Información del libro

Tener comunión con el Señor para la mezcla de Dios con el hombrepor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6534-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 1 de 6 Sección 1 de 4

CAPÍTULO UNO

LOS DOS ASPECTOS DE LA ORACIÓN
SON TENER COMUNIÓN E INQUIRIR

Alguien que sea usado por el Señor tiene que ser una persona de oración. Los apóstoles dijeron que ellos perseverarían “en la oración y en el ministerio de la palabra” (Hch. 6:4). Llevar a cabo el ministerio de la palabra es laborar para el Señor y ser usado por Él. La oración permite a una persona laborar para el Señor y ser usada por Él. Los apóstoles pudieron ser usados por el Señor porque perseveraron en la oración. Una persona que descuide la oración no podrá ser usada por el Señor. Con respecto a su función, los dos aspectos de la oración son tener comunión e inquirir.

ORAR PARA TENER COMUNIÓN CON DIOS

Ser llenos de Dios
y permitir que Dios fluya de nosotros

La primera función de la oración es valernos de nuestro espíritu para tener comunión con Dios, es decir, para contactar y absorber a Dios con nuestro espíritu. Nuestra comunión con Dios le da a Él la oportunidad de revelarse en nosotros y transfundirse a nosotros de modo que nuestra mente, parte emotiva y voluntad se mezclen gradualmente con Él. De este modo, Dios puede revelarnos Su intención para que podamos entender Su voluntad. Además, mientras Dios opera en nuestro interior, Él saca a luz y juzga nuestras debilidades, errores y defectos. Por lo tanto, el primer aspecto de la oración es que tengamos comunión con Dios, contactándolo y permitiendo que Él se mezcle con nosotros y elimine nuestros problemas.

Cuando entremos en la presencia de Dios, lo más importante para nosotros debe ser tener comunión con Él. No debemos empezar haciendo peticiones; más bien, debemos primero volvernos a nuestro espíritu, contemplando el resplandor del rostro del Señor y esperando que Él opere, nos ilumine, nos dé Su revelación, nos unja, se infunda en nosotros, se mezcle con nosotros, nos llene y nos sature. También debemos permitir que el Señor saque a luz nuestras debilidades, errores y defectos. Si estamos dispuestos a confesar concienzudamente estos problemas, nuestra conciencia estará en paz, sin ninguna condenación, y nuestro espíritu será lleno de Su presencia. En ese momento, podremos mencionarle al Señor las cosas por las cuales queremos orar.

En el pasado dijimos que debíamos mantener una continua comunión con el Señor en el espíritu, pero muchas veces esta comunión continua no es profunda ni concienzuda. Por ello, además de tener una comunión continua y espontánea con el Señor, debemos apartar cierta cantidad de tiempo para no hacer otra cosa que olvidarnos de todo lo que no sea el Señor y tener contacto con Él en lo profundo de nuestro espíritu. Durante este tiempo Su obra en nosotros a menudo es profunda y concienzuda, y nos lleva a postrarnos ante Él. Como resultado, nos percatamos de nuestros errores y estamos dispuestos a permitir que nuestra mente sea quebrantada, que nuestra voluntad rebelde sea subyugada y que nuestra parte emotiva, que es tan impura, sea purificada.

Esta comunión profunda y silenciosa le permite al Señor llegar a cada parte de nuestro ser para que seamos subyugados, quebrantados, purificados, ocupados y poseídos por Él. Es durante este tiempo de oración que el Señor puede mezclarse con nosotros de manera profunda y completa. Es de esta manera que entramos en el Señor por medio de la oración, le absorbemos, tenemos comunión con Él y nos mezclamos con Él. Es en ese momento en que el Señor toca nuestra mente, nuestra parte emotiva y nuestra voluntad, y que nosotros somos subyugados, purificados, quebrantados, ocupados y poseídos por Él. Además de esto, nos mezclamos con el Señor, Su voluntad es revelada en nosotros y Él puede entonces ungirnos impartiéndonos una carga con respecto a Su obra.

El resultado de ser llenos y saturados de Dios es que el río de agua de vida puede fluir de nosotros libremente. Por consiguiente, la oración nos permite ser usados por Dios. La oración permite que la vida divina pueda fluir de nosotros hacia otros, es decir, que Dios sea impartido en otros. Esto es lo que significa ser usados por Dios. Todo creyente que desee ser usado por Dios debe aprender a orar de esta manera.

Vivir en comunión

La oración de la cual estamos hablando aparentemente se asemeja mucho a lo que comúnmente llamamos la oración durante devociones o retiros; pero en realidad hay una gran diferencia. Los creyentes que promueven la oración devocional muchas veces no contactan al Señor regularmente ni viven en comunión con el Señor. Solamente tienen un tiempo establecido para la búsqueda espiritual. No es de esto que estamos hablando. Necesitamos tener comunión con el Señor regularmente y vivir en esta comunión. No es que únicamente tenemos comunión durante nuestro tiempo de oración; debemos vivir en comunión con el Señor momento a momento. Sin embargo, puesto que sentimos que esta comunión con el Señor no es profunda ni detallada, también decidimos apartar un tiempo en busca de una comunión más profunda con Él. Si no vivimos en continua comunión con el Señor, nuestra comunión durante este tiempo específico de oración no será profunda ni concienzuda. Si deseamos tener comunión concienzuda con el Señor durante nuestro tiempo de oración, debemos vivir en continua comunión con Él.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top