Vivir en y con la Trinidad Divinapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6188-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Efesios 4:4 revela que hay un solo Espíritu para un solo Cuerpo con una sola esperanza. Sin la oración de Pablo en Efesios 3, no habría manera de que los creyentes llegaran a ser un solo Cuerpo. Es debido a que los creyentes fueron plenamente conquistados y ocupados en sus partes internas por el Cristo que reside en ellos que el Espíritu puede ser la esencia misma del Cuerpo. La iglesia como el Cuerpo de Cristo tiene al Espíritu como su esencia con una sola esperanza. Esta esperanza es que el Cuerpo de Cristo en su totalidad será plenamente transfigurado. Hoy en día, gran parte de nuestro ser todavía permanece en la vieja creación, pero tenemos una esperanza: que un día el Señor transfigurará incluso nuestro cuerpo físico a Su semejanza. En la actualidad el Espíritu es la esencia del Cuerpo. El Espíritu como la esencia del Cuerpo necesita saturar todo nuestro ser hasta que seamos transfigurados. Nosotros tenemos la esperanza de esta transfiguración.
Efesios 4:5 nos habla de un Señor [el Hijo] con una fe y un bautismo. La fe nos unió a Cristo en una unión orgánica y el bautismo nos cercenó, nos separó del mundo. En otras palabras, la fe une y el bautismo corta. Ahora somos del Señor porque tenemos fe y bautismo.
El versículo 6 nos dice que hay un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. Debemos ser personas que disfrutan al Padre como la fuente de la Trinidad. Esta Persona existe en tres direcciones. Él es sobre todos, y por todos, y en todos. Esto significa que el Padre es triuno. De hecho, el Padre es sobre todos, el Hijo es por todos, y el Espíritu es en todos. Esto muestra que el Dios Triuno está corporificado en el Padre, quien también es sobre todos, y por todos, y en todos.
Efesios 5:19 y 20 también nos muestra la Trinidad Divina en Su mover divino y en nuestra experiencia. Primero, en el versículo 19 tenemos la práctica de hablarnos unos a otros con salmos, con himnos y cánticos espirituales [cánticos del Espíritu]. La palabra “espirituales” nos muestra que todos los cánticos son poemas espirituales del Espíritu. Esto significa que el Espíritu es la esencia misma de nuestros salmos, himnos y cánticos. La poesía mundana tiene otra clase de esencia. Cuando cantamos nuestros salmos, himnos y cánticos, tenemos la profunda sensación de que estamos tocando otra esencia, y esta esencia es el propio Espíritu de Dios.
El versículo 19b nos dice que debemos cantar y salmodiar con nuestro corazón al Señor [el Hijo]. Nuestros salmos, himnos y cánticos espirituales son del Espíritu, pero se los cantamos al Señor, el Hijo. Luego debemos dar gracias en todo tiempo por todas las cosas en el nombre del Señor Jesucristo a Dios y al Padre (v. 20). Cantamos con la esencia del Espíritu al Hijo. Luego damos gracias al Padre. Los Tres la de Deidad son abarcados en Efesios 5:19-20.
Al hablar los salmos, los himnos y los cánticos, hablamos algo de la esencia del Espíritu. Luego ofrecemos nuestro cantar, nuestro salmodiar al Hijo, y damos gracias al Padre en el nombre del Hijo con la esencia del Espíritu. Éste es nuestro disfrute de la Trinidad Divina. No obstante, pocos cristianos se dan cuenta de que cuando cantamos o hablamos un himno, estamos disfrutando a los Tres de la Trinidad Divina. Disfrutamos la esencia del Espíritu, disfrutamos al Señor como nuestra meta, y disfrutamos al Padre como el objeto de nuestra adoración. Damos gracias al Padre y cantamos cánticos al Hijo con la esencia del Espíritu. Ésta es la manera en que disfrutamos al Dios Triuno.
Todos los seis capítulos del libro de Efesios están construidos con el Dios Triuno. En Efesios 6 la Trinidad Divina se mueve para derrotar a Su enemigo, para eliminar a Su oponente. A fin de que el Dios Triuno derrote a Su enemigo es necesario que seamos fortalecidos en el Señor [el Hijo] y en el poder de Su fuerza (v. 10). Luego debemos vestirnos con toda la armadura de Dios [el Padre], a fin de que podamos estar firmes contra las estratagemas del diablo (v. 11). Finalmente, el versículo 17 nos insta a recibir la espada del Espíritu, el cual [el Espíritu] es la palabra de Dios [el Padre]. A través de la Trinidad Divina recibimos el poder y la fortaleza, tenemos la armadura y también tenemos la espada. Si no tenemos el poder o la fortaleza, no podemos combatir. Para esto necesitamos confiar en el Hijo. También necesitamos una cubierta que nos proteja; ésta es la armadura y la armadura es del Padre. Después necesitamos un arma ofensiva contra el enemigo; la cual es el Espíritu como la espada. El Hijo es el poder y la fuerza para combatir, la armadura del Padre es nuestra cubierta y la espada del Espíritu es nuestro poder ofensivo. Esto muestra que incluso en la guerra espiritual necesitamos a la Trinidad Divina.
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