conforme a rituales, y la atmósfera se siente muerta. Sin embargo, en la iglesia, si todos somos fervientes en nuestro interior por haber comido, bebido y respirado al Señor, entonces nosotros, al igual que Benjamín, seremos como lobos arrebatadores y despedazaremos al diablo. Cuando somos vivientes, de inmediato los demonios huyen. Cuando cantamos himnos, no hay ninguna sombra, pues todos estamos vivientes, y los ángeles en los aires dan voces de júbilo. Les puedo asegurar que todo el que alcance esta condición será salvo. Todos serán vivificados porque la muerte ya habrá sido absorbida por la vida de la iglesia. Siento en lo más profundo que ésta debe ser la condición de la iglesia en cada localidad.
Lo único que sí les pediría es que cuando sean introducidos en esta vida y vivan de esta manera, eviten realizar actividades naturales. No queremos que se realicen actividades en la carne. En lugar de ello, queremos que nuestros espíritus sean fuertes, vivientes y liberados. Yo sé con certeza que invocar al Señor nos cambiará, pero no debemos invocar demasiado fuerte en la mañana, cuando nuestros vecinos aún duermen. Esto no es ético ni justo. Nuestras voces no deben imponerse sobre los demás. Podemos invocar el nombre del Señor suavemente, delicadamente y silenciosamente. Asimismo, cuando nos reunamos para tener la vigilia matutina, no debemos perturbar a otros orando-leyendo la Palabra ni invocando el nombre del Señor con voz muy fuerte. Siempre debemos ejercitar la sabiduría celestial; el nuevo hombre debe tener la sabiduría propia del nuevo hombre.
Lo que quiero decirles es que no deben olvidar que todos debemos beber del Espíritu. Aparte de invocar el nombre del Señor, no hay otra manera de beber del Espíritu. Invocar al Señor es una práctica absolutamente bíblica, pues se basa en la Biblia. En 1 Corintios 12:3 dice: “Nadie puede decir: ¡Jesús es Señor!, sino en el Espíritu Santo”. Por lo tanto, aun si usted revierte el orden del nombre, cuando usted dice: “Jesús es Señor”, estará en el Espíritu. En cuanto usted abra su boca y respire, el aire entrará en usted. Hoy en día el Espíritu es el aire vivo, así que lo único que deben hacer es invocar el nombre del Señor: “¡Oh, Señor Jesús!”. De ese modo, inmediatamente sentirán que ha entrado aire fresco en ustedes. Esto no es algo psicológico. Si ustedes invocan el nombre de Sócrates, de Washington o de Lincoln, nada sucederá. En cambio, si invocan al Señor Jesús, algo sucederá. Incluso si lo invocan en broma, el Señor los tocará seis veces por cada diez veces que lo hagan. Pero si invocaran el nombre de personas famosas tanto del pasado como del presente, podrían hacerlo por medio día, pero cuanto más invoquen, más sedientos se sentirán, porque ninguno de esos nombres pueden suministrarle agua o aire. Sin embargo, cuando invocan: “¡Oh, Señor Jesús!”, experimentan un cambio total. Si continúan invocando unas cuantas veces más, lágrimas brotarán de sus ojos. “Oh, Señor Jesús, Tú eres tan bueno y encantador. Te amo”. Todos podemos experimentar esto.
Si regresan y leen nuevamente el Antiguo y Nuevo Testamentos, descubrirán que hay centenares de versículos que hablan acerca de invocar al Señor. Los versículos que más aprecio acerca de invocar el nombre del Señor son Lamentaciones 3:55-56, que dicen: “Jehová, Tu nombre invoqué desde la cárcel profunda [...] / ¡No escondas Tu oído del clamor de mis suspiros!”. Esto claramente nos dice que invocar al Señor es respirar. Tanto el Cuerpo como el nuevo hombre dependen de que inhalemos el nombre del Señor. Cuando invocamos el nombre del Señor y bebemos del Espíritu, el Espíritu es vida con relación al Cuerpo y la persona con relación al nuevo hombre. Si disfrutamos al Señor de esta manera, todos los santos sobre la faz de la tierra llegaremos a ser un solo y nuevo hombre.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.