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Conocer la vida y la iglesiapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-8903-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

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Actualmente disponible en: Capítulo 15 de 23 Sección 1 de 4

CAPÍTULO QUINCE

LA OBRA REDENTORA DE DIOS:
LA MEZCLA DE DIOS Y EL HOMBRE

Lectura bíblica: Ro. 11:36

Romanos 11:36 dice: “Porque de Él, y por Él, y para Él, son todas las cosas. A Él sea la gloria por los siglos. Amén”. Aquí, la frase que se tradujo “de Él” en el lenguaje original significa “procedente de Él”. Por Él puede traducirse como “pasando por Él”. Esto es como cuando uno necesita pasar por un puente para cruzar de un lado al otro lado de un río. La expresión todas las cosas puede traducirse como “todo”, lo cual incluye a personas, cosas y asuntos. Todas las personas, eventos y cosas proceden de Él, pasan por Él y finalmente son para Él.

DEBEMOS CONOCER LA VIDA Y LA IGLESIA,
Y EJERCITARNOS PARA APRENDER
CÓMO DEBEMOS LABORAR Y HACER LAS COSAS

Debemos conocer la manera en que el Señor actúa para saber cómo servirle a Él. Esto requiere que conozcamos la vida y la iglesia y que nos ejercitemos apropiadamente para aprender cómo debemos laborar y hacer las cosas. Estos son dos ejercicios cruciales. Para llevar a cabo cualquier cosa, primero debemos preparar el material. Por ejemplo, si un granjero quiere cultivar una planta, primero debe tener las semillas. Si no las tiene, no podrá cultivar nada. Sin embargo, aun si tuviera las semillas, podría ser que no sepa cómo plantarlas. Así pues, una vez que tenemos el material, debemos estudiar la manera de proceder. El conocimiento que tenemos de la vida y la iglesia equivale al material, y nuestro aprendizaje en torno a cómo laborar y hacer las cosas equivale a la manera de proceder. Nuestro conocimiento respecto a la vida y la iglesia es el capital y el material que necesitamos para servir al Señor. Si un empresario quiere montar un negocio, primero deberá obtener el capital y luego estudiar la manera de conducir el negocio. Si cuenta con el capital y con la manera, él probablemente tendrá éxito en los negocios.

Por la misericordia del Señor, tenemos un deseo de servir al Señor; por esta razón, tenemos que considerar cuál es nuestro material y nuestra manera. No podemos laborar para el Señor simplemente a causa de nuestro celo y nuestro amor por Él. Necesitamos considerar qué clase de labor debemos hacer, qué clase de material emplear y qué tipo de capital tenemos. Éstas son cosas críticas. Si no tenemos el material ni el capital, es mejor olvidarnos de servir al Señor. Sin embargo, si tenemos el capital y el material, aun así es posible que no conozcamos la manera de hacer las cosas, por lo cual tampoco sabremos cómo servir. Por consiguiente, cuando hablamos de conocer la vida y la iglesia, nuestro propósito es ayudar a los hermanos y hermanas a obtener el capital y el material necesarios. Esto puede compararse a los edificadores del templo que necesitaban ir al monte a recolectar madera (Hag. 1:8). Perfeccionar a los santos puede compararse con recolectar la madera del monte. Si hemos de hacer la obra del Señor, tenemos que conocer la vida y la iglesia a fin de obtener el material para el servicio del Señor.

Después de esto, necesitamos conocer la manera de proceder. Después que obtenemos el material, necesitamos considerar la manera para llevar a cabo la obra en diferentes lugares y para hacer los preparativos necesarios en los diversos aspectos de la obra. Los hermanos que administran la iglesia en las diferentes localidades y que sirven al Señor a tiempo competo saben, con base en sus experiencias, que hay una gran diferencia entre alguien que sabe cómo laborar y otro que no sabe. Un hermano puede ir a laborar a cierto lugar, pero no hay un resultado. Sin embargo, cuando otro hermano va a laborar al mismo lugar, vemos un resultado inmediato. Aun cuando Dios es el mismo y el Señor es el mismo y el entorno para la obra es el mismo, la obra de una persona no produce fruto, pero la obra de otra persona puede ser muy fructífera. La diferencia yace tanto en la persona como en la manera. Además, toda nuestra obra se verá afectada por personas, eventos y cosas. De manera que, si hemos de saber cómo laborar, tenemos que saber cómo hacer las cosas. En el ejercicio de nuestro servicio, tenemos que prestarle atención a estos dos asuntos constantemente.

