Estudio-vida de Jeremías y Lamentacionespor Witness Lee
ISBN: 978-0-73636366-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En este mensaje consideraremos los capítulos 5 y 6 de Jeremías. En el capítulo 5 tenemos la queja adicional y detallada hecha por Jehová, el Marido, en contra de la maldad de Israel; y en el capítulo 6 vemos Su determinación con respecto a corregir a Su esposa.
En Jeremías 2—4 tenemos la queja que Jehová el Marido hace en contra de la apostasía de Israel la esposa: su fornicación espiritual, esto es, que ella hiciera ídolos y los adorara. Al hacer esto, Israel quebrantó los primeros cuatro mandamientos de la ley (Éx. 20:1-11), que tratan sobre su relación con Dios. Los primeros tres mandamientos requieren del hombre que no tenga ídolos, sino que tenga únicamente a Dios (vs. 3-7); el cuarto mandamiento requiere del hombre que obtenga satisfacción y descanso únicamente en Dios y en todo cuanto Dios ha logrado para el hombre (vs. 8-11). El capítulo 5 de Jeremías es la queja adicional y detallada que Jehová el Marido hace contra Israel la esposa, a causa de su maldad. Los detalles respecto a su maldad muestran que ella también quebrantó los últimos cinco mandamientos de la ley (Éx. 20:13-17), que tratan sobre las relaciones humanas. Estos mandamientos se refieren al asesinato, el adulterio, el hurto, la mentira y el codiciar.
Como sacerdote, Jeremías conocía muy bien la ley. Él conocía los Diez Mandamientos y escribió sobre la maldad y pecaminosidad de Israel conforme a la secuencia de los Diez Mandamientos.
“Recorred las calles de Jerusalén, / mirad ahora e informaos, / buscad en sus plazas abiertas / a ver si halláis un solo hombre, / si hay alguno, que haga lo justo, / que busque fidelidad; / y Yo la perdonaré” (Jer. 5:1). Aquí tenemos un resumen de la queja de Jehová: nadie hace lo justo ni busca fidelidad. No había fidelidad entre ellos.
El versículo 3 pone al descubierto la actitud de Israel hacia la corrección de Dios: “Los heriste, / mas ellos no se retorcían de dolor; / los consumiste, / mas rehusaron recibir corrección. / Endurecieron sus rostros más que la piedra; / rehusaron convertirse”. Aun cuando ellos eran pecaminosos, no estaban dispuestos a recibir la corrección de Dios.
“Ciertamente éstos sí conocen el camino de Jehová, / las ordenanzas de su Dios. / Pero todos ellos a una han quebrado el yugo / y se han quitado las ataduras” (v. 5). En la ley no solamente están los Diez Mandamientos, sino también muchas ordenanzas, preceptos del Dios justo y de la justa ley. Israel conocía estas ordenanzas, pero no estaba dispuesto a obedecerlas.
“Cuando Yo los sacié, cometieron adulterio, / y fueron en tropel a casa de las rameras. / Como caballos bien alimentados andan errantes, / cada cual relinchando tras la mujer de su prójimo” (vs. 7-8). Esto indica que el pueblo era adúltero, sumamente pecaminoso. Los visitantes a la casa de las rameras eran como una tropa, como un ejército.
Israel no temblaba ante Jehová, quien ha puesto arena por límite al mar (v. 22); más bien, ellos tenían un corazón obstinado y rebelde, y se habían desviado e ido (v. 23).
“Porque entre Mi pueblo se hallan malvados; / agazapados como pajareros están al acecho; / ponen trampa, / atrapan hombres” (v. 26). Estos malvados ponían una “red” para cazar su presa. Esto no solamente implica mentir, sino también hurtar y ser codiciosos. Ellos ciertamente eran transgresores.
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