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Ley y gracia de Dios en Su economía, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1936-2
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E. De Su plenitud recibieron todos los creyentes,
y gracia sobre gracia

Finalmente, de Su plenitud recibieron todos los creyentes, y gracia sobre gracia (Jn. 1:16). Cuando recibimos, disfrutamos y experimentamos diariamente al Cristo que mora en nosotros, la gracia se añade a nosotros, gracia sobre gracia.

IV. LA EXPERIENCIA QUE LOS CREYENTES TIENEN
DE LA GRACIA EN LA ECONOMIA DE DIOS

A. Tener fe y amor por medio
de la superabundante gracia del Señor

La gracia es Cristo. Todas las experiencias espirituales de un cristiano deben ser las experiencias que él tiene de Cristo como gracia. En nuestra experiencia de la gracia en la economía de Dios, primero tenemos fe y amor por medio de la superabundante gracia del Señor (1 Ti. 1:14). Ser un creyente está relacionado con la fe y el amor, los cuales son productos de la gracia del Señor. Por medio de la fe recibimos al Señor, y por medio del amor disfrutamos al Señor que hemos recibido. Nosotros no tenemos fe ni amor, pero cuando permitimos que el Señor entre en nosotros, la fe y el amor del Señor —como gracia— entran en nosotros.

Al predicar el evangelio, infundimos en las personas al Señor, quien es encantador y digno de confianza. He viajado muchas veces a Hong Kong, y he notado que los joyeros allí tienen la destreza de hablarle a los clientes continuamente y sin cesar. Si un joyero no es capaz de convencerle el primer día, le hablará otra vez al siguiente día cuando usted pase por la tienda. Después de escucharle, usted no podrá resistir y le comprará una joya, porque las alhajas que se venden son realmente preciosas. Sin embargo, si él le mostrara un pedazo de barro, sin importar lo que diga, usted nunca se detendría a escucharle. Cuando predicamos el evangelio, estamos presentándole a las personas un tesoro incomparable en el universo. Una vez que hayamos terminado de hablar, muchos creerán: porque lo que es bueno, simplemente es bueno, y lo que es precioso, simplemente es precioso. Al final, todos querrán lo que les estamos presentando.

Cuando el Señor se nos aparece, Aquel que es sin igual, simplemente no podemos alejarnos de El. El es extremadamente maravilloso. Es tan hermoso y dulce; es incomparable. Leí algo acerca de John Nelson Darby, quien fue un maestro de la Asamblea de los Hermanos en el siglo XIX. El vivió hasta la edad de ochenta años y permaneció soltero durante toda su vida. En uno de sus viajes, a la edad de ochenta años, se hospedó solo en un hotel. En su soledad, él tuvo una sensación muy dulce en su interior, lo cual le llevó a arrodillarse y orar: “¡Oh Señor Jesús, todavía te amo!”. Este testimonio me conmovió sobremanera. Esta palabra, la cual surgió de un hombre ya avanzado de edad, demuestra cuán dulce es el Señor Jesús. ¿Qué es esto? Es el Señor mismo como la gracia, que entra en nosotros para ser nuestra fe y nuestro amor.

B. Recibir la salvación en vida,
en la resurrección y ascensión de Cristo

Al experimentar la gracia en la economía de Dios, los creyentes también reciben la salvación en vida, en la resurrección y ascensión de Cristo (Ef. 2:5-8). Esta salvación es una salvación en vida. Lo único que tenemos que hacer es creer en el Señor Jesús al invocar Su nombre, confesar nuestros pecados y orar a El; y así, El entra en nosotros. El es el Cristo resucitado y ascendido, y actualmente El está en resurrección y ascensión. Cuando El entra en nosotros, nosotros también resucitamos y ascendemos en El. Así somos salvos en Su vida. Dicha salvación no es algo superficial; no sólo nos salva del infierno, sino que es el propio Señor resucitado y ascendido. Hoy, en Su resurrección y ascensión, El ha entrado en nosotros para ser nuestra persona. Nosotros también hemos resucitado y estamos sentados juntamente con El en los lugares celestiales. Esta es la salvación que hemos recibido. Dicha salvación es el Cristo resucitado y ascendido que viene a ser nuestra gracia.

C. Tener acceso a la abundante
gracia de Dios
y estar firmes en ella

La experiencia que los creyentes tienen de la gracia en la economía de Dios, los hace aptos para ganar acceso a la gracia de Dios y para permanecer firmes en ella (Ro. 5:2a). Hoy, en la economía de Dios, ya no estamos bajo la ley sino bajo la gracia. Esta gracia es Dios mismo. En ocasiones he escuchado a la gente decir que volaron de Taipei a los Estados Unidos. En mi corazón, yo pensaba: “¿Cómo pudo usted volar desde Taipei? No es usted el que vuela, sino el avión”. Algunas personas dicen que ellas se apoyan en Cristo. Esto es erróneo. Si usted volara de Taipei a los Estados Unidos apoyado en el avión, su vuelo no será seguro. Usted no se apoya en el avión, sino que entra en él; y mientras el avión vuela, usted descansa, o sea, usted simplemente disfruta la comodidad del vuelo. Noé fue salvo al entrar en el arca, y no por estar apoyado en ella. Hoy estamos firmes en la gracia. Esta gracia es Cristo, el Cristo pneumático, el Espíritu vivificante.


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