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Cuatro elementos cruciales de la Biblia: Cristo, el Espíritu, la vida y la iglesia, Lospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6380-8
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Actualmente disponible en: Capítulo 7 de 10 Sección 5 de 5

Necesitamos ser fortalecidos
en el espíritu

Efesios 3:14-16 dice: “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre [...] para que os dé, conforme a las riquezas de Su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por Su Espíritu”. Todo nuestro ser —incluyendo nuestra mente, parte emotiva y voluntad— debe ser fortalecido en el hombre interior, que es nuestro espíritu regenerado. Pablo oró por nosotros, pidiéndole al Padre que fortaleciera nuestro ser por Su Espíritu a tal grado que nosotros fuésemos fortalecidos en el hombre interior. En las reuniones usted tal vez tenga el sentir de que en gran medida se halla en el espíritu y ejercita su espíritu. Sin embargo, la manera en que usted está en el espíritu es semejante a los juncos que no pueden resistir el viento cuando sopla. Así, cuando usted vuelve a su vida cotidiana, una palabra de los ancianos o una actitud de su esposa harán que usted se enfurezca y se corrompa. En las reuniones su corazón arde, pero tan pronto llega a casa, usted es “rociado con agua fría”. Si usted es esta clase de persona, necesita orar lo que oró Pablo y, doblando sus rodillas ante el Padre, pedirle que fortalezca todo su ser en el espíritu. Cuando usted es fortalecido de esta manera en su espíritu, Cristo puede hacer Su hogar en su corazón (v. 17).

Ser renovados
en el espíritu de nuestra mente

Efesios 4:23 dice: “Os renovéis en el espíritu de vuestra mente”. Cuando éramos el viejo hombre, todos nuestros pensamientos eran viejos y corruptos, pero ahora mediante la renovación del espíritu de nuestra mente hemos llegado a ser el nuevo hombre. Esto indica que ha habido un gran progreso con respecto a nuestro espíritu porque aun nuestra mente está ahora llena del espíritu, el cual es el espíritu de la mente. Cuando nuestra mente llega a ser una mente que está en el espíritu, nuestro espíritu llega a ser un espíritu que transforma y es capaz de transformar todo nuestro ser.

Ser llenos en nuestro espíritu

Efesios 5:18 dice: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien, sed llenos en el espíritu”. Embriagarse es ser llenos del vino físico en el cuerpo, mientras que ser llenos en nuestro espíritu regenerado es ser llenos de Cristo hasta la plenitud de Dios (3:19). El vino espiritual, que es Dios mismo, llena e infunde nuestro espíritu. En lugar de estar embriagados en nuestro cuerpo con el vino físico, estamos “embriagados” en nuestro espíritu con Dios mismo, el vino divino. El resultado es que somos llenos hasta la medida de la plenitud de Dios para ser Su expresión y Su canal por el cual puede fluir.

Orar en todo tiempo en nuestro espíritu

Efesios 6:18 dice: “Orando en todo tiempo en el espíritu”. Esto indica que el órgano principal que debemos usar en la oración es nuestro espíritu regenerado, en el cual mora el Espíritu de Dios. Orar en todo tiempo en el espíritu indica que debemos ejercitar nuestro espíritu a cada momento, viviendo siempre en el espíritu.

LA RELACIÓN ENTRE DIOS Y NOSOTROS
TIENE QUE VER CON EL HECHO
DE QUE LOS DOS ESPÍRITUS
LLEGUEN A SER UN SOLO ESPÍRITU

Cuando consideramos estos versículos que se encuentran en los seis capítulos de Efesios, podemos ver un cuadro muy claro. El capítulo 1 dice que recibimos revelación en el espíritu; el capítulo 2 dice que somos la morada de Dios en el espíritu; el capítulo 3 dice que somos fortalecidos en nuestro espíritu para que Cristo haga Su hogar en nuestros corazones; el capítulo 4 dice que nuestra mente es renovada en el espíritu a fin de seamos transformados; el capítulo 5 dice que somos llenos de Dios en el espíritu; y el capítulo 6 dice que oramos en el espíritu. Todo esto tiene que ver con el espíritu, con el hecho de disfrutar al Dios Triuno. Por lo tanto, para experimentar al Dios Triuno y disfrutar de la plenitud de Dios, debemos estar en el espíritu.

