Terreno genuino de la unidad, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3873-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Antes de entrar a la vida de iglesia, la mayoría de nosotros adorábamos a Dios en diversos lugares, tipificados por los montes altos, los collados y los árboles frondosos (Dt. 12:2). Éstos eran los lugares en donde los paganos adoraban ídolos. Hoy en día en el catolicismo y en las denominaciones protestantes se pueden hallar ídolos. Es posible que algunos cristianos admitan que existe la idolatría en el catolicismo; sin embargo, insisten en que no se pueden hallar ídolos en las denominaciones. Recordemos las palabras de Moisés en Deuteronomio 12:3 acerca de borrar los nombres. Cada denominación ha adoptado un nombre aparte del nombre de Cristo. Por ejemplo, la denominación Luterana adopta el nombre de Lutero. En principio, tener un nombre aparte del nombre de Cristo es erigir un ídolo. Aquellos que están en las denominaciones pueden argumentar que dichos nombres no son ídolos, sino simplemente un medio para designarlos como grupos cristianos. Sin embargo, utilizar un nombre de esta manera se puede comparar a una mujer casada que toma el nombre de un hombre que no es su marido. ¡Tal práctica es deplorable! En el cristianismo actual, los ídolos pueden encontrarse prácticamente en todas partes, debido a que hay muchos lugares que toman un nombre aparte del nombre de Cristo. Con frecuencia vemos que se erige una capilla u otro edificio usado para propósitos religiosos con el nombre de cierta persona. En principio, esto es un ídolo. Debemos tener un solo nombre: el nombre de Jesucristo.
Según la tipología en Deuteronomio 12:3, debemos destruir todos los lugares y todos los nombres. Además, debemos eliminar todas las prácticas paganas que han sido adoptadas por el cristianismo. No hay lugar para dichas cosas en la iglesia. El libro Las dos Babilonias comprueba que el catolicismo ha asimilado muchos elementos paganos. Por ejemplo, la navidad y la semana santa ambas tienen un origen pagano. Se pueden encontrar características del paganismo no sólo en el catolicismo, sino además en muchas denominaciones. En términos espirituales, debemos destruir todos los lugares, las imágenes y los nombres. Por esta razón, no puede haber reconciliación entre el recobro del Señor y las denominaciones con sus montes altos, collados y árboles para adorar ídolos. Además, nosotros mismos debemos tener cuidado de no tener ningún monte alto, collado o árbol. Debemos tener únicamente a Cristo y solamente debemos reunirnos en el único lugar que Dios escogió para guardar la unidad.
Si vemos que debemos destruir todos los demás lugares e ir al único lugar escogido por Dios, entonces podemos continuar para ver varios otros puntos revelados en Deuteronomio 12. En primer lugar, debemos aprender a temer a Dios al acudir solamente al lugar de Su elección. Deuteronomio 14:23 dice: “Comerás delante de Jehová, tu Dios, en el lugar que Él escoja para poner allí Su nombre, el diezmo de tu grano, de tu vino y de tu aceite, y las primicias de tus manadas y de tus ganados, para que aprendas a temer a Jehová”. Ir al lugar que Dios ha escogido equivale a temer a Dios. Pero sentirse libres de elegir el centro de adoración que uno desee no es temer a Dios, más bien, es satisfacer nuestra lujuria.
Antes de entrar a la vida de iglesia, es posible que hayamos ido de una denominación a otra. Íbamos de un lugar a otro para satisfacer nuestras preferencias y deseos. Hacer esto no es temer a Dios de una manera apropiada. Si en realidad tememos a Dios, iremos al único lugar que Él ha escogido.
Dios no nos ha dado la libertad de escoger el lugar de adoración. En este asunto debemos temerle y simplemente ir al lugar de Su elección. Si ejercitamos el derecho de elegir por nosotros mismos, seguiremos el camino de los paganos, el camino de las naciones. Según Deuteronomio 12, los hijos de Israel tenían que destruir todos los lugares donde los paganos adoraban a sus ídolos. En principio, debemos hacer lo mismo cuando venimos a la vida de iglesia. La elección del lugar de adoración le corresponde completamente al Señor; no depende de nuestras preferencias. Si actuamos según nuestras preferencias, satisfaciendo nuestros deseos con respecto del lugar de adoración, nos abandonaremos a nuestra lujuria. Comportarse de esta manera es ser como una mujer que se involucra con un hombre que no es su marido. Esto es cometer fornicación. Así como una mujer está limitada a un solo marido en el matrimonio, también nosotros estamos limitados al único lugar escogido por Dios, en cuanto a la adoración corporativa de Dios. Todos tenemos que aprender a temer al Señor nuestro Dios. Con respecto a las reuniones cristianas, debemos temer a Dios y hacer solamente aquello que concuerde con lo que Él ha escogido. Dios nos ordena destruir todos los otros centros de adoración y acudir solamente al lugar que Él ha escogido.
Deuteronomio 12:8 dice: “No haréis como todo lo que hacemos nosotros aquí ahora, cada uno lo que bien le parece”. Es terrible hacer lo que a uno le place. El Señor nos ordena que no actuemos de esta manera. No obstante, hoy en día frecuentemente escuchamos decir a los cristianos que cierto asunto les parece correcto y que el otro no les parece bien. Vivir de esta manera es hacer lo que es recto a nuestros propios ojos. Pero debemos hacer lo que es recto a los ojos de Dios. Según Deuteronomio 12:13, los hijos de Israel no debían ofrecer sus holocaustos en los lugares que a ellos les parecía bien: “Cuídate de no ofrecer tus holocaustos en cualquier lugar que veas”. Se les prohibió ofrecer holocaustos en los montes altos, en los collados o bajo los árboles frondosos. No tenían ningún derecho de adorar a Dios en el lugar que ellos escogieran; más bien, debían hacer lo que a Dios le parecía bien. Del mismo modo, si tememos a Dios, no haremos lo que es recto a nuestros propios ojos; al contrario, haremos lo que es recto y bueno a los ojos de Dios. Necesitamos orar: “Señor, ten misericordia de nosotros para que no hagamos lo que a nosotros nos parece bien. Señor, ayúdanos a hacer lo que a Ti te parece bien”. Debemos aprender a olvidarnos de nuestro sentir acerca de las cosas e interesarnos por el deseo y la elección del Señor. Ciertas cosas pueden parecernos rectas a nosotros, pero ¿cuál es el sentir del Señor acerca de ellas? Según nuestra valoración, quizá nos parece bien adorar en cierto lugar; pero el Señor puede considerar que ese lugar es un centro en donde se adoran ídolos.
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