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Don sobresliente para edificar la iglesia, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4216-2
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CAPÍTULO CUATRO

POR LA FUNCIÓN DE CADA MIEMBRO
EN SU MEDIDA

Lectura bíblica: Ef. 4:11-16

En este capítulo queremos tener más comunión en cuanto a cómo el Cuerpo de Cristo causa su propio crecimiento para la edificación de sí mismo. En el capítulo 3 vimos que es primeramente por medio de todas las coyunturas del rico suministro que todo el Cuerpo causa el crecimiento del Cuerpo. En este capítulo queremos ver que también el Cuerpo crece y es edificado por la función de cada miembro en su medida.

PERFECCIONAR A LOS SANTOS

Efesios 4:11-16 es un pasaje muy particular de la Palabra santa. Nos dice que el Cristo ascendido con todas Sus cualificaciones y en Su posición como la Cabeza en los cielos, dio a Su iglesia a unos como apóstoles, a otros como profetas, a otros como evangelistas, y a otros como pastores y maestros. Las palabras apóstoles, profetas, evangelistas, y pastores y maestros son muy especiales. Antes de que la iglesia llegara a existir, no había términos tales como apóstoles y evangelistas. Hoy cuando leemos un pasaje como éste en la Palabra, es posible que pensemos que lo entendemos; pero en realidad, lo entendemos muy poco.

Estos versículos principalmente nos revelan que la Cabeza ascendida dio a unos como apóstoles, a otros como profetas, a otros como evangelistas, y a otros como pastores y maestros para el perfeccionamiento de los santos. Según nuestra manera de pensar, los apóstoles fueron dados simplemente para establecer iglesias, los profetas fueron dados para hablar por el Señor, los evangelistas fueron dados para predicar el evangelio, y los pastores y maestros fueron dados para pastorear y enseñar a los santos. Aunque esto es cierto, Pablo recalca que estas personas dotadas fueron dadas para este propósito común: el perfeccionamiento de los santos. Si una persona que desea servir al Señor quiere saber lo que debe hacer, debe escuchar al apóstol Pablo. Pablo nos sigue hablando hoy en sus epístolas. Si queremos servir al Señor, tenemos que perfeccionar a los santos.

Perfeccionar es lograr que algo llegue a estar perfecto o completo. Una persona que recientemente ha sido salva o bautizada de ninguna manera es perfecta o completa; por lo tanto, necesita cierto perfeccionamiento, necesita que se le complete. A fin de perfeccionar a los santos ustedes tienen que enseñarles, instruirlos, equiparlos y proveerles lo necesario. Aquellos que se enrolan en el servicio militar, son perfeccionados; debido a que no saben nada acerca del combate, no son perfectos ni completos en este asunto. A fin de defender a su país, ellos necesitan ser perfeccionados en el combate, necesitan que se les complete. El ejército los instruye y les imparte la debida disciplina. Además de esto, también necesitan ser equipados con armas y que se les provean municiones para combatir. Después de este perfeccionamiento que brinda el ejército, ellos estarán aptos para pelear.

Un joven de diecinueve años no sabe nada acerca del combate; por lo tanto, no es perfecto ni está completo. Del mismo modo, un nuevo creyente no sabe nada acerca de la vida cristiana, y por ende, tampoco es perfecto ni está completo. Anteriormente era una persona pagana, pero gracias a la labor de predicación de los santos, él creyó y fue bautizado. No obstante, en lo que se refiere a ser un cristiano, él está lleno de defectos y tiene muchas deficiencias. Él no sabe quién es Dios ni en qué consiste la obra redentora de Cristo. Él es como un bebé recién nacido que acaba de salir del vientre. Desde el momento en que un bebé nace, necesita ser perfeccionado. Se requieren aproximadamente dieciocho años para que los padres perfeccionen al niño hasta que llegue a ser adulto. Toda madre y todo padre anhela escuchar a su hijo decir “mamá” y “papá”. Después de decirle muchas veces estas palabras a su bebé, el niño espontánea y orgánicamente empieza a llamar a su madre y a su padre de esta manera. Su pequeño hijo empieza a decir esto conforme al don, el talento, que ha recibido por nacimiento. Sin embargo, este don recibido por nacimiento requiere de instrucción. Así que la madre necesita decirle a su niño “mamá” muchas veces hasta que éste pueda decirlo. Ésta es la manera en que el niño es perfeccionado. Así pues, perfeccionar es lograr que algo llegue a estar perfecto o completo.

