Mensajes para creyentes nuevos: Cómo conducir las personas a Cristo #5por Watchman Nee
ISBN: 978-0-7363-0128-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-0-7363-0128-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
Estudiemos algunos casos que nos muestran cómo algunos hermanos han efectuado esta obra.
Después que un obrero que trabajaba en la caldera de un barco fue salvo, le preguntó al hermano que lo guió a Cristo, qué debía hacer por el Señor. Este hermano le respondió que el Señor escogería a algunos de sus compañeros y los pondría en su corazón, y que cuando esto sucediera, orara por ellos. Aunque habían más de diez personas que trabajaban juntas en ese lugar, se sintió compelido a orar por una de ellas en particular. Cuando esta persona se enteró de que este hermano oraba por él diariamente, se molestó mucho. En cierta ocasión un evangelista predicó el evangelio, y después de escucharlo uno de los hombres que estaban allí, se puso de pie y dijo: “Quiero creer en Jesús”. El evangelista le preguntó: “¿Por qué quiere creer en Jesús?” Y el hombre respondió: “Porque una persona ha estado orando por mí, así que tengo que creer en Jesús”. El calderero había estado orando por este hombre. Aunque al principio estaba molesto, el poder de la oración venció y lo salvó.
Un joven de dieciséis años trabajaba como dibujante en una firma constructora. El ingeniero principal de esa compañía tenía muy mal genio y casi todo el mundo le temía. Cuando este joven fue salvo, comenzó a orar por él. Aunque le tenía miedo y no se atrevía a hablarle, diariamente oraba fervientemente por él. Después de un tiempo, el ingeniero observó que ese muchacho era diferente a los otros doscientos empleados de la compañía. Así que le pregunto: “¿A que se debe que eres distinto, no sólo a ellos, sino a mí?” El joven le respondió: “Es porque creo en el Señor Jesús y usted no”. Al oír esto, el ingeniero dijo: “Yo también quiero creer en El”. Este hombre tenía cuarenta o cincuenta años, pero vio un testimonio en este joven que lo condujo a creer en el Señor.
En Europa hay casas de huéspedes para extranjeros; no son hoteles, sino hospedajes para viajeros. Dos hermanas que eran cristianas tenían una casa de huéspedes en la cual hospedaban de veinte a treinta personas. Un día, perturbadas por la ropa ostentosa de los viajeros y la vanidad de sus conversaciones, las hermanas se propusieron ganarlos para Cristo. Sin embargo, les preocupaba no poder lograrlo porque los huéspedes eran muchos y ellas eran sólo dos. ¿Cómo ganarlos? Entonces se les ocurrió que la mejor manera era sentarse una a cada extremo del salón para orar por los huéspedes.
El primer día, después de la cena y mientras los huéspedes conversaban, cada hermana se sentó a un extremo del salón para orar. Una oraba por los que estaban en un extremo, y la otra por los que estaban en el otro. Oraron por todos y cada uno de ellos. Esto detuvo la conversación y los chistes de los huéspedes, quienes se preguntaban qué estaría sucediendo. Ese día una persona fue salva y al otro día, una señora; hasta que finalmente todos fueron guiados al Señor.
La oración de intercesión es vital e indispensable para conducir los incrédulos al Señor. Debemos orar sistemática y diariamente de una manera ordenada e incesante, hasta que nuestros amigos sean salvos.
Solamente ir a Dios en nombre del hombre no es suficiente. También debemos ir al hombre de parte de Dios. Muchos tienen el valor de hablar con Dios, pero no con el hombre. Es importante que las personas sepan de nuestro Señor, pero para hacer esto necesitamos prestar atención a algunos asuntos.
En primer lugar, no discutamos. Esto no quiere decir que nunca debamos debatir. El libro de los Hechos nos relata algunas discusiones en las que Pablo estuvo envuelto (Hch. 17:2, 17-18; 18:4, 9). Sin embargo, las discusiones sin sentido no salvan a las personas. A veces es correcto discutir, pero esto se hace principalmente para el beneficio de los que escuchan. Evitemos discutir con los que estamos tratando de salvar, porque las discusiones, por lo general, alejan a las personas en lugar de atraerlas.
Muchos piensan que las discusiones pueden tocar el corazón de los hombres, pero en realidad lo que tocan es la mente. Podemos debatir y callar sus bocas, pero esto no les ganará el corazón. Las discusiones producen muy poco resultado, por eso es mejor evitarlas. Es preferible hablar de nuestro testimonio y contar lo que el Señor Jesús ha hecho en nuestra vida. Que sentimos paz y gozo, que podemos dormir bien y que aún las comidas tienen mejor sabor desde que creímos en El. Nadie puede argumentar ante tales hechos; al contrario, se maravillarán. Ellos tienen que ver y desear la paz y el gozo que nosotros disfrutamos y comprender lo pueden obtener al creer en el Señor Jesús.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.