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Mensajes de vida, tomo 2 (#42-75)por Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6927-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 47 de 34 Sección 3 de 3

NO BUSCAR AYUDA DE AFUERA

En el pasado las iglesias solían con mucha frecuencia llamar a hermanos de otros lugares a que vinieran a ayudarlos. Esto muestra una debilidad de parte de los hermanos responsables. ¿Por qué ustedes mismos no laboran en la Palabra y contactan al Señor directamente, en lugar de hacer el llamado macedónico “Pasa [...] y ayúdanos” (Hch. 16:9)? Tal vez suene humilde decir que su iglesia es débil y necesita ayuda, pero ¿es esta puerta abierta de par en par la mejor manera de recibir ayuda? ¿Cuál fue el resultado de todos los llamados que se hicieron pidiendo ayuda? Finalmente vino alguien que no era débil, y las iglesias fueron engañadas. Esto les debe enseñar una lección. Sean fuertes. No pongan sus ojos en Anaheim ni en el hermano fulano esperando recibir su ayuda. Hagan un llamado a los cielos y contacten al Señor directamente. Aun cuando sean débiles, no lo confiesen. Fortalézcanse. Ser orgullosos es algo detestable y pecaminoso, pero ser fuertes es necesario. Ustedes no necesitan recibir ayuda de afuera. Aun cuando les ofrezcan ayuda, deben considerar seriamente si deben aceptarla. ¿Cuánta verdadera ayuda externa han recibido ustedes en años pasados? La supuesta ayuda que recibieron sólo los debilitó aún más, e incluso los envenenó. Ustedes abrieron la puerta a esto porque pensaron que eran débiles.

Un ama de casa que tiene cinco hijos puede sentirse incapaz de afrontar su situación. Ella le pide a una vecina, y después a otra, que venga y le enseñe a hacer frente a las responsabilidades y le indique cómo cocinar para su familia. Nadie tiene tiempo para ayudarla hasta que un día una mujer viene y se ofrece a cocinar para ella, y le dice que de buen grado la ayudará. Cuando la familia come la comida que la mujer ha preparado, todos se enferman, pues ella ha puesto veneno en la comida. ¿Es ésa la clase de ayuda que ustedes necesitan?

No abran la puerta sin investigar bien al que les ofrece ayuda. Cerciórense de que la persona que les ofrece ayuda está calificada. Averigüen bien cuál es su estatus y su historia.

TENER COMUNIÓN ENTRE LAS IGLESIAS

Con esto no estamos diciendo que no necesiten a las demás iglesias y que deben tratar de seguir adelante de manera independiente. Al contrario, ustedes deben mantener la puerta de comunión abierta a todas las iglesias, incluso al mismo tiempo que mantienen la puerta de debilidad cerrada a los que nos ofrezcan su “ayuda”. Sería de mucho fortalecimiento para las iglesias aquí si los hermanos que toman la delantera pudieran reunirse quizás una vez al mes. Las iglesias del área también podrían reunirse de vez en cuando para celebrar juntos la reunión de la mesa del Señor. Esta comunión mutua aumentaría el suministro de vida en las iglesias.

Sin embargo, debemos tener claro que cada iglesia local es responsable por sí misma. Una iglesia no debe estar bajo la jurisdicción de otra. Una iglesia más grande o más fuerte no tiene autoridad sobre una iglesia más pequeña o más débil. Todas las iglesias, independientemente de su tamaño o condición, están en el mismo nivel. Sin embargo, las iglesias deben nutrirse y fortalecerse mutuamente. De este modo, practicamos la vida de iglesia local y también tenemos la vida del Cuerpo. Es por eso que estamos aquí en el recobro del Señor.

Sería muy bueno también si los hermanos responsables consideraran tener un entrenamiento práctico, quizás cada semana o cada dos semanas. Ellos mismos necesitan tener primero ciertas experiencias y entrenamiento, a fin de tener algo que enseñar a todos los santos. Entonces las iglesias podrían reunirse una noche entre semana para recibir este entrenamiento práctico. De este modo, las iglesias serán más edificadas.

EL SERVICIO DE LA IGLESIA

En el pasado teníamos “grupos de servicio”, que se encargaban del trabajo práctico que se necesitaba hacer, como por ejemplo, cortar el césped y acomodar las sillas. Este uso de la palabra servicio no es muy preciso según el sentido bíblico. La palabra servicio en griego es la misma que se traduce “ministerio”. ¿En qué consiste el ministerio o servicio neotestamentario? Consiste en ser enviados a otros, hablar por Dios, predicar el evangelio, y pastorear y enseñar a otros.

¿Cómo entonces debemos considerar los asuntos prácticos que hay que atender? Es un deber de todos ocuparnos de estos asuntos. Nosotros no tenemos un grupo de los que son evangelistas y otro grupo de los que limpian el salón de reuniones. Todos debemos ser perfeccionados como apóstoles, profetas, evangelistas, y pastores y maestros. Asimismo, todos debemos ocuparnos del trabajo que se necesita hacer, aun cuando estrictamente ése no es el servicio. Nadie debe pensar que su estatus es demasiado elevado como para rebajarse a limpiar los baños.

En cuanto a la función que ejercemos en las reuniones, esto forma parte de la labor de los profetas, evangelistas, maestros y pastores.

“¿SON TODOS PROFETAS?
[...] PODÉIS PROFETIZAR TODOS”

Por muchos años yo no podía conciliar dos versículos de 1 Corintios. En 12:29 se nos dice: “¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿son todos maestros? ¿hacen todos obras poderosas?”. Obviamente la respuesta es no. Pero luego en 14:31 leemos: “Podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan y todos sean alentados”. ¿Por qué Pablo nos dice en un capítulo que no todos son profetas, y luego dos capítulos más adelante dice que todos pueden profetizar?

Fue recientemente que pude ver que lo que Pablo estaba diciendo era que no todos son profetas principales. En un rebaño, por ejemplo, sólo hay dos o tres ovejas que son líderes. Las demás no son líderes, pero hacen todo lo que las ovejas líderes hacen. No todos son profetas en el sentido de ser profetas principales, pero todos pueden seguir el ejemplo de los profetas principales y profetizar.

En Jerusalén varios fueron escogidos para servir las comidas (Hch. 6:1-5). Dos de ellos eran Felipe y Esteban. Algunos maestros de la Biblia opinan que fue un error haber escogido a estos dos, porque Esteban era un orador elocuente (cap. 7) y Felipe era un evangelista (21:8). ¿Cómo pudieron pedirles a estos dos que sirvieran a las mesas? ¡Creo que estos ejemplos nos muestran que todos los que sirven a las mesas pueden ser buenos oradores! Asimismo, todos los que acomodan las sillas pueden ser evangelistas. Los que limpian los baños pueden ser evangelistas principales; y cuando el apóstol viene, él puede ayudar a cortar el césped. El servicio apropiado, por tanto, consiste en ser un apóstol, un profeta, un evangelista, y un pastor y maestro. El trabajo práctico no es el servicio; no obstante, todos nos ocupamos de él.

Que el Señor nos permita llevar a la práctica esta palabra.


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