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Estudio-vida de Éxodopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0346-0
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Actualmente disponible en: Capítulo 7 de 185 Sección 3 de 3

IV. ISRAEL COMO ZARZA CORPORATIVA

Los hijos de Israel eran una zarza corporativa. Como tal, fueron redimidos (13:14-16), santificados (13:2), transformados, y edificados. Quizá a usted le cueste trabajo creer que los hijos de Israel fueron transformados. Cuando yo era joven, también me costaba creer eso. Pero algo sucedió en una reunión de oración en Shanghai a principios de los años 1940, y eso me ayudó a ver al pueblo de Dios como El lo ve. En aquella reunión, una colaboradora con experiencia, preocupada por la condición deplorable de la iglesia, clamó al Señor por la iglesia. Mientras ella oraba, ella gemía y suspiraba por la condición lamentable de la iglesia. Cuando ella acabó de orar, el hermano Nee se expresó en alabanzas al Señor y le dio gracias a El porque la iglesia jamás es débil o lamentable, sino más bien elevada. La congregación estaba asombrada. Entonces el hermano Nee nos ayudó a entender el significado de la profecía de Balam acerca de los hijos de Israel. Balam fue contratado por Balac para maldecir a los hijos de Israel. Pero en lugar de maldecir al pueblo de Israel, Balam los bendijo. Hablando en nombre de Dios, Balam dijo: “El no ha notado iniquidad en Jacob, ni ha visto perversidad en Israel” (Nm. 23:21). Además, en Números 24:5, Balam dijo: “¡Cuán hermosas son tus tiendas, oh Jacob, tus habitaciones, oh Israel!” Según estos versículos, Dios no vio iniquidad ni perversidad en Israel. Por el contrario, El vio solamente cosas hermosas, agradables y bellas. Pasa lo mismo con la iglesia hoy.

No diga que la iglesia está en una condición lamentable o que está muerta. Cuanto más dice eso, más se pone usted bajo una maldición. No obstante, si usted alaba al Señor por la vida de iglesia y habla bien acerca de ella, usted se colocará bajo la bendición de Dios. Durante todos los años en los cuales he estado en la vida de iglesia, no he visto ninguna persona hablando negativamente de la iglesia y que estaba bajo la bendición de Dios. Por el contrario, todos los que dijeron que la iglesia está en una condición lamentable, deplorable, o muerta, han estado bajo una maldición. Los que hablan positivamente de la iglesia, declarando que la iglesia es agradable y que es la casa de Dios, reciben la bendición. Esta no es una doctrina solamente, sino un testimonio que puede ser confirmado por las experiencias de muchos santos.

A veces cuando estoy desilusionado acerca de la iglesia y no pienso positivamente en cuanto a ella, el Señor dentro de mí me advierte que debo tener cuidado. Inmediatamente le pido al Señor que me limpie, y empiezo a declarar lo maravillosa que es la iglesia. Aunque la iglesia me cause algunos problemas, yo sigo amándola. Cuanto más hablo de esta manera positiva, más me encuentro bajo la bendición de Dios.

¿Cuál es la palabra correcta acerca de la iglesia: la de usted o la del Señor? En la eternidad, la palabra del Señor resultará ser correcta, pues en la eternidad la iglesia será maravillosa, gloriosa, y trascendente. Todas las acusaciones del enemigo acerca de la iglesia son mentiras. Decir que la iglesia es deplorable o que está muerta es declarar una mentira diabólica. La situación aparente de la iglesia es una mentira. Es una mentira decir que la iglesia está fría o muerta o deplorable. La iglesia es elevada y muy viviente. Le doy gracias al hermano Nee por su palabra firme acerca de la profecía de Balam. Esa palabra cambió radicalmente mi concepto acerca del estado actual de la iglesia. Desde el tiempo en que recibí esa palabra, he visto a la iglesia de una manera completamente distinta.

No vea más allá de lo que el Señor ve. Según la palabra de Balam en Números, el Señor no vio iniquidad en Jacob. Entonces, ¿cómo puede verla usted? ¿Acaso es usted más sabio o más perceptivo que Dios? La Biblia declara que el Señor no contempla perversidad en Israel, pero usted pretende ver perversidad en la iglesia. ¿Qué prefiere creer usted: la visión del Señor o la de usted? Si nos ponemos al lado de la estimación que tiene el Señor por la iglesia, eso nos impedirá perder la bendición y caer en la maldición. Que todos prestemos atención a la manera de considerar a la iglesia.

Los hijos de Israel pudieron ser una zarza corporativa porque habían sido transformados y edificados. Dios creyó eso, y debemos estar de acuerdo con El.

El tabernáculo representaba a los hijos de Israel como la morada de Dios. No considere usted al tabernáculo como algo aparte de los hijos de Israel. En realidad, los hijos de Israel eran los que constituían la morada de Dios. El tabernáculo era simplemente un símbolo.

Cuando hablo con los hermanos responsables acerca de la iglesia de un modo negativo, lo lamento más adelante. Antes de pronunciar estas palabras, me encuentro en los lugares celestiales, pero después, pierdo mi paz. Si procuro disculparme al decir que no estaba condenando a la iglesia, sino simplemente diciendo los hechos, me quedo aún más molesto. Cuanto más me disculpo, más estoy bajo condenación. Por consiguiente, puedo testificar a través de mi experiencia que tocar a la iglesia no es un asunto fácil. Cuando la tocamos, debemos hacerlo de una manera positiva. Entonces recibiremos la bendición.

El Antiguo Testamento revela que Dios venía a menudo a reprender y reprobar a los hijos de Israel. Pero cuando los gentiles atacaron al pueblo de Dios, tarde o temprano sufrieron pérdidas. A los ojos de Dios, los hijos de Israel eran redimidos, santificados, transformados, edificados, y Dios tenía Su morada entre ellos. Todos debemos ver esto y creerlo.

En el mismo principio, debemos creer que la iglesia hoy es maravillosa. Tenga cuidado con su vista natural. Si Dios no ve iniquidad ni perversidad en la iglesia, entonces ¿cómo puede verla usted? Cuando Dios es misericordioso, El abunda en misericordia. Los israelitas tenían muchas iniquidades, pero Dios pudo decir que El no contemplaba iniquidad en Israel. Pasa lo mismo con la iglesia hoy. Así como los hijos de Israel, la iglesia es una zarza corporativa.

Según nuestra naturaleza humana, nosotros en la iglesia tenemos muchas debilidades, faltas, errores, y fracasos. No obstante, debemos agradecer al Señor porque como iglesia hemos sido transformados y edificados. Dios no solamente está de acuerdo con eso, sino que el enemigo de Dios, Satanás, debe reconocerlo.

Como zarza corporativa, la iglesia está transformada, pero sigue siendo una zarza; no puede cambiar. ¿Cómo podemos decir que algo es transformado sin ser cambiado? Analice la zarza ardiente en Exodo 3: el fuego ardía dentro de ella y sobre ella, pero la zarza no fue cambiada. No obstante, fue transformada mediante el fuego ardiente.

Algunos se preguntarán qué base tenemos para afirmar que somos el recobro del Señor. Reconocemos que tenemos muchas espinas, tal vez más espinas que otras “zarzas”. Pero a pesar de estar llenos de espinas, no podemos negar que el fuego divino está ardiendo dentro de nosotros. Quizá otras “zarzas” tengan menos espinas, pero no tienen el fuego. Por tanto, la señal del recobro del Señor es este fuego. Lo que hace que la zarza corporativa en el recobro del Señor sea distinta de todas las demás zarzas es el hecho de que la llama de fuego arde. Sólo esta zarza está ardiendo.

Después de ser erigido, el tabernáculo estaba lleno de la gloria del Señor (40:34-35). Por la noche, la columna de gloria tenía la apariencia de fuego (Nm. 9:15-16). El fuego ardiendo sobre el tabernáculo significaba que el pueblo de Israel era una zarza corporativa y ardiente.

Los ojos humanos fácilmente pueden ver defectos en la iglesia. En particular, esos ojos están fijados sobre los ancianos, los que llevan la responsabilidad. En cuanto un hermano llega a ser anciano, él está sujeto a las críticas de muchos santos cuyos ojos rápidamente detectan cualquier deficiencia. No obstante, Dios no tiene esta clase de ojos. Recuerde la palabra de Balam: “El no contempló iniquidad en Jacob, ni vio perversidad en Israel”. Mientras Balam profetizaba, parece que Dios estaba diciendo: “Los hijos de Israel son muy agradables a Mi vista. Ellos son Mi morada”. Si alguien hubiera dicho que los israelitas eran solamente una zarza, Dios habría contestado que para El no eran una simple zarza, sino un pueblo transformado y edificado para ser Su morada.

Cuando Moisés habló de Dios como de Aquel que moraba en la zarza, es difícil saber si se refería a la zarza actual que había visto cuarenta años antes o a sí mismo y a los hijos de Israel respectivamente como zarza individual y corporativa. Creo que Su palabra incluye todo eso. Por una parte, seguimos siendo una zarza; por otra, mediante la redención, santificación, transformación, y edificación, somos la morada de Dios. ¡Aleluya, hoy en día Dios tiene una morada en la tierra! Satanás podría decir a Dios: “Tu pueblo no es más que una zarza”. Pero Dios contestaría: “Satanás, retírate de Mí. ¿Acaso no sabes que este pueblo ha sido redimido, santificado, y transformado? También han sido edificados y ahora son uno. Por consiguiente, estoy morando entre ellos. Tú dices que ellos son una zarza, pero declaro que ellos son Mi morada”.

La iglesia hoy es la morada de Dios. Usted pensará que la iglesia no es agradable; sin embargo para Dios sí lo es. Usted criticará a la iglesia por sus carencias, pero Dios afirma que El no ve ninguna iniquidad en Su pueblo. Acerca de Su pueblo, Dios dice: “No encuentro ninguna falla en ellos. Estoy en medio de ellos, son Mi morada sobre la tierra”. Esta es la iglesia como zarza corporativa.

V. EN RESURRECCION

El Dios que estaba en la zarza, Aquel que llamó a Moisés, era el Dios de resurrección. Esto queda demostrado por la palabra del Señor a los saduceos en Marcos 12:18-27. Mientras los saduceos discutían con El acerca de la resurrección, el Señor dijo: “Pero respecto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en lo de la zarza, cómo le habló Dios, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos”. Aquí el Señor dirigió a los incrédulos saduceos a las Escrituras, a la sección acerca de la zarza. El título: “El Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob” implica el Dios de resurrección. Abraham, Isaac, y Jacob murieron. Si Dios fuese el Dios de Abraham, Isaac y Jacob y no hubiera resurrección, entonces Dios sería el Dios de los muertos. Pero Dios no es el Dios de los muertos, sino el Dios de los vivos, el Dios de resurrección.

El hecho de que el Dios de resurrección moraba en la zarza indica que ser una zarza corporativa como morada de Dios hoy en día es un asunto totalmente en resurrección. Aquel que es santo nos puede visitar y puede morar entre nosotros porque El está en resurrección. El es el Dios de resurrección, y nosotros, Su pueblo, estamos en resurrección.

Como aquellos que viven conforme a la carne, tal vez nos resulte difícil creer o darnos cuenta que estamos en resurrección. Si yo le preguntara a usted si está en la vida natural o en la vida de resurrección, es probable que usted contestaría, que en la mayor parte del tiempo, usted está en la vida natural. Sin embargo, si usted dice eso, no tiene fe. Debemos ser fuertes en la fe y declarar que estamos en resurrección porque nuestro Dios no es el Dios de los muertos sino el Dios de los vivos. En mi mismo, estoy en la carne y en la vida natural, pero en mi Dios, estoy en resurrección. Hoy disfrutamos a Dios como el Dios de resurrección. En resurrección El es el gran Yo soy. Todos debemos afirmar en fe que estamos en resurrección. Cuanto más hablemos de esto en fe, más se convertirá esto en nuestra experiencia.

Lo que decimos es lo que experimentamos. Si afirmamos que estamos en la carne, entonces estaremos en la carne. Pero si afirmamos que estamos en resurrección, entonces estaremos en resurrección. Puesto que el Dios que mora en nosotros es el Dios de resurrección, tenemos una base para declarar que estamos en resurrección. Aquí en resurrección, la zarza puede ser bendecida para ser la morada de Dios.

Nos damos cuenta de que en el mejor de los casos, no somos más que una zarza. No obstante, el gran Yo soy, el Dios de resurrección, el Dios de Abraham, de Isaac, y de Jacob, mora dentro de nosotros y le disfrutamos. Individualmente somos una zarza y en conjunto somos una zarza corporativa ardiendo con el Dios de resurrección. Este es un cuadro de la vida de iglesia hoy en día.


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