Información del libro

Experimentamos a Cristo como las ofrendas para presentarlo en las reuniones de la iglesiapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1188-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 13 de 14 Sección 3 de 4

UN MORAR MUTUO

En el capítulo quince, el Señor dice a Sus discípulos que morarían en El y que El moraría en ellos. El sería la casa de ellos, y ellos la de El. Es un morar mutuo, o sea una casa en la que moramos recíprocamente El en nosotros y nosotros en El. Nosotros somos Su casa, y El la nuestra. Lo tomamos como nuestra casa, y El nos toma como casa Suya.

Creo que podemos dar testimonio de esto: nuestras experiencias cotidianas nos muestran que estamos conscientes de que estamos en el Señor y El en nosotros. A menudo he tenido esta sensación. A veces cuando he estado en un avión, me doy cuenta de que no sólo estaba en el avión, sino también en Cristo. Mientras estaba en Cristo, El estaba en mí. Esta sensación viene espontáneamente después de ofrecer a Cristo como ofrenda por el pecado y como ofrenda por las transgresiones. Podemos sentir espontáneamente que estamos en El y El en nosotros. Finalmente, comprendemos que Cristo no es solamente nuestra ofrenda por el pecado y nuestra ofrenda por las transgresiones, sino también nuestra morada. El se convierte en nuestra morada. Cuando uno llega a estar consciente de que El es su morada, entiende también que uno es la morada de El. Por eso hablamos de un morar mutuo.

Luego, en el capítulo dieciséis, el Señor Jesús añade: “Todo lo que tiene el Padre es Mío; por eso dijo que recibirá de lo Mío, y os lo hará saber” (v. 15). Esto indica que todo lo que el Padre tiene es corporificado en el Hijo. Todo lo que el Hijo es, se expresa por medio del Espíritu. Todo lo que el Espíritu es, está en nosotros. Esto significa que el Hijo es la corporificación del Padre, el Espíritu es la expresión del Hijo, y nosotros somos la expresión del Dios Triuno. El Dios Triuno —el Padre, el Hijo., y el Espíritu— están en nosotros, y nosotros somos Su morada.

ENTRAMOS POR EL CAMINO DE VIDA

El capítulo catorce nos dice que hay muchas moradas, pero que el Padre tiene una sola casa, lo cual significa que podemos entrar en ella y morar allí. En el capítulo catorce, El nos dice que El es el camino, pero éste es una vida. Es por esto que El es el camino y la vida. Si el Señor Jesús no es nuestra vida, no tenemos posibilidad de entrar en Dios el Padre. El Señor Jesús como vida para nosotros es nuestro acceso a Dios el Padre. Cuando tenemos la vida, tenemos el camino. Esto es un misterio.

Podemos usar como ejemplo los alimentos que comemos; por lo general no comemos substancias inertes. Si nos comemos una piedra, ésta pasará a través de nosotros sin proporcionarnos nutrición alguna. La nutrición proviene de substancias que tienen algo de vida y que puede entrar en nuestras células y llegar hasta nuestros tejidos. Cuando ingerimos los alimentos, ellos son digeridos, asimilados y conducidos por nuestra sangre a nuestras células y a nuestros tejidos. Finalmente, lo que asimilamos se convierte en nosotros mismos. Si comemos mucho pescado, éste vendrá a ser nuestro elemento constitutivo. Por consiguiente, podemos decir que el Dios Triuno llega a ser nosotros, pues somos lo que comemos.

En el capítulo catorce, vemos la morada y el camino por el cual entramos en ella. La morada es el Dios Triuno, y el camino para entrar en ella es la vida. Si no tenemos a Cristo como vida, no podremos entrar en el Padre. Pero cuando Cristo es nuestra vida, ésta se convierte en el camino por el que entramos en el Padre. Por lo tanto, el Padre se convierte en nuestra morada y, al final, en el capítulo catorce, descubrimos el morar mutuo y la morada en la cual Dios y nosotros habitamos recíprocamente el uno en el otro.

EL ALTAR DEL INCIENSO

Después de estos tres capítulos, llegamos al diecisiete donde el Señor Jesús ora. Antes de examinar esta oración, debo hacer notar que el capítulo diecisiete es el altar del incienso. Los capítulos catorce, quince y dieciséis son el verdadero tabernáculo mencionado en 1:14, donde leímos que “el Verbo se hizo carne, y fijó tabernáculo entre nosotros”. Pero ¿dónde se encuentra este tabernáculo? ¡En los capítulos catorce, quince y dieciséis! En el capítulo trece vemos el lavacro, y los tres capítulos siguientes describen todo el tabernáculo. Ahora estamos en el Dios Triuno, o sea, en el tabernáculo. Ya pasamos por la mesa de los panes de la proposición, por el candelero y por el arca. Ya llegamos a nuestro destino, que es el altar del incienso, en el tabernáculo.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top