Hoy en día, no sólo las doctrinas del cristianismo son demasiado objetivas, o sea, no producen efecto alguno en el espíritu de las personas, sino que aun entre nosotros gran parte de lo que hablamos es doctrinas objetivas que no pueden tocar el espíritu de las personas. Toda doctrina que no afecta nuestro espíritu es semejante a las teorías de los moralistas y filósofos. Las enseñanzas de los filósofos, moralistas y religiosos no tienen espíritu, ni hablan acerca del espíritu, por lo cual no conmueven a las personas en lo más profundo. Es por ello que la gente no necesita orar después de escuchar y ver algo en dichas enseñanzas. Sin embargo, en el recobro del Señor, lo que divulguemos y hablemos debe afectar el espíritu de las personas. Por lo tanto, después de que usted vea y escuche algo, tiene que orar con su espíritu. Si no ora ni digiere con su espíritu, lo que usted ha visto o escuchado es apenas una doctrina o teoría objetiva. Una vez que usted ora con su espíritu, la doctrina objetiva se convierte en un suministro subjetivo. Asimismo, cuando usted lea la Palabra, debe hacerlo con oración. Ore-lea la Palabra en lugar de simplemente leerla. Al leer, use sus ojos para ver y su mente para entender. Sin embargo, en oración, use su espíritu para recibir y digerir lo que ha entendido a fin de convertirlo en un suministro subjetivo en el espíritu. De esta manera, la Palabra de Dios llega a ser el pan de vida que nos imparte un suministro en nuestro espíritu.

Espero que podamos ver claramente este asunto de los dos espíritus que llegan a ser un solo espíritu. El Dios Triuno en Su consumación ha llegado a ser el Espíritu, y nosotros tenemos en nuestro interior un espíritu humano que fue creado por Dios. Hoy en día, este espíritu es el espíritu regenerado en el cual mora el Espíritu de Dios. Por esta razón, en 1 Corintios 6:17 se nos dice: “El que se une al Señor, es un solo espíritu con Él”. Esto indica que al creer nosotros en el Señor y al tener una unión orgánica con Él, Él ha entrado en nosotros para ser nuestra vida. Sin embargo, esto aún puede ser una enseñanza objetiva para nosotros; en términos de la experiencia, nuestra unión con el Señor en resurrección solamente puede ocurrir en nuestro espíritu. Por medio de la resurrección, el Señor llegó a ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45) y Él está ahora con nuestro espíritu (2 Ti. 4:22). Por lo tanto, para experimentar esta unión con el Señor, debemos experimentar el ser un solo espíritu con Él.

PRACTICAR EL SER UN SOLO ESPÍRITU CON EL SEÑOR
PARA QUE CONJUNTAMENTE SEAMOS EDIFICADOS
COMO LA REALIDAD DE LA IGLESIA

¿Cómo sabemos que somos un solo espíritu con el Señor? Esto no es difícil. Quizás no sepamos cuándo somos un solo espíritu con el Señor, pero sí sabemos cuándo no lo somos. Es asombroso que cuando somos un solo espíritu con el Señor, probablemente no tenemos ningún sentir, pero cuando no somos un solo espíritu con Él, interiormente lo tenemos bien claro. Cuando un miembro de nuestro cuerpo funciona normalmente, no nos percatamos mucho de él, pero cuando tiene algún problema, de inmediato tenemos un sentir muy claro al respecto. Por lo tanto, a fin de experimentar el ser un solo espíritu con el Señor, lo único que debemos practicar es evitar no ser un solo espíritu con Él. Esto es suficiente.

Ser un solo espíritu con el Señor es la salvación más grande y la experiencia más elevada que puede tener un cristiano. Solamente cuando somos un solo espíritu con el Señor podemos disfrutar a Dios, experimentar al Señor y ser santificados, espirituales y vencedores. Solamente en esta experiencia podemos crecer y madurar en vida y ser transformados y conjuntamente edificados. Finalmente, el resultado de esta clase de experiencia es la iglesia.


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