Arbol de la vida, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-1-57593-813-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Dice en 2 Corintios 3:16-18: “Pero cuando su corazón se vuelve al Señor, el velo es quitado. Y el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Mas, nosotros todos, a cara descubierta mirando y reflejando como un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Señor Espíritu”. Podemos hablar de que el Señor sea el Espíritu vivificante, pero si vamos a disfrutarle y experimentarle como este Espíritu viviente, nuestro corazón tiene que volverse a El. Cuando nuestro corazón se vuelve al Señor, el velo es quitado. En realidad, nuestro corazón, antes de volverse al Señor, es el velo. Cuando volvemos nuestro corazón al Señor, quitamos el velo. Nuestro corazón es el factor crucial que determinará si disfrutamos al Señor como el Espíritu vivificante y si somos transformados a Su imagen. Si queremos disfrutar al Señor como el Espíritu viviente y ser transformados por El, tenemos que resolver los problemas de nuestro corazón. Es menester que nuestro corazón se vuelva al Señor.
En 1 Tesalonicenses 5:23 tenemos un indicio innegable de que el hombre tiene tres partes: el espíritu, el alma y el cuerpo. Hay muchos otros pasajes en las Escrituras que nos muestran que el hombre es un ser tripartito (véase The Parts of Man [Las partes del hombre] publicado por Living Stream Ministry). Las tres partes del alma son la mente, la parte que sabe (Sal. 13:2; 139:14), la parte emotiva, la cual ama (1 S. 18:1; Cant. 1:7), y la voluntad, la parte que toma decisiones (Job 7:15; 6:7). Con la mente pensamos, sabemos y consideramos; con las emociones amamos, odiamos, nos alegramos o nos entristecemos; y con la voluntad tomamos decisiones o escogemos. El alma es la propia persona del hombre.
El espíritu también tiene tres partes, las cuales son la conciencia (Ro. 9:1; cfr. 8:16), la comunión (Jn. 4:24; Ro. 1:9) y la intuición (1 Co. 2:11). La conciencia nos da la capacidad de discernir lo correcto y lo incorrecto y nos justifica o nos condena. La comunión nos pone en contacto con Dios para que podamos comunicarnos con El. La intuición es la percepción que tenemos en nuestro espíritu, independiente de razonamientos o circunstancias. La intuición puede percibir directamente lo que está en la mente de Dios, en Su voluntad y en Su corazón. Muchas veces esta percepción directa va en contra del conocimiento de la mente o las emociones o los sentimientos que tenemos en el alma.
El corazón se compone de todas las partes del alma más una parte del espíritu, la conciencia. Así que, el corazón se compone de la mente, la voluntad, la parte emotiva y la conciencia. Hebreos 4:12 habla de los pensamientos y las intenciones del corazón. Los pensamientos están en la mente y las intenciones están relacionadas con la voluntad. Hebreos 10:22 nos dice que nuestros corazones necesitan ser purificados de mala conciencia con la aspersión de la sangre, y hemos visto que necesitamos amar al Señor con todo nuestro corazón. La parte en sombra en el diagrama siguiente muestra las partes que constituyen el corazón.
El diagrama nos muestra que el espíritu está encerrado en el corazón como el hombre interior escondido en el corazón. Proverbios 4:23 nos dice: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida”. El corazón es el acceso, la entrada y la salida del espíritu. Cuando está cerrado el corazón, el espíritu está encarcelado. Cuando el corazón esté abierto, el espíritu estará liberado.

Jeremías 31:33 dice: “Pero éste es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo”. Necesitamos comparar este versículo con Hebreos 8:10, donde dice: “Pondré Mis leyes en la mente de ellos”. En Jeremías 31:33, la palabra “mente” podría traducirse “interior”, lo cual muestra que la mente es una parte interior. El interior de nuestro ser incluye no sólo la mente, sino también la parte emotiva y la voluntad, las cuales constituyen el corazón. En Jeremías 31:33, el Señor dice que pondrá Su ley en nuestro interior, pero en Hebreos 8:10 la palabra “leyes” es usada. Con el tiempo, la ley llega a ser muchas leyes. Dios, al impartirnos Su vida divina, pone la ley de vida en nuestro espíritu, del cual ésta se extiende a nuestras partes interiores, tales como nuestra mente, nuestra parte emotiva y nuestra voluntad, y se convierte en varias leyes. La ley de vida llega a ser una ley de la mente, una ley de las emociones y una ley de la voluntad.
Salmos 51:6 dice: “He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría”. De nuevo, lo íntimo incluye la mente, la parte emotiva y la voluntad. La verdad es algo que está en las partes interiores, y la sabiduría está en lo escondido, lo secreto. La sabiduría es más profunda que la verdad. Dios desea que tengamos la verdad en nuestra mente, en nuestra parte emotiva y en nuestra voluntad. En nuestro espíritu, el cual es la parte escondida, el hombre interior escondido en el corazón, El nos hace comprender la sabiduría.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.