Debido a que amamos al Señor, deseamos servirle. No obstante, si queremos servir al Señor, tenemos que seguir el modelo de Pablo predicando el evangelio y perfeccionando a otros. Incluso si hemos sido salvos recientemente, podemos ir a predicar el evangelio porque fuimos perfeccionados para conducir a las personas a Cristo. Nosotros vimos cómo alguien tocó a nuestra puerta. Escuchamos lo que esa persona nos dijo, y podemos repetir las mismas palabras. También vimos cómo ella nos guió a orar y a creer en el evangelio, y vimos cómo fuimos bautizados.

Si usted acaba de ser salvo al menos sabe estos cuatro puntos. Primero, sabe lo referente a visitar a otros tocando a sus puertas para llevarles el evangelio. Segundo, sabe cómo decirles a las personas que Jesús es el Hijo de Dios y nuestro Salvador. Tercero, sabe cómo guiar a las personas para que invoquen el nombre del Señor y oren. Cuarto, sabe cómo bautizarlas después que han recibido al Señor. Después de esto, usted debe perfeccionar a aquellos que ha conducido al Señor. Debido a que nosotros, que estamos en el recobro del Señor, no hemos tomado la resolución de perfeccionar a otros, el Señor ha tenido que retrasar Su venida. Después de salvos, muchos cristianos no se esfuerzan por perfeccionar a otros, debido a que ellos mismos tampoco recibieron el debido perfeccionamiento. No debemos disculparnos diciendo que no sabemos mucho.

Es importante que veamos que nosotros los cristianos, en general, no cumplimos la función de perfeccionar a otros debido a la tradición. Muchos fueron salvos en congregaciones grandes por medio de la predicación de un buen orador. La mayoría no tiene la capacidad de ser un excelente orador ni de hacer un llamado al altar; sin embargo, éste fue el modelo de predicación que ellos vieron en el momento en que fueron salvos. Por un lado, ellos recibieron la salvación del Señor; pero por otro, vieron un modelo que anuló su función. Después que una persona es salva de esta manera, aunque es posible que ame mucho al Señor, no ha recibido el perfeccionamiento necesario para predicar el evangelio. Lo único que ella podrá hacer es invitar a sus amigos a que asistan a una reunión grande para que escuchen a alguien predicar el evangelio. Las funciones de los creyentes han sido anuladas por la manera tradicional de reunirnos y de servir.

El comienzo del ministerio de Pablo se narra en Hechos 13. Cuando fue a Asia Menor, él entró en las sinagogas para aprovechar el que los judíos estaban allí reunidos. Esto nos muestra que a fin de salvar a las personas, debemos ir adonde ellas están. Es por ello que salimos a tocar a las puertas de las personas para visitarlas. Vamos adonde ellas están para llevarles el evangelio. Después de haber tocado a la puerta de alguien, haberle predicado el evangelio y haberlo llevado a creer y a ser bautizado, quedará grabado en él que ésta es la manera de predicar el evangelio, de conducir a los pecadores a Cristo. Por lo tanto, después de que un nuevo creyente sea bautizado, debemos darle instrucciones. Podemos decirle: “Ahora tú eres mi hermano porque tenemos la misma vida divina. Yo soy un hijo de Dios y tú también lo eres. Yo soy una persona orgánica y tú también. Yo soy viviente y tú también. Por lo tanto, quisiera salir contigo a tocar a las puertas de otras personas para predicarles el evangelio”. Desde el momento en que un nuevo creyente es bautizado, podemos decirle que practique lo mismo que nos ha visto hacer. Él lo hará porque esto es lo que ha visto. De este modo, ejercerá su función según el modelo que le ha sido presentado. La manera tradicional de predicar el evangelio anula la función de los creyentes. Es una amenaza para ellos porque les hace pensar que para predicar el evangelio necesitan ser buenos oradores. Debemos abandonar totalmente la manera tradicional de reunirnos y de servir, y regresar a la manera bíblica de reunirnos y de servir, por causa de la edificación orgánica del Cuerpo de Cristo.

La manera en que Dios quiere que Su pueblo lleve a cabo Su economía se revela en Efesios 4:11-16. La Cabeza ascendida dio a la iglesia a unos como apóstoles, a otros como profetas, a otros como evangelistas, y a otros como pastores y maestros, para que hagan una sola cosa: perfeccionar a los santos. Perfeccionar a los santos es instruirlos, equiparlos, proveerles lo necesario, hacerlos perfectos y completos, a fin de que hagan la única obra del único ministerio neotestamentario. La obra del ministerio del Nuevo Testamento no tiene como fin edificar nada que sea organizacional, o sea, una congregación, sino algo orgánico, el Cuerpo de Cristo. Perfeccionar a los santos es una labor orgánica.


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