Economía neotestamentaria de Dios, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-252-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Hasta aquí hemos visto que la primera Epístola, Romanos, habla del Espíritu de vida, y la segunda Epístola, 1 Corintios, trata del Espíritu vivificante. La tercera Epístola, 2 Corintios, trata del Espíritu transformador. Esto nos muestra que bajo la soberanía del Señor, el arreglo de los libros del Nuevo Testamento sigue un buen orden de sucesión. En 1 Corintios lo que se enfatiza es el asunto del crecimiento en vida. Pablo dice: “Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios” (3:6). En 2 Corintios se enfatiza la transformación. En la primera Epístola a los Corintios vemos el crecimiento en vida, con la indicación de que este crecimiento es para la transformación. Cuanto más crezcamos, más seremos transformados. Sin embargo, crecer es una cosa y ser transformado es otra. El crecimiento necesita la vida y la transformación necesita los elementos de vida.
En 1 Corintios 3 vemos el crecimiento en vida para la transformación. La palabra “transformación” no se usa en ese capítulo, pero el resultado del crecimiento en vida está allí, lo cual indica la transformación. Como la labranza de Dios (3:9) con siembra, riego y crecimiento, la iglesia debe producir plantas; pero los materiales apropiados para la edificación de la iglesia son oro, plata y piedras preciosas (3:12), todos los cuales son minerales. Así que, el pensamiento de transformación está implícito allí. No solamente necesitamos crecer en vida, sino que también necesitamos ser transformados en vida a fin de que lleguemos a ser los materiales preciosos para el edificio de Dios.
En su segunda Epístola a los Corintios Pablo pasó del crecimiento en vida a la transformación. En su primera Epístola a los Corintios hay muchos puntos que se refieren al crecimiento en vida, pero en la segunda Epístola no hay ningún punto con respecto al crecimiento en vida, sino que hay varios puntos que se refieren a la transformación. Es por esto que decimos que el Espíritu en la primera Epístola es el Espíritu vivificante, es decir, el Espíritu que siempre da vida para el crecimiento en vida. Sin embargo, en la segunda Epístola, Pablo siempre nos señala las cosas relacionadas con la transformación. Es por esto que decimos que en 2 Corintios vemos el Espíritu transformador. Primero, el Espíritu es vivificante y después es transformador.
La palabra transformación no se menciona en la primera Epístola, pero el indicio de la transformación está allí. Tanto el Espíritu vivificante como el Espíritu transformador se mencionan en 2 Corintios 3. El versículo 6 nos dice que “la letra mata, mas el Espíritu vivifica”, y el versículo 18 dice que somos transformados “como por el Señor Espíritu” (gr.). La vivificación en el versículo 6 lleva a la transformación en el versículo 18. En la primera Epístola el crecimiento en vida da como resultado la transformación, y en la segunda Epístola la transformación es consecuencia del crecimiento en vida. El crecimiento en vida necesita la suministración de vida, pero la transformación necesita los elementos de la vida.
Segunda Corintios 1:21-22 nos muestra que este Espíritu transformador es el Espíritu que unge, sella y que se da como las arras. Ungir, sellar y darse como las arras es diferente a vivificar. Vivificar es impartir vida en nosotros. Para ungir a alguien se necesita algún ungüento, y el ungüento está lleno de elementos. El ungüento puede compararse con la pintura. La pintura es una composición de elementos. Sin los elementos no puede existir la pintura. Cuanto más pinto una mesa, más elementos son aplicados a la mesa.
En el Antiguo Testamento, el aceite de la santa unción es el ungüento compuesto. Está compuesto de cuatro clases de especias en un solo aceite (Ex. 30:23-25). Este aceite de la santa unción ya no es solamente aceite, sino un ungüento compuesto de cinco elementos. Cuanto más unción haya, más estos elementos son añadidos. En 2 Corintios, el Espíritu es el Espíritu transformador, y este Espíritu transformador nos está ungiendo. Ungir es añadir más elementos. Para la transformación se necesitan los elementos.
La petrificación de la madera es otro buen ejemplo para mostrar la transformación. Cuando la corriente de agua fluye a través de un pedazo de madera flotante, se lleva los elementos viejos e introduce los nuevos elementos de minerales. Finalmente los minerales reemplazan toda la estructura celular de la madera. Esta adición continua de nuevos elementos transforma la madera en un pedazo de piedra. De la misma manera, el Espíritu nos transforma por medio de añadir en nuestro ser más y más de los elementos divinos. Al fluir a través de nuestro ser, el Espíritu transformador añade en nosotros la divinidad de Cristo, la humanidad de Cristo, Su vivir humano, Su muerte todo-inclusiva y Su excelente resurrección. Todos estos elementos son introducidos en nuestro ser por el Espíritu transformador, y estos elementos llegan a ser los factores de nuestra transformación. Por lo tanto, tal Espíritu fluyente es un Espíritu transformador. El Espíritu nos transforma al introducir en nosotros más y más de los elementos divinos. Este es el Espíritu que nos unge.
El sellar también es un asunto de impartir algunos elementos. Si yo sellara una hoja de papel con un sello y el sello no tuviera ningún elemento de la tinta, no veríamos nada en el papel. Sin embargo, supongamos que el sello está saturado y lleno del elemento de la tinta. Cuando yo sello el papel, queda una marca o impresión en él. Esta marca está constituida del elemento de la tinta. Sin el elemento de la tinta, no hay marca. El sellar es un marcar. El Espíritu Santo, quien es el Espíritu transformador, está sellándonos todo el tiempo, y este sellar imprime una marca que la gente puede leer. Cuando un nuevo creyente quien recientemente ha creído en el Señor Jesús está alegre y lleno de gozo en el Señor, sus primos, sus cuñados, sus familiares y sus amigos, reconocen y saben que ahora él es un cristiano. Sin embargo, ellos no saben ni pueden ver qué clase de cristiano es él. Durante dos años de crecer en vida y de permitir que el Espíritu transformador lo selle cada día, este sellar siempre está aplicándole a él algunos elementos. Así que, después de dos años, todos sus conocidos podrán leer alguna marca en él. Ellos testificarán que él es tan extraordinario, fino y excelente en su vivir y en su carácter. Esta es una marca hecha por el sellar del Espíritu transformador. El ungir imparte los elementos de Dios en nosotros. El sellar hace lo mismo pero también forma los elementos divinos en una impresión, es decir, una marca, para expresar la imagen de Dios.
Las arras del Espíritu son el Espíritu mismo como las arras. Las arras son una muestra, un sabor anticipado. En los tiempos antiguos, la palabra griega para arras se usaba en la compra de un terreno. El vendedor daba al comprador una muestra de la tierra del terreno que iba a ser comprado. Así que las arras, conforme al antiguo uso griego, también eran una muestra. El Espíritu Santo es la muestra de lo que nosotros vamos a heredar de Dios en forma plena. Al disfrutar la muestra, tenemos un sabor anticipado de lo que vendrá. El Espíritu que unge, es decir, el Espíritu transformador, se impartió a Sí mismo como las arras a nosotros como un sabor anticipado. El sabor anticipado nos da una muestra de Dios; esto también es las arras, una seguridad, una garantía del pleno sabor que vendrá.
Por medio del ungir, el sellar y el dar de las arras, todos los elementos del Dios Triuno, incluso el proceso maravilloso por el cual pasó, son impartidos a nuestro ser. El título “Espíritu vivificante” indica dar vida de una forma general. Sin embargo, el Espíritu transformador implica que los elementos de Cristo son ungidos, sellados y dados como arras dentro de nuestro ser. Mientras le disfrutamos y mientras abrimos nuestro ser a El, los elementos divinos se añaden a nosotros durante todo el día. Desde que yo recibí al Señor hace más de cincuenta años, puedo testificar que cada día, a través del ungir, sellar y dar de las arras, he recibido más de los elementos divinos dentro de mi ser. Creo que ahora está sobre mí una marca fuerte y distintiva, y debo testificar que estoy disfrutando muchas de las riquezas de Cristo. También estoy disfrutando más de las arras, las cuales son Dios como mi porción en Cristo. Todo esto es para la transformación. En 2 Corintios 1:21-22, vemos que a través del ungir, sellar y el dar en arras, los creyentes están recibiendo más y más de los elementos divinos dentro de su ser.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.