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Estudio-vida de 1 Corintiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1445-9
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Actualmente disponible en: Capítulo 7 de 69 Sección 5 de 5

SEÑALES Y SABIDURIA

El versículo 22 dice: “Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría”. Una señal es una manifestación milagrosa (Mt. 12:38-39) dada para comprobar lo que se predica. La religión necesita señales, y los judíos las requerían continuamente. La sabiduría pertenece a la filosofía y los griegos la buscaban constantemente.

En el versículo 22 Pablo se refiere a dos clases de personas: los judíos religiosos y los griegos filosóficos. Los religiosos pedían señales, milagros, y los filosóficos buscaban sabiduría. Pero al predicar al Cristo crucificado, a Pablo no le interesó ni la sabiduría ni las señales.

Cuando el Señor Jesús estaba en la cruz, los judíos se burlaban de El y le decían: “Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, ¡sálvate a Ti mismo! Si eres Hijo de Dios, ¡desciende de la cruz!” (Mt. 27:40). Los principales sacerdotes, junto con los escribas y los ancianos decían: “A otros salvó, a Sí mismo no se puede salvar. Es Rey de Israel; que descienda ahora de la cruz, y creeremos en El” (v. 42). Ellos desafiaron al Señor a que demostrara que El era el Cristo, el Hijo de Dios, librándose a Sí mismo de la cruz. No obstante, el Señor permaneció en silencio; no hizo nada para salvarse . En lugar de un milagro y de sabiduría, lo único que se veía en El era debilidad y necedad. Según la sabiduría humana, ser crucificado es una necedad total.

Cuando los corintios decian: “Yo soy de Pablo”, o “Yo soy de Cefas”, ellos ejercitaban su sabiduría. Lo que seguían era su filosofía, y no a Cristo. Pero Pablo les predicó al Cristo crucificado, lo cual constituía una ofensa para los judíos que pedían milagros y para los griegos que buscaban sabiduría. Sin embargo, para los que son llamados, Cristo es sabiduría de Dios y poder de Dios.

PREDICAR AL CRISTO CRUCIFICADO

Es muy significativo que Pablo no dijera a los corintios: “Nosotros predicamos al Cristo resucitado”. En Hechos, la predicación se centra en la resurrección de Cristo. Según este libro, dicha predicación es un testimonio de que Jesucristo, quien fue crucificado, resucitó. Pero en esta epístola, Pablo no da énfasis a la resurrección de Cristo. Más bien, él recalca la predicación del Cristo crucificado. No cabe duda de que los judíos así como los griegos habrían preferido oír hablar de un Cristo resucitado. Para los judíos, esto hubiera representado un gran milagro. ¡Cuán milagroso es el que alguien se levante de la tumba y ascienda a los cielos! Los griegos, por su parte, hubieran considerado una predicación acerca de la resurrección algo muy filosófico. En su búsqueda por la sabiduría, se habrían interesado en saber cómo un muerto puede volver a vivir. No obstante, Pablo predicaba a un Cristo crucificado, un Cristo que no hizo nada para salvarse. Pablo seguía al Cristo crucificado y lo predicó a los corintios. En el versículo 23 dice: “Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos tropezadero, y para los gentiles necedad”. El hecho de que Pablo siguiera a un Cristo crucificado constituía una ofensa para los judíos y era una necedad para los griegos.

En el versículo 24 Pablo añade: “Mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios y sabiduría de Dios”. Los llamados son los creyentes que Dios escogió en la eternidad (Ef. 1:4) y que creyeron en Cristo en el transcurso del tiempo (Hch. 13:48). Para los llamados, el Cristo crucificado predicado por los apóstoles es el poder de Dios y la sabiduría de Dios. La sabiduría se necesita para planear, proponer, mientras que el poder se requiere para llevar a cabo lo que se ha planeado y propuesto. En la economía de Dios, Cristo es la sabiduría y el poder. ¡Alabado sea el Señor porque para nosotros el Cristo crucificado es el poder de Dios y la sabiduría de Dios!

En el versículo 25 Pablo concluye diciendo: “Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres”. Aun la necedad de Dios es más sabia que nuestra sabiduría, y Su debilidad, más fuerte que nuestra fuerza.


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