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Ejercicio de nuestro espíritu para la liberacion de nuestro espíritu, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3969-8
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TOMAR LA BIBLIA SEGÚN EL CAMINO DE LA VIDA
MEDIANTE EL ORAR-LEER

¿Cómo podemos tomar la Biblia según el camino de la vida? Cuando leemos la Biblia, debemos ejercitar nuestro espíritu para recibir la Palabra, en lugar de simplemente ejercitar nuestra mente para entenderla. Debemos orar acerca de lo que leemos, entendemos y captamos a fin de digerirlo. Después que hayamos leído la Biblia por unos cinco minutos, sería muy bueno orar por unos diez minutos, no acerca de diferentes asuntos sino acerca de lo que hemos leído. Debemos orar acerca de lo que hemos leído, orar con las palabras de lo que hemos leído y orar para digerir lo que hemos leído. Entonces comprenderemos que la Biblia no es un libro de conocimiento, sino un libro que está lleno de vida y del suministro de vida. Las Escrituras claramente nos dicen que la palabra que sale de la boca de Dios es alimento para nuestro espíritu y es el elemento que debemos recibir y por el cual debemos vivir (Mt. 4:4; Jn. 6:57, 63). Sin embargo, la mayoría de nosotros usa la Biblia de la manera equivocada, pues la usamos como si fuera un libro de conocimiento para el desarrollo de nuestra mente. Muchos cristianos han recibido tanto conocimiento que les es difícil ser inspirados por la Palabra.

Debemos aprender que necesitamos ejercitar nuestro espíritu y orar, aún más de lo que necesitamos leer o estudiar. He tenido muchas experiencias en cuanto a esto y sé lo difícil que es hacerlo. Muchas veces, mientras leemos y estudiamos la Palabra, se nos hace muy difícil dejar de leer a fin de orar. Por consiguiente, debemos aprender a leer mientras oramos y a orar mientras leemos. Debemos convertir nuestra lectura en oración y nuestra oración en lectura. Finalmente, no nos importará si estamos leyendo u orando, ya que nuestra lectura y nuestra oración se mezclarán. Asimismo, no es necesario que oremos de una manera formal. Simplemente podemos leer y orar de una manera natural y espontánea. En lugar de ejercitar nuestra mente, debemos ejercitar nuestro espíritu.

LIBERAR EL ESPÍRITU AL REGOCIJARNOS,
ORAR, DAR GRACIAS Y ALABAR

No sólo debemos orar, sino también darle gracias al Señor, alabarlo y regocijarnos en Él. Hacer esto equivale a abrir nuestra boca, nuestra “chimenea”. En lugar de mantener nuestra chimenea cerrada y así obstruir el paso de aire, debemos abrir la chimenea. Cuando le quitamos la tapa a la chimenea, abriendo nuestra boca para regocijarnos, hacemos que el Espíritu arda. En lugar de leer la Palabra de una manera formal, debemos quitar todo aquello que tapa las entradas, abrir la chimenea y permitir que el aire entre, lo cual hacemos al regocijarnos mientras leemos. Entonces el fuego arderá. En ocasiones incluso debemos enloquecernos al leer la Palabra. En 2 Corintios 5:13 Pablo dice: “Porque si estamos locos, es para Dios; y si somos sensatos, es para vosotros”. Delante de los hombres debemos ser sensatos, pero delante de Dios y en Su presencia debemos estar locos. En otras palabras, debemos ser liberados de nuestro yo. Si nunca hemos estado locos delante de Dios, en cierto modo somos cristianos anormales. Por tanto, debemos liberarnos a nosotros mismos abriendo nuestra boca para regocijarnos y cantar.

Debemos aprender cómo liberar el Espíritu. Este asunto de liberar el Espíritu tiene mucho que ver con regocijarse, orar, dar gracias al Señor y alabar. En 1 Tesalonicenses 5:16-19 Pablo dice: “Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús para con vosotros. No apaguéis al Espíritu”. Este breve pasaje menciona cuatro asuntos: regocijarnos, orar, dar gracias y no apagar al Espíritu. En este pasaje es evidente que el asunto de no apagar al Espíritu está muy relacionado con el hecho de regocijarnos, orar y dar gracias. Si no nos regocijamos, oramos ni damos gracias al Señor, ciertamente apagaremos al Espíritu. Por tanto, debemos aprender a regocijarnos, orar, dar gracias y alabar a fin de no apagar al Espíritu. Esto es muy sencillo y a la vez muy vital.

La mayoría de las veces cerramos el paso a la corriente de aire y apagamos al Espíritu porque nuestro espíritu y nuestra mente permanecen cerrados. Si simplemente abriéramos nuestro ser, la corriente de aire entraría, y el Espíritu Santo ardería. La manera en que abrimos nuestro ser es muy sencilla; esto consiste en regocijarnos, orar, dar gracias y alabar. Algunos pensarán que no tienen la gracia de abrir su ser y que si tuvieran esta gracia, se abrirían. Esto no es así. Nosotros tenemos que abrir nuestro ser y permitir que el aire entre. Si dejamos que el aire entre, el Espíritu arderá en nosotros.


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