Autoridad y la sumisión, Lapor Watchman Nee
ISBN: 978-0-7363-3690-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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La vara significa la posición humana, mientras que el florecimiento denota la vida de resurrección. En cuanto a posición, los doce líderes de las doce tribus estaban en el liderazgo. Aarón era el representante de la tribu de Leví, la cual no era diferente a las demás, Aarón no podía servir a Dios basado en su posición, porque su posición era igual a la de los demás. De hecho, ésa fue la razón por la cual las otras tribus se opusieron a su liderazgo. ¿Pero qué hizo Dios? El ordenó que se pusieran doce varas delante del arca en el tabernáculo de reunión, toda una noche. La vara de aquel a quien Dios escogiera, reverdecería, lo cual se refiere a la resurrección. La resurrección es la única señal que Dios reconoce. El sólo reconoce como siervos Suyos a aquellos que han pasado por la muerte y la resurrección. Por lo tanto, la señal del ministerio es la resurrección. El hombre no puede basar su servicio a Dios en su propia posición, sino en la elección de Dios. Después de que Dios permitió que la vara de Aarón reverdeciera, floreciera y llevara fruto, las tribus lo vieron y no tuvieron nada que decir.
La autoridad no es algo por lo cual uno puede pelear, ya que es establecida por Dios. No tiene nada que ver con nuestra posición como líderes. La autoridad que uno tenga depende de si ha pasado por la muerte y la resurrección. No hay nada en nosotros mismos que nos establezca como autoridad espiritual. Todo depende de la gracia, la elección y la resurrección. Para uno caer en el orgullo tiene que degradarse y sumirse en profundas tinieblas y ceguera. Si depende de nosotros mismos, ninguna vara florecerá, ni aun si tuviera años para hacerlo. Lo difícil hoy es encontrar una persona que se postre y reconozca que es igual a los demás.
Cuando Aarón vio que su vara había reverdecido, debió ser el primero en sorprenderse, y debió postrarse con lágrimas en adoración al Señor. Esta tal vez fue su oración: “¿Por qué floreció mi vara? ¿No es mi vara igual a las demás? ¿Por qué me has otorgado tal gloria y poder? Mi vara jamás habría florecido sola”. Lo que es de la carne siempre será carne. Aarón era igual al resto del pueblo de Dios. Después de esta experiencia, otros podrían engañarse pero Aarón no. El comprendió que toda autoridad espiritual proviene de Dios. Hoy debemos darnos cuenta de que no hay motivo alguno de jactancia. Tenemos misericordia porque a Dios le plugo darnos Su misericordia. No somos competentes en nosotros mismos para emprender este ministerio, sino que nuestra competencia viene de Dios (2 Co. 3:5). Es extraño que un hombre afirme que vive delante del Señor y no sea humilde. ¡Qué osadía y necedad tan extrema habría tenido el pollino si hubiera pensado que, al entrar Jesús en Jerusalén sobre él, las alabanzas eran dirigidas hacia él! Vendrá el día cuando veremos cuán vergonzoso es esto. Aun si anhelamos esta gloria, debemos tener presente que nuestra gloria está en el futuro y no en el presente.
Todos los hermanos y hermanas jóvenes deben aprender a ser humildes. Recordemos que no podemos seguir adelante. No pensemos que por haber aprendido algunas lecciones espirituales, somos diferentes a los demás. Todo depende de la gracia de Dios y todo proviene de Dios. No podemos hacer nada por nuestra cuenta. Aarón sabía que Dios hizo que su vara reverdeciera; pues tal obra sólo pudo efectuarla un poder sobrenatural. Debido a esto Dios habló a los israelitas y también habló a Aarón. De ahí en adelante, Aarón supo que su servicio se cimentaba en que la vara había reverdecido y no en él mismo. Si queremos servir a Dios hoy, debemos darnos cuenta de que nuestro servicio está basado en la resurrección, la cual se basa en Dios, y no en nosotros.
Respondemos que la resurrección es todo aquello que no proviene de nuestro ser natural ni de nosotros mismos ni se basa en nuestra capacidad. La resurrección se refiere a lo que está más allá de nuestro alcance, lo que no podemos hacer nosotros. A cualquier vara se le pueden tallar algunas flores o pintar de colores, pero nadie puede hacerla florecer. Nunca hemos escuchado que una vara pueda reverdecer y florecer, después de haber sido usada por décadas. Esta es la obra de Dios. Ninguna mujer puede dar a luz después que se ha cerrado su matriz, pero Sara tuvo un hijo después de cerrarse su matriz (Ro. 4:19). Esta fue la obra de Dios. Por lo tanto, Sara tipifica la resurrección. ¿Qué es la resurrección? La resurrección manifiesta que nadie puede hacer nada por su propio esfuerzo sino por medio de Dios. No tiene importancia alguna si uno es más inteligente o más elocuente que otros. Si uno tiene alguna espiritualidad, esta espiritualidad no proviene de uno, sino de la obra de Dios. Supongamos que Aarón hubiera sido lo suficientemente necio como para decirles a los demás: “Mi vara es diferente a las de ustedes, es más fina, más dura y más derecha; por eso reverdeció”. ¡Cuán insensato habría sido! Si pensamos que somos diferentes a los demás, eso sería una terrible necedad. Incluso si hay algo diferente en uno, es el resultado de la obra de Dios. La resurrección indica que todo proviene de Dios.
El nombre Isaac significa “risa”. ¿Por qué llamo Abraham a su hijo “risa”? Lo hizo por dos razones. Primero, Dios le prometió a Abraham que Sara daría a luz un hijo. Cuando ella escuchó esto se rió, lo cual era apenas natural. Cuando se miró a sí misma, no pudo hacer otra cosa que reírse. El tiempo de concebir había pasado, y su matriz estaba cerrada. ¿Cómo podría ella dar a luz? Pensó que era imposible. Por eso se rió cuando Dios le dijo a Abraham que ella tendría un hijo. En segundo lugar, un año después, cuando Sara dio a luz a un hijo ella se reía de alegría. Por eso Dios le puso por nombre Isaac (Gn. 18:10-15; 21:1-3, 6-7), que significa “risa”. La primera vez que ella se rió, lo hizo pensando en lo imposible que le parecía la promesa. La segunda vez, se rió porque descubrió que había sido posible. Si uno nunca ha experimentado la primera risa, no podrá experimentar la segunda. Si nunca se ha percatado de su propia incapacidad, no podrá experimentar el poder de Dios. Sara se conocía a sí misma muy bien y estaba consciente de que no podía concebir, pero tan pronto vio la obra de Dios, pudo reírse. Así que la resurrección significa que Dios nos da algo que no tenemos en nosotros mismos. La Biblia testifica una y otra vez que el hombre no puede hacer nada por su cuenta. Pero muchas personas piensan que pueden. En lo relativo al servicio, si algunos se ríen de sí mismos reconociendo que no pueden llevar a cabo la tarea que les es propuesta, se reirán nuevamente diciendo: “Yo no lo hice, pero he visto con mis ojos que el Señor lo hizo por mí”. Si hay alguna manifestación de la autoridad en nosotros, debemos decirle al Señor: “Señor Tú hiciste esto; no fui yo”. La resurrección indica que uno no puede hacerlo y que Dios lo hace todo.
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