El conocimiento de la vida y de la iglesia está relacionado con la verdad y la luz. En cuanto a la obra del Señor, muchas iglesias son débiles y deficientes debido a que los hermanos y hermanas no saben cómo hacer las cosas. Éste es un asunto muy serio. La condición de algunos hermanos y hermanas es muy buena delante del Señor: ellos aman al Señor, son piadosos y oran con frecuencia. Sin embargo, tan pronto una obra está en manos de ellos, ésta llega a su fin; una vez que se les confía el cuidado de una iglesia local, la condición de ella empobrece. Considerando la dimensión del amor que le tienen al Señor y la condición de su espiritualidad y sus oraciones, ellos deberían ser útiles al Señor en muchas cosas. No obstante, el resultado es exactamente lo opuesto. Aunque ellos aman al Señor y a menudo oran con llanto, su servicio es ineficaz. Ellos oran; sin embargo, el entorno permanece igual y la condición de la iglesia permanece igual. Esto se debe a que ellos no saben cómo laborar y hacer las cosas, aun cuando son personas espirituales y oran con regularidad. Si un creyente no es espiritual ni es apto para laborar, él no tiene ningún valor. Sin embargo, si un creyente es puramente espiritual, pero no sabe cómo laborar ni cómo hacer las cosas, no obtendrá resultado alguno.

Un micrófono necesita electricidad a fin de reproducir el sonido. Sin embargo, la electricidad por sí sola no le será suficiente. A fin de que el micrófono reproduzca el sonido, se necesitan muchos otros materiales adicionales, tales como el tomacorriente y los cables eléctricos. Tal vez no haya problema alguno con nuestra espiritualidad y oración, pero si tenemos problemas en cuanto a la manera y el método que usamos en nuestra obra y al hacer las cosas, nuestra obra no será de provecho. Nunca deberíamos pensar que podemos laborar siempre y cuando seamos espirituales y sepamos cómo orar. Hace más de veinte años atrás pensé que siempre que leyésemos la Biblia con diligencia, orásemos con frecuencia y fuésemos personas espirituales, el Señor obraría y haría las cosas por medio nuestro. Sin embargo, éste no es el caso. En los últimos veinte años, las experiencias de muchas iglesias y de muchos santos han probado que ser meramente espiritual y orar con regularidad no es suficiente. También necesitamos saber cómo debemos laborar y hacer las cosas.

Esto puede compararse a una fórmula química que requiere cuatro ingredientes. Si solo tenemos dos ingredientes, no se producirá la reacción química esperada. De igual manera, si no somos espirituales ni oramos, y simplemente dependemos de un método para hacer las cosas, no obtendremos resultados. Si no hay electricidad, el micrófono no funcionará, no importa cuál sea su calidad; además, aun si hay electricidad, se necesitan otras partes eléctricas. Necesitamos ser espirituales y orar, pero también tenemos que considerar la cuestión de cómo laboramos y hacemos las cosas.

Necesitamos prestar atención a nuestra espiritualidad y a la manera en que laboramos, así como debemos tomar en cuenta la electricidad y los componentes eléctricos de un micrófono. Los dos aspectos son necesarios. Espero que todos dediquemos cierto tiempo para llevar estos puntos a la práctica. Si hacemos un esfuerzo por ejercitarnos en estos asuntos, obtendremos cierta comprensión. Cualquiera que sienta que no conoce la vida ni sabe cómo servir, ni laborar ni hacer las cosas, no debe sentirse avergonzado de hacer preguntas. No deberíamos enfocarnos en asuntos triviales; más bien, debemos centrar nuestro estudio en cómo servir, laborar y hacer las cosas, todo lo cual responde a nuestro servicio al Señor.


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