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Revelación básica contenida en las santas Escrituras, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-1-57593-323-8
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LA FUNCION DEL ESPIRITU

El Espíritu es la realidad de Cristo (Jn. 14:17; 15:26; 1 Jn. 5:7). Cuando invocamos el nombre del Señor Jesús, recibimos al Espíritu como la realidad de Cristo (Jn. 14:17), y este Cristo, el Hijo de Dios, es la misma corporificación del Padre (Col. 2:9). El Padre está corporificado en el Hijo, y el Hijo nos es hecho completamente real como el Espíritu. Colosenses 2:9 dice que la plenitud de la Deidad mora en Cristo corporalmente. Entonces, Cristo es la corporificación de Dios, hecho completamente real en nosotros como el Espíritu. Esto se revela en Juan 16:13-15.

El Espíritu da vida a los creyentes (1 Co. 15:45; 2 Co. 3:6) y los regenera en el espíritu de ellos (Jn. 3:5-6). El unge a los creyentes (2 Co. 1:21), los sella (Ef. 1:13; 4:30; 2 Co. 1:22a), y El mismo es las arras de Dios dado a ellos (2 Co. 1:22b). Por medio de esta unción, la cual trae el elemento divino, El llena a los creyentes. El sello moldea el elemento hasta que llega a tener cierta forma como impresión, la cual se convierte en una marca. Las arras nos dan a saber que El es la garantía de que Dios es nuestra herencia. Por una parte, el sello demuestra que nosotros somos la herencia de Dios; por otra, Dios como nuestra herencia para nuestro disfrute también es garantizado por el Espíritu que mora en los creyentes como las arras.

También El es la abundante suministración para los creyentes (Fil. 1:19). El nos santifica, no solamente posicionalmente, sino también disposicionalmente (1 P. 1:2; Ro. 15:16) y en nuestra experiencia también. El transforma a los creyentes (2 Co. 3:18).

Todos los creyentes fueron bautizados en este único Espíritu en un solo Cuerpo (1 Co. 12:13). El día de Pentecostés, en la casa de Cornelio, Cristo el Hijo, Aquel que ascendió, derramó el Espíritu sobre los creyentes, lo cual constituyó el bautismo del Cuerpo de Cristo en el Espíritu. En 1 Corintios 12:13 dice que todos nosotros fuimos bautizados en un mismo Espíritu en un solo cuerpo. Cristo terminó este bautismo así como terminó Su crucifixión. Todos los que creen han sido crucificados (Gá. 2:20). Según el mismo principio, todos fuimos bautizados el día de Pentecostés en la casa de Cornelio. Fuimos bautizados y se nos dio a beber de un mismo Espíritu (1 Co. 12:13). Ahora bebemos de este Espíritu. Ser bautizados es algo exterior; beber es algo interior. Exteriormente fuimos bautizados; interiormente bebemos de un mismo Espíritu.

La ascensión del Señor a los cielos y el derramamiento del Espíritu completaron toda la operación del Dios Triuno. El Padre planeó con el Hijo y el Espíritu, y el Hijo vino con el Padre y el Espíritu para realizar lo que planeó el Padre. Finalmente, el Espíritu vino con el Padre y el Hijo para aplicar lo planeado por el Padre y lo cumplido por el Hijo. El Espíritu que aplica es la consumación del Dios Triuno. El no está solo como un Espíritu separado, sin tener nada que ver con el Padre ni relación con el Hijo. El es la consumación del Dios Triuno, la consumación de la Trinidad Divina, para así llegar a nosotros.

El hecho de que el Espíritu nos llegue tiene dos aspectos: el aspecto interior y el exterior. Se cumplió el aspecto interior el día de la resurrección. En ese día el Señor resucitado regresó a Sus discípulos y se impartió en ellos por Su soplo (Jn. 20:22). Esto era exclusivamente un asunto de vida, la vida interior.

Cincuenta días después, en Pentecostés, El derramó Su Espíritu sobre los discípulos como un viento recio (Hch. 2:1-2). El aliento es para vida, pero el viento es para poder. En Pentecostés los discípulos fueron investidos de poder desde lo alto (Lc. 24:49). El hecho de que el Espíritu nos invista es semejante a que nos pongamos un uniforme. El uniforme da poder y autoridad al que lo lleva. Un policía que lleva un uniforme tiene la autoridad para detenernos. Si no llevara el uniforme, no le prestaríamos atención. El Espíritu quien es nuestra vida, el Espíritu vivificante, es decir, el Espíritu de vida, también es el Espíritu que está fuera de nosotros, derramado sobre nosotros como el Espíritu de poder desde lo alto. Todo esto ya se cumplió.

LA CONSUMACION DEL DIOS TRIUNO

Este Espíritu compuesto, procesado y todo-inclusivo es la consumación del Dios Triuno. Todo lo que [el Dios Triuno] planeó, todo lo que realizó, y todo lo que nos aplicará está envuelto en este Espíritu compuesto. La divinidad está envuelta en El; la humanidad de Cristo también está envuelta en El. La muerte de Cristo, la muerte que nos redime y nos imparte vida, está envuelta en El. La resurrección de Cristo y Su ascensión también están envueltas en este único Espíritu compuesto quien llega a nosotros. Interiormente, El es nuestra luz y vida; exteriormente, El es nuestro poder.


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