Economía neotestamentaria de Dios, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-252-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El envío del Espíritu por el Hijo es el punto inicial de la segunda sección de la economía neotestamentaria de Dios (véase la tabla en las páginas 10 y 11). Los versículos incluidos en la lectura bíblica al principio de este capítulo de Juan 14, 15 y 16 eran profecías o promesas cuando las habló el Señor. El cumplimiento de estas promesas está en Juan 20. Por eso, el aspirar los discípulos al Espíritu en Juan 20 fue la iniciación de la segunda sección de la economía neotestamentaria de Dios desde los Hechos hasta Judas. En la primera sección de los cuatro Evangelios los discípulos estaban con el Hijo. En la segunda sección empezaron a estar con el Espíritu. La Persona central en los cuatro Evangelios era el Hijo, quien estaba con el Padre y por el Espíritu. Después de que los discípulos habían recibido al Espíritu Santo intrínsecamente como su esencia, comenzaron a estar con el Espíritu, como el Hijo, con el Padre.
Juan 14, 15 y 16 son el contenido del último mensaje dado por el Señor mientras estaba en la tierra. Estos tres capítulos son profundos, misteriosos y divinos. Ningún estudiante de la Biblia puede agotar la comprensión de estos capítulos. Todos los versículos citados de estos capítulos en la lectura bíblica tratan del Espíritu. También, estos tres capítulos tienen como su estructura la Trinidad divina, el Padre, el Hijo y el Espíritu.
En Juan 14 el Señor Jesús les reveló a Sus discípulos que El y el Padre son uno (vs. 8-11). El como el Hijo estaba presente con ellos. Todos ellos le veían, estaban con El y podían tocarle. Sin embargo, querían conocer al Padre. Felipe le dijo al Señor: “Muéstranos el Padre, y nos basta” (v. 8). Luego el Señor les reveló que El y el Padre eran uno. El estaba en el Padre y el Padre estaba en El. El y el Padre vivían juntos, trabajaban juntos y hablaban juntos. Cuando el Hijo hablaba exteriormente, el Padre trabajaba interiormente (v. 10). No hay manera de dividir al Hijo del Padre. Cuando se ve al Hijo, se ve al Padre (v. 9).
Después de esto en el 14:16, el Señor dijo: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre”. “Otro Consolador” significa que el Hijo ya estaba allí como el primer Consolador. El Hijo era un Consolador, pero el Hijo le pidió al Padre que diera a los discípulos otro Consolador. Parece que hay dos Consoladores. Realmente, el 14:16-20 nos muestra que el otro Consolador que había de ser dado era la realidad del Consolador que estaba pidiendo al Padre. El Consolador estaba allí hablando con los discípulos y estaba allí pidiendo al Padre que les diera otro Consolador. Este otro Consolador es el Espíritu de realidad. El versículo 17 dice: “El Espíritu de realidad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros” (lit.). Este versículo revela un gran avance, porque el Consolador original sólo moraba con los discípulos, pero no en los discípulos. En aquel entonces el Hijo sólo podía estar con los discípulos, pero no podía estar en ellos. El otro Consolador, sin embargo, estaría no solamente con los discípulos sino también en los discípulos.
En el versículo 18 el Señor continúa: “No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros”. Mientras el Señor hablaba, El venía. Su ida era Su venida. Había venido a los discípulos para estar entre ellos, pero no podía estar dentro de ellos. Ya había venido para estar con ellos, pero no podía El entrar en ellos, así que debía tener una venida adicional para entrar en ellos. De hecho, la ida del Señor era de verdad Su entrada a los discípulos.
El versículo 19 dice: “Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis”. Este versículo nos muestra que cuando el Señor entrara más en los discípulos, viviría en ellos para hacerles vivir en El. En este versículo el Señor les estaba diciendo a los discípulos que le verían porque El viviría en ellos para hacerles vivir en El. Sólo los creyentes tendrían este privilegio, pero el mundo no lo tendría. El Señor entraría en los discípulos y viviría en los discípulos para que ellos estuviesen en El y vivieran en El. En el versículo 20 el Señor continúa: “En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros”. “Aquel día” era el día de la resurrección. En el día de la resurrección los discípulos conocerían que el Señor estaba en el Padre, y que ellos estaban en El, y que El estaba en ellos. Esto es la coinherencia.
Estos versículos también nos dicen que el Hijo de la Trinidad pedía al Padre de la Trinidad que enviara al Espíritu de la Trinidad para que fuese otro Consolador a fin de que El entrara en los discípulos. Los discípulos podrían vivir en El así como El podría vivir dentro de los discípulos. Finalmente, los discípulos se darían cuenta de que este otro Consolador es precisamente el Consolador original. Ellos se darían cuenta también de que estaban en el Hijo, que el Hijo estaba en el Padre y que el Hijo con el Padre estaba en ellos. Estos tres están el uno en el otro y todos ellos son coinherentes el uno con el otro